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Las dos caras de la "súper tasa": crece la euforia por depósitos, mientras se desploman créditos

En enero, los plazos fijos se expandieron más de $112.600 M. En tanto que el stock de préstamos se hundió $22.278 M, por la menor demanda de empresas
05/02/2019 - 11:01hs
Las dos caras de la "súper tasa": crece la euforia por depósitos, mientras se desploman créditos

El ajuste monetario, sostenido por las tasas elevadísimas que fomenta el Banco Central para absorber pesos de la economía, está generando un doble efecto en el sistema financiero: 

-Por un lado, los plazos fijos en pesos cerraron enero con el segundo mayor crecimiento de su historia, en términos nominales, después del alza que marcaron en octubre, justamente cuando comenzó el plan del BCRA.

-Por otro lado, el stock de créditos sigue sin levantar cabeza, con más énfasis en las líneas destinadas a empresas y, en particular, en las financiaciones de más corto plazo.

Según los últimos datos del Central, al 31 de enero, el stock de plazos fijos del sector privado se ubicaba en $1.095.755 millones, lo que implicó un crecimiento de $112.638 millones en el primer mes del año.

La suba en términos nominales supera al alza de $109.019 millones que los depósitos exhibieron en octubre. Sin embargo, en porcentaje -una mejor vara en períodos de alta inflación-, la expansión en enero fue de casi 11,5%, mientras que en octubre el stock había aumentado 13,7%.

Las altas tasas que aún pagan los bancos por las colocaciones a plazo y la tendencia bajista que está transitando el dólar son los principales factores que explican este aumento. Además, las proyecciones de que la inflación seguirá alta en el primer trimestre mantiene la expectativa de que las tasas no bajarán tan rápido.

Los depósitos atados a UVA, que en octubre y noviembre habían crecido con fuerza se desplomaron más de 30% en enero, con una baja de $6.493 millones en el stock.

En este caso pesó fuerte la decisión de muchas compañías de seguro y otros inversores institucionales, que prefirieron refugiarse en colocaciones más líquidas -los depósitos atados a UVA tienen un plazo mínimo de 90 días- y seguir aprovechando las tasas altas en pesos.

Si bien durante el mes, el organismo monetario fue recortando la tasa de referencia, que es la que paga por las Leliqs, el rendimiento aún sigue en niveles elevados. De hecho, en promedio, los bancos abonan 41% anual por las colocaciones a 30 días para los inversores minoristas y hasta 44% para los de más de un millón de pesos.

Pero así como contribuye a fomentar el ahorro en pesos, los elevados tipos de interés del sistema también hacen que el acceso al financiamiento sea costoso. Y esto, justamente, se refleja en una fuerte caída en el stock de préstamos al sector privado que, en pesos, se redujo $22.278 millones, equivalente a una caída de 1,43%.

Las empresas, las más afectadas

La línea más impactada fue el descuento de documentos, que en el mes se hundió $21.473 millones, con lo cual, el stock se redujo más de 8,5%. Esta es una de las modalidades más usadas por las pequeñas y medianas empresas para financiar su capital de trabajo.

En este caso, y producto de las altas tasas que los bancos cobran por descontar cheques, en los últimos meses se registró un fuerte crecimiento de estas financiaciones en la Bolsa de Comercio porteña, en donde el interés es casi 40% más bajo que en el sistema financiero.

En rigor, la tasa del descuento de documentos en los bancos ronda entre 70% y 75% anual pero que, con impuestos y comisiones, termina alcanzando un costo financiero total de más del 85% anual.

En las Bolsa, según datos del Mercado Argentino de Valores, el interés por cheques avalados –los más operados- ronda el 44,2% anual para el plazo de 30 días. Considerando las comisiones, termina arrojando un CFT de aproximadamente el 50%. Así, en el último año, se duplicó el volumen operado en cheques en el mercado de capitales.

La otra línea a la que suelen recurrir las Pymes para financiar su caja diaria es el adelanto en cuenta corriente, que es el conocido acuerdo por descubierto. Este tipo de financiamiento se redujo $2.160 millones, o un 1,53% en términos porcentuales.

