INCERTIDUMBRE

Atención emprendedores y Pymes: cuál es la opción más barata para financiarse y crecer

La volatilidad político-económica, la tensión en la cadena de pagos y el endurecimiento de las condiciones bancarias ponen a empresas en una encrucijada.
Por Damián Di Pace
FINANZAS - 09 de Septiembre, 2025

En un año electoral cargado de incertidumbre, las pymes argentinas enfrentan un dilema que trasciende la política: cómo financiar su capital de trabajo en medio de tasas récord, escasez de crédito y una economía en transición. La volatilidad político-económica, la tensión en la cadena de pagos y el endurecimiento de las condiciones bancarias ponen a las empresas en una encrucijada. Ya no se trata de elegir la mejor alternativa de financiamiento, sino de optar por la menos costosa en un menú acotado y riesgoso.

El primer desafío es cómo conseguir liquidez. La pregunta resulta casi existencial: ¿conviene endeudarse en el sistema financiero, desprenderse de los dólares atesorados u obtener efectivo vendiendo stock de mercadería? Para orientar esa decisión, sintetizamos los beneficios y riesgos de cada alternativa en el siguiente cuadro:

Las opciones que tienen las pymes, beneficios y riesgos

La elección dependerá del perfil de cada pyme, de su acceso real al sistema bancario y, sobre todo, de su nivel de tolerancia al riesgo cambiario y operativo en un año donde las reglas del juego pueden cambiar de un día para el otro.

Las SGR, un actor central en el financiamiento pyme

En este escenario, las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) volvieron a posicionarse como un actor central en el financiamiento pyme. Muchas empresas ya no cuentan con cupo en los bancos o no califican por historial crediticio, y encuentran en las SGR una vía alternativa para acceder a capital de trabajo. Al actuar como avalistas, mejoran el perfil de riesgo de las firmas frente al sistema financiero y les permiten descontar cheques, financiar facturas o acceder a préstamos a tasas más competitivas.

Con aval de SGR, las tasas para el descuento de cheques diferidos rondan entre el 49% y el 58% anual. Sin aval, pueden duplicarse o incluso superar el 100%-125% anual. Los plazos van de 30 días a un año, y debe contemplarse además la comisión de la SGR, que oscila entre el 2% y el 4% del monto avalado. A pesar de ese costo adicional, para muchas pymes el aval resulta decisivo: sin él, el acceso directo al crédito sería imposible o implicaría tasas impagables.

El sistema se expandió de manera significativa: hoy, el segmento de garantía representa cerca del 0,4% del PBI y avala aproximadamente un 33% del financiamiento pyme total. Durante 2024, las SGR respaldaron a más de 33.000 empresas por unos u$s1.200 millones, con un dato elocuente: 7 de cada 10 avales fueron otorgados a microempresas, y 9 de cada 10 a micro o pequeñas empresas. En otras palabras, las SGR se transformaron en la llave de acceso para el eslabón más vulnerable del entramado productivo.

Juan José Preciado, CEO de RICSA ALyC y accionista de AFB Avales SGR, detalla: "Cuando los bancos dejaron de asistir al Estado, acumularon liquidez, pero desarmaron sus líneas de riesgo para pymes más chicas. Ahí las SGR pasaron a ser cruciales, porque los bancos terminan descansando en el aval, y el riesgo lo asumen ellas. Durante 2024 vimos operaciones con tasas del 26% al 30% y plazos largos de hasta cinco años, algo que no existía hacía mucho. Este año la demanda se sostuvo hasta mediados, pero en los últimos meses se resintió con la caída de la actividad. Hoy, los que buscan financiamiento lo hacen porque atraviesan complicaciones financieras, mientras que las empresas más sólidas directamente no convalidan estas tasas".

Respecto a los costos de financiamiento de corto plazo, la disparidad entre instrumentos es marcada. El descuento de cheques con aval de SGR sigue siendo la herramienta más accesible, con tasas entre el 49% y el 58% anual. Sin ese respaldo, los bancos aplican entre el 100% y el 125% anual, prácticamente el doble.

El descubierto en cuenta corriente, otra opción al alcance de las pymes

Otra opción frecuente es el descubierto en cuenta corriente, con tasas que oscilan entre el 90% y el 95% anual, según la entidad financiera. Si bien ofrece liquidez inmediata, su costo erosiona rápidamente la rentabilidad y suele agravar la fragilidad de los flujos de caja.

