IPROFESIONAL ENTREVISTA

Para Juan Luis Bour, de FIEL, será insostenible mantener la estrategia con el dólar mucho tiempo más

En una entrevista con iProfesional, Juan Luis Bour, director y economista jefe de FIEL, pone en la lupa las políticas del Gobierno para salir de la crisis
FINANZAS - 04 de Septiembre, 2021

El rebote de la situación económica que se vive luego del fuerte desplome del año pasado por el cierre total de la actividad a causa de la pandemia, tiene severos condicionamientos en la Argentina, por los desequilibrios que arrastra.

En este marco, iProfesional entrevistó a Juan Luis Bour, director y economista jefe de FIEL, en el que destaca que el Gobierno "hace todo lo posible" para expulsar a las empresas y a los empresarios.

Además menciona qué políticas se pueden implementar desde el oficialismo en los próximos meses y qué ocurrirá con la inflación, el dólar y las políticas de Estado.

-¿Cuál es el análisis que realiza de la situación económica actual?

-La economía argentina rebotó fuertemente después de una caída en 2020 que estuvo entre las mayores en América Latina, después de la de Perú. Ese rebote es común a toda la región, y si bien podríamos llegar a registrar en 2021 un crecimiento de entre 7,5 y 8%, probablemente quedaremos rezagados. En especial, cuando se compare la situación argentina respecto de la del resto de países frente a los niveles de la prepandemia.

-¿Cuáles son las razones del rebote?

-Este rebote en "V" se debe, por un lado, a que el escenario internacional es muy favorable, con viento de cola como no se registraba desde hace mucho tiempo, compuesto por el rebote coordinado de todas las economías a nivel mundial. Es decir, el incremento del comercio, el salto en el precio de las materias primas y la extraordinaria situación de liquidez que persiste y genera un alza en los mercados de activos de la mayoría de los países.

Pero ese viento de cola permite el rebote en "V", o sea, de forma acelerada, porque la crisis del Covid es diferente a las crisis previas, ya que es generada por interrupciones abruptas por el lado de la oferta, más que por una caída de la demanda o el derrumbe en los mercados financieros.

Cuanto más rápido se levantan esas limitaciones de oferta, es decir, se sale de las cuarentenas y se restablecen los procesos logísticos, mas rápido se regresa a la situación previa, porque eso se da en un contexto de fuerte impulso a la demanda.

Y si bien aparecen cada día nuevos problemas logísticos que retardan la normalización de la oferta, porque la pandemia no terminó y ello eleva costos en todo el mundo, por el momento la apuesta mundial es a inflar las economías porque aun quedaría margen para ello.

En el corto plazo, eso implica niveles de inflación más elevados, pero ello no impugna a que sea un fenómeno transitorio hasta que se normalice la producción, y los gobiernos mantengan el pie en el acelerador. 

-En este escenario mundial, ¿cómo ve a la Argentina?

-La Argentina está inmersa en este mundo en rápida recuperación, y le resulta "inevitable" experimentar su propia recuperación, a pesar de que el diseño de su política económica la lleva a agotar más rápido el combustible que impulsa el crecimiento. 

El listado de políticas que frenan la recuperación es amplio, pero en primer lugar se pueden destacar todas las acciones tendientes a aislarse del mundo y que explican la expulsión de empresas extranjeras en los últimos 18 meses. También el desplome de la inversión extranjera directa a niveles próximos a cero en 2021.

Por ejemplo, se penaliza el ahorro, caen depósitos y préstamos, el riesgo país se mantiene en niveles de default a pesar del acuerdo cerrado hace ya un año. El ambiente de negocios resulta hostil a cualquier tipo de inversión, excepto la que puede hacerse para escapar al cepo cambiario. Y con ello cae la productividad y el empleo de calidad, que es el asalariado privado.

Todo ello ocurre en un mundo en recuperación, en el cual los países compiten por obtener nuevas inversiones, y los procesos de nearshoring son una oportunidad para radicar empresas que, eventualmente, salen de China y se instalan en América.

Por eso, la Argentina hace todo lo posible para que nadie se instale, y expulsa empresas y empresarios. Si esto ocurre en un escenario en expansión en 2021, ¿qué podemos esperar de un mundo más "normalizado" en 2022 o 2023?

Para Bour, el Gobierno debe resolver los distintos desequilibrios que hacen "insostenible" la situación para salir de la crisis en el mediano plazo.

-¿Qué puede ocurrir en el corto y mediano plazo?