La justificación del Central

En el Banco Central buscan despegarse de la caída del crédito y sostienen que no es producto del ajuste monetario sino de la recesión económica.

La semana pasada, en la presentación del Informe de Política Monetaria (IPOM), el vicepresidente primero de la entidad Gustavo Cañonero se apoyó un gráficos comparativos para avalar esta teoría.

“En la Argentina, el crecimiento del producto es el que ha generado aumento de la demanda de crédito y no el aumento del crédito el que genera al crecimiento. Cuando empiece la recuperación del producto, vamos a ver la recuperación de los préstamos que ahora no estamos viendo", detalló Cañonero, en línea con lo que piensa el resto de la cúpula del organismo.

La teoría del funcionario no tardó en generar rechazo de los empresarios, quienes salieron con los tapones de punta a criticar a la política del Banco Central por la falta de acceso a los créditos.

De todos modos, está claro que un ajuste monetario implica una mayor restricción al crédito. De hecho, el propio titular del Banco Nación, Javier González Fraga, reconoció que el Fondo Monetario Internacional (FMI) les exigió no utilizar recursos de las cuentas del Tesoro para destinar a financiación privada, ya que generan un efecto monetario expansivo, justamente lo contrario a lo que está haciendo el BCRA con el esquema de agregados monetarios.

Además, los bancos privados también están restringiendo el acceso al crédito ya que tienen menos exceso de liquidez y prefieren colocar esos fondos en instrumentos del Central, como las Leliqs, con tasas tentadoras y un menor riesgo crediticio.

Según la última Encuesta de Condiciones Crediticias (ECC) que trimestralmente realiza el BCRA, las entidades adelantaron que en el primer trimestre de 2019 mantendrían fuertes restricciones al acceso del crédito, tanto para empresas como para las familias.

Ese mayor endurecimiento de las condiciones se traduce en tasas más altas, plazos más cortos y una mayor exigencia de garantías para otorgar préstamos.

“Las entidades que restringieron los estándares en el cuarto trimestre de 2018 identificaron al deterioro de la situación económica (actual y perspectivas) y al aumento del riesgo de la cartera crediticia como los factores que impulsaron principalmente su movimiento en el período”, explicó el BCRA en la encuesta que a comienzos de enero respondieron los responsables del área crediticia de las entidades, que representan el 90% del mercado.

Para el primer trimestre de 2019, y en función de las respuestas recibidas por los bancos participantes, “se esperaría que el sistema financiero agregado muestre un moderado sesgo hacia la restricción de los estándares crediticios asociados a empresas”, agregó la ECC.

Más gastos con tarjetas en el exterior

Por otro lado, según los datos que ayer informó el Central, la línea que sí experimentó una recuperación en enero fue la de tarjetas de crédito en dólares, un movimiento que sin bien refleja la estacionalidad de las vacaciones también muestra la mayor propensión al uso del plástico para gastos en moneda extranjera, producto de la estabilidad cambiaria.

En rigor, al 31 de enero, el stock de créditos con tarjeta en el exterior aumentó u$s162 millones, lo que representa un aumento del 60% después de dos meses de caída consecutiva.

Claro que, en el mismo mes del año pasado, también impulsado por la estacionalidad de enero, el stock se había incrementado u$s306 millones de dólares, un alza superior en términos nominales, pero que en su momento representó un crecimiento del 58% del stock.

Sin embargo, lo que más preocupa es que el resto de las líneas destinadas al consumo sigue sin levantar cabeza.

El stock de préstamos personales prácticamente ni se movió en enero (apenas se expandió $51 millones), mientras que el de prendarios cerró su quinto mes consecutivo en caída, esta vez de $1.731 millones.

Este último caso también se debe a la fuerte caída en las ventas de autos que, según ACARA, en enero fue 50% menor a la del año pasado, marcando así uno de los peores registros de las últimas dos décadas.