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¿Se viene el crash? Por qué para J.P. Morgan enero es el mes más peligroso para Bitcoin

El mercado cierra un 2025 de alta volatilidad y los grandes bancos de Wall Street lanzan una advertencia impensada para el primer mes del 2026.
Por Marcos Phillip
ECONOMÍA - 26 de Diciembre, 2025

El mercado de las criptomonedas llega a los brindis de fin de año con los nervios de punta y una cotización que no deja dormir a nadie. Después de un 2025 marcado por la consolidación institucional y el vaivén de los ETFs, Bitcoin entra en una "zona de peligro" que muchos gurúes de Wall Street ya bautizaron como la antesala de un posible cisne negro

La euforia que se vivió tras el halving del año pasado ha dado paso a un realismo crudo, donde cada movimiento de la Reserva Federal (Fed) se siente como un terremoto en el ecosistema digital. Los inversores minoristas, que entraron tarde esperando el "millón de dólares", miran ahora con desconfianza los gráficos que muestran una acumulación lateral sospechosa

Sin embargo, no todo es pánico en la City porteña ni en el distrito financiero de Nueva York, ya que para muchos este escenario de incertidumbre es la señal de compra definitiva. La teoría es simple: cuando el miedo alcanza niveles extremos y los titulares hablan de catástrofe, es cuando el "dinero inteligente" sale de compras con descuento

Lo que está en juego en enero de 2026 no es solo el precio de un token, sino la validación de la tesis de Bitcoin como reserva de valor en un mundo que sigue lidiando con la inflación y la deuda. Si el activo logra sobrevivir a este "test de estrés" de comienzo de año, el camino hacia nuevos máximos históricos podría quedar despejado. Pero si el "cisne negro" finalmente aterriza —sea por un cambio regulatorio sorpresivo o una toma de ganancias masiva—, podríamos estar ante la oportunidad de entrada más barata de los últimos dos años, algo que los analistas de riesgo ya están marcando en rojo en sus calendarios.

El "Efecto Enero" y la trampa de la liquidez

El concepto de "cisne negro" en finanzas refiere a un evento impredecible que tiene consecuencias extremas, y enero reúne todas las fichas para ser el escenario de uno. Históricamente, el primer mes del año se caracteriza por una baja liquidez en los mercados tradicionales, lo que en el mundo cripto —que opera 24/7— se traduce en una volatilidad amplificada

A esto se suma el fenómeno fiscal de los Estados Unidos, donde muchos inversores institucionales venden posiciones perdedoras en diciembre para descontar impuestos y recompran en enero. Esta mecánica, conocida como el "Efecto Enero", suele generar un rebote técnico, pero este año la situación es diferente debido al sobre-apalancamiento del mercado de futuros

Otro factor que alimenta la teoría del evento disruptivo es el silencio regulatorio que ha reinado en los últimos meses de 2025, una calma que muchos interpretan como la antesala de una tormenta. Rumores en Washington sugieren que la SEC podría estar preparando nuevas directrices sobre la custodia de activos digitales para bancos, lo que podría obligar a muchas instituciones a reajustar sus carteras de golpe

Sin embargo, hay una lectura contraria que sugiere que el "cisne negro" podría ser positivo: un shock de demanda inesperado. Con la oferta de Bitcoin en los exchanges en mínimos históricos, un ingreso repentino de capital corporativo en enero podría provocar un "shock de oferta". En este escenario, la falta de vendedores dispuestos a soltar sus monedas a los precios actuales dispararía la cotización verticalmente, dejando afuera a todos los que esperaban una corrección para entrar.

Guerra de pronósticos: qué dicen los gigantes de Wall Street

Los grandes bancos de inversión no se ponen de acuerdo sobre el futuro inmediato de Bitcoin, y esa divergencia es lo que más preocupa al mercado. Por un lado, JP Morgan ha mantenido una postura cautelosa, advirtiendo que el activo se encuentra "sobrecomprado" según sus métricas. El banco liderado por Jamie Dimon sugiere que el precio actual ya ha descontado casi todas las buenas noticias posibles para 2026, dejando poco margen para sorpresas positivas.

En la vereda de enfrente, Standard Chartered mantiene un optimismo estructural. Aunque ajustó sus metas de corto plazo, sus analistas insisten en que los fundamentos de escasez siguen intactos. Para la entidad británica, cualquier caída en enero debe ser vista como una "oportunidad de oro" para acumular posiciones.

Morgan Stanley, por su parte, puso el foco en la adopción institucional, señalando que el interés de los clientes de alto patrimonio no ha disminuido. Destacan que la correlación de Bitcoin con las acciones tecnológicas ha comenzado a romperse, aunque advierten que habrá drawdowns del 20% o 30%.

Finalmente, Bank of America alertó sobre el mercado de derivados, señalando que el costo de mantener posiciones largas se ha vuelto peligrosamente alto. La recomendación es clara: no perseguir el precio en los picos y esperar a que la espuma baje.

La oportunidad oculta: ¿Por qué comprar el miedo?

Para el inversor experimentado, los retornos generacionales se construyen comprando cuando los portales hablan de colapso. Si enero trae la volatilidad anticipada, habrá una ventana corta para adquirir satoshis a precios que luego parecerán un regalo.

La clave está en la inelasticidad de la oferta de Bitcoin: no se pueden imprimir más monedas. Cuando el pánico pase, el rebote suele ser más rápido y agresivo que en activos tradicionales.

Además, el contexto macro sigue jugando a favor de los activos duros y descentralizados. Con bancos centrales evaluando bajar tasas en 2026, Bitcoin funciona como un seguro contra la devaluación.

Por último, la tecnología subyacente sigue avanzando, con soluciones que fortalecen la red. Invertir en enero no es apostar a un precio, sino adquirir una participación en la red monetaria más segura del planeta.

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