El Tesoro volvió a vender divisas para contener al dólar y se estiró la brecha con los financieros
En la segunda rueda de la semana, el dólar minorista cerró a $1.455, en la pizarra del Banco Nación. En el segmento mayorista, la divisa operó a $1.430. En el segmento informal, el dólar blue avanzó diez pesos