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Bancos limitan financiación con tarjetas e impulsan "préstamos exprés": ¿qué cambia para el bolsillo de los clientes?

Los bancos encontraron rápidamente una manera de evitar la regulación oficial sobre la tasa de interés que cobran a las tarjetas de crédito. Los detalles
20/04/2022 - 11:00hs
Bancos limitan financiación con tarjetas e impulsan "préstamos exprés": ¿qué cambia para el bolsillo de los clientes?

La semana pasada, el Banco Central subió las tasas de interés pero con una excepción: el costo del financiamiento con las tarjetas de crédito, que quedó sin cambios en el 51% nominal anual.

La regulación de la autoridad monetaria sobre la tasa que cobran los plásticos a los deudores que no llegan a pagar todo el vencimiento -sólo pagan el mínimo o una porción del saldo- dio lugar a una reorientación del financiamiento bancario.

En pocas palabras: los bancos dejan de financiar a través de las tarjetas de crédito y ofrecen a sus clientes otros préstamos -más lejos de la regulación del Banco Central-, que resultan más onerosos para quien no llega a fin de mes o necesita dinero circunstancialmente.

Los bancos reorientan su oferta y se encarece el costo de la financiación.
Los bancos reorientan su oferta y se encarece el costo de la financiación.

Se achica el uso y la financiación con tarjetas

La nueva preferencia de las entidades financieras queda expuesta en las estadísticas oficiales. 

  • Entre enero y marzo, las compras con tarjetas de crédito crecieron 6,3% en el primer trimestre del año, respecto de enero-marzo del año pasado. La inflación de este mismo período resultó del 16,1%. Es decir, el uso de los plásticos derrapó prácticamente 10 puntos. Algo que no puede explicarse por una disminución del consumo ya que, por el contrario, el consumo se encuentra 6,7% por encima del año pasado, según los últimos datos de Scentia.
  • Contra marzo del año pasado, la facturación de las tarjetas de crédito creció 39,3% versus marzo de 2021. Según el INDEC, la inflación interanual se ubicó en 55,1%. Y un 59,7% en "alimentos y bebidas", que es el rubro que encabeza la facturación con los plásticos. Una baja de entre 16% y 20% en términos "reales" (descontada la inflación) entre un año y otro.

Semejante contracción real se explica básicamente por la pereza de los bancos a la hora de actualizar los límites de financiación de los clientes.

Las entidades financieras les dan más aire a sus mejores clientes, aquéllos que acreditan sus salarios, por ejemplo. Y dejan sin actualizar -o bien lo hacen por debajo de la inflación- en aquellos casos donde el compromiso comercial es menos valioso.

En los casos de las tarjetas corporativas, la situación también se fue complicando. Sobre todo para las Pymes. Un par de empresas comentaron a iProfesional el listado de pedidos que le hicieron llegar desde dos bancos distintos. Uno de capital nacional y otro extranjero. Las condiciones incluían: la presentación de los últimos tres balances y el acta de las respectivas asambleas de accionistas.

Aquellas pequeñas y medianas compañías que en los últimos dos años no se endeudaron con los bancos, ahora sufren restricciones para que les actualicen los montos máximos para utilizar las tarjetas corporativas.

El uso de tarjetas de crédito viene en retroceso y los límites no se actualizan al ritmo de la inflación.
El uso de tarjetas de crédito viene en retroceso y los límites no se actualizan al ritmo de la inflación.

La alternativa más cara que ofrecen los bancos

Para quienes necesitan dinero, los bancos tienen opciones -claro- pero mucho más onerosas que el financiamiento con la tarjeta de crédito. De hecho, a muchos clientes les ha pasado: cuando no pagan el vencimiento del plástico, el banco se comunica para ofrecerle un préstamo personal.

¿Por qué no le ofrecen una mejora en el saldo de la tarjeta?

Los números están a la vista:

  • El CFT (costo financiero total para refinanciar la tarjeta) se ubica en el 78,5% promedio. Es una tasa regulada por el BCRA (51% nominal anual).
  • Algunos bancos lanzaron líneas especiales para los clientes que no pueden pagar la tarjeta. Se trata de los "préstamos express", de entre 30 a 60 días de plazo, por un máximo de $100.000. El CFT, claro está, es bastante más caro: 186,7% anual, que se compara con aquel 78,5% de las tarjetas.

El costo de los "préstamos express" es prácticamente similar a los que pueden cobrar las financieras que, sin mayores trámites que la presentación del DNI, prestan dinero en efectivo.

Esas financieras cobran una tasa final que puede llegar al 250% anual, dependiendo del monto de la operación, de acuerdo a lo informado por el Banco Central en su página de "transparencia".

Para plazos más largos, de entre 12 a 60 cuotas, las entidades financieras tienen los préstamos personales, que hoy por hoy ya tienen un costo que arranca en el 89% anual de CFT y llega al 155% anual, dependiendo del banco y del tipo de cliente. Obviamente, los clientes con cuentas sueldo son los que consiguen préstamos más baratos.

Préstamos express: dinero en mano a un costo financiero elevado.
Préstamos express: dinero en mano a un costo financiero elevado.

¿Por qué un tope a las tarjetas?

El tope "extraoficial" que los bancos le ponen a la operatoria con las tarjetas parece tener una única explicación, por el lado económico. 

No hay una razón que implique que haya un mayor riesgo crediticio: sólo el 5% de los vencimientos con las tarjetas dejan de abonarse. Es un porcentaje que no ha crecido a pesar de la aceleración inflacionaria.

Hubo, eso sí, un crecimiento de la irregularidad durante el peor momento de la pandemia, pero esa tendencia no empeoró en los últimos tiempos, ya con la recuperación de la actividad económica. En la prepandemia, la irregularidad se situaba entre 2% y 3% del saldo deudor global.

En este contexto, no parece que los bancos vayan a cambiar su estrategia comercial en el corto plazo, mientras se extienda un escenario de elevada inflación y controles por parte de la autoridad monetaria.

Al contrario, financistas consultados por iProfesional admiten -en estricto off the record- que los cambios podrían producirse una vez que la Argentina demuestre, como otros países, que puede controlar la inflación y mejoren las expectativas financieras y cambiarias.

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