En este marco, queda claro que el aval de una SGR marca la diferencia: no sólo permite acceder a tasas más competitivas, sino que, en muchos casos, se convierte en la única vía para que las pymes sostengan su capital de trabajo en un contexto de tasas generales muy elevadas.

La incertidumbre electoral, sumada a una economía que oscila entre el estancamiento y la recesión, obliga a las pymes con recursos limitados a priorizar qué obligaciones atender primero: impuestos, proveedores o salarios. En este esquema, los trabajadores ocupan un lugar central en la cadena de pagos: garantizar los sueldos no sólo es una cuestión legal, sino también estratégica, ya que retener personal clave asegura la continuidad operativa. Los proveedores, en cambio, suelen verse forzados a aceptar plazos más largos, lo que extiende la cadena de pagos y genera tensiones crecientes en toda la economía.

El riesgo mayor es el de la mora generalizada: con tasas financieras en niveles muy altos y un mercado de consumo deprimido, la probabilidad de incumplimiento aumenta de manera significativa. Se advierte que la morosidad podría incrementarse en los próximos meses, pasando de niveles del 1,1% al 3,5% en el peor de los escenarios.

En este contexto, el financiamiento barato desaparece y la supervivencia depende de la capacidad de negociar con proveedores y sostener el pago de salarios, incluso a costa de acumular deuda fiscal o atrasos con otros acreedores. El "estiramiento" de la cadena de pagos se convierte así en una estrategia defensiva que puede ayudar en el corto plazo, pero que también amplifica los riesgos sistémicos de incumplimiento a nivel general.

Si se opta por acumular deuda fiscal, postergando el pago de impuestos para destinar esos fondos a salarios o proveedores, deben considerarse los intereses resarcitorios y punitorios que aplican AFIP y las agencias tributarias locales. Actualmente, AFIP cobra una tasa resarcitoria del 2,75% mensual por mora en impuestos nacionales, mientras que la punitoria asciende al 3,5%. A nivel provincial y municipal, ARBA aplica en torno al 6,6% mensual, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires la AGIP fija recargos similares a los de AFIP, alrededor del 2,7 por ciento.

Entonces, acumular deuda fiscal puede ser una decisión táctica para sostener la operación, pero no deja de ser una fuente de riesgo financiero. Las pymes que postergan estos pagos comprometen su liquidez futura, ya que los planes de regularización implican compromisos mensuales en pesos a tasas igualmente elevadas.

La paraoja del financimiento pyme

En definitiva, el financiamiento pyme en 2025 está atravesado por una paradoja: hay herramientas disponibles, pero pocas veces resultaron tan costosas o difíciles de sostener en el tiempo. La combinación de incertidumbre política, volatilidad macroeconómica y tasas que se duplican de un día a otro, obliga a las empresas a operar en modo supervivencia.

La clave para transitar este escenario no pasa por encontrar la opción perfecta, sino por identificar cuál es el costo de oportunidad menos gravoso según la situación particular de cada compañía. Endeudarse con el banco, vender dólares o desprenderse de stock no son más que decisiones tácticas en un contexto en el que la estrategia central debe ser preservar la liquidez y mantener a flote el capital humano.

Las SGR, al asumir el riesgo que los bancos ya no quieren cargar, se consolidaron como un puente vital para las micro y pequeñas empresas, y probablemente sigan cumpliendo un rol decisivo en los meses que vienen. Pero su alcance tiene un límite: no pueden revertir, por sí solas, la desaceleración de la actividad ni los desafíos financieros que enfrenta un entramado productivo que busca sostenerse en un escenario de incertidumbre.

El desenlace electoral y las decisiones de política económica marcarán el pulso de lo que resta del año. Si la incertidumbre persiste, la mora y el impago seguirán creciendo, la cadena de pagos se tensará aún más y la recaudación fiscal se resentirá. Si, en cambio, se logra cierta previsibilidad, el sistema de financiamiento podrá recuperar parte de su dinamismo, aunque a costos que seguirán siendo elevados en términos históricos.

Para las pymes, entonces, el desafío inmediato es resistir. Y en esa resistencia, cada punto porcentual de tasa, cada dólar vendido o cada cheque descontado puede marcar la diferencia entre cerrar el año en pie o sumarse a las estadísticas de las que no lograron atravesar la tormenta.

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