-En el mediano plazo, se hace difícil pensar en factores que impulsen el crecimiento de la Argentina, y por lo tanto deberíamos hoy estar trabajando en pensar y discutir las alternativas que enfrentamos. Sobre todo, si queremos evitar caer en un proceso de hundimiento infinito (un maelstrom), cuyas profundidades son insondables.

Pero el muy corto plazo (dos o tres meses) no luce tan mal, en el que siempre se pueden jugar cartas para mantener el decoro, aun cuando ello nos termine de hundir en un tiempo más adelante.

Me explico: la economía está rebotando, y lo más probable es que ello persista por el resto del año, ya que estamos en pleno proceso de  "salir del distanciamiento" y abrir actividades. Al tiempo que se impulsa la demanda por todos los mecanismos a mano.

Es cierto que ello implica descuidar los fundamentos fiscales y monetarios, atrasar el tipo de cambio, tarifas y precios regulados, generar un stock de deuda sin precedentes, y llevar al límite la incertidumbre acerca de lo que ocurrirá "el día después".

-Esto último que menciona es lo que genera más temor en varios argentinos…

-La idea del "día después" surge de asumir que el proceso es insostenible, y que tarde o temprano se deberán corregir los desequilibrios fiscales y monetarios, aun cuando los principales lineamiento de las políticas estructurales de aislamiento del mundo, regulación y represión en mercados de factores y productos, se mantengan.

Muchas veces, el "día" en cuestión se puede atrasar con algo más de anabólicos, y otras veces nos explota en la mano. Hay algún margen para atrasar ese día del "juicio final", pero no mucho tiempo. En parte, por el nivel del desequilibrio, y por otro lado porque no existe opción a firmar un acuerdo con el FMI.

-¿Qué puede ocurrir con el dólar luego de las elecciones?

-El dólar concentra las miradas, pero se trata, justamente, de una variable que podría dar pocas sorpresas en el corto plazo, y sorpresas mayores durante 2022. Lo primero porque en un escenario en que se mantiene el viento de cola externo, el Banco Central puede seguir atrasando el tipo de cambio contando con los diversos mecanismos de represión con los que sofoca al mercado.

Lo que resulta insostenible, sin embargo, es pensar que esa estrategia la puede estirar por los próximos 26 meses, porque los desequilibrios llevarían a un inevitable default, no sólo con el FMI, sino con el resto de acreedores privados, y a un deterioro muy rápido de la economía, que comenzaría a apostar fuertemente a una inminente explosión.

La estrategia cambiaria de Economia y el BCRA para después de las elecciones es indisoluble de lo que pretendan plantear como programa económico para acordar con el Fondo Monetario, y contingente de la capacidad política que tengan para implementar dicho programa.

El cepo cambiario, la pandemia y la ausencia de una confianza en el país pueden complicar el panorama económico luego de las elecciones.

-¿Cuánto influirá el acuerdo con el FMI en el tipo de cambio?

-La gestión de raigambre K de la política económica debería experimentar cambios apreciables para lograr la firma de un acuerdo con el FMI. Un país miembro del Fondo que pretenda un acuerdo de largo plazo, no puede mantener como política un sistema de varios tipos de cambio con mecanismos abiertos y encubiertos de represión, que no sólo genera brechas cambiarias, sino que hacen imposible la recuperación de reservas por parte de la autoridad monetaria.

Un proceso de unificación cambiaria, por gradual que sea, complementado con medidas de reducción del déficit primario, difícilmente sea suficiente para que retorne la confianza y se reduzca el riesgo argentino en forma significativa.

Pero podrían ser parte de un mecanismo temporario, para "hacer durar" la estrategia intervencionista en los mercados, que conduce inevitablemente a un nuevo periodo de estancamiento económico.

-Respecto a la alta inflación que tiene Argentina, ¿cuál es el camino posible para controlarla?

-Una elevada tasa de inflación ha sido el mecanismo que le permite a la actual administración del Presidente Fernandez reducir el desequilibrio fiscal primario, con la fuerte caída de las jubilaciones y los salarios reales de los empleados públicos. Y en 2021 con la caída en el gasto social.

A la vez, es el resultado de la emisión necesaria para financiar el déficit fiscal, que no puede ser cubierto con nueva deuda en los mercados externos, porque el Gobierno los ha cerrado. O en el mercado interno, porque el Tesoro toma todo lo que puede, a costa de desplazar al sector privado, y todavía no le alcanza.

Por lo tanto, debemos esperar que, en un escenario de ajuste incompleto como el mencionado, la tasa de inflación que supimos conseguir en 2021 vuelva a repetirse en 2022, y quizás también en 2023. Es decir, siempre arriba del 40% anual para "hacer caja" y financiar al fisco.-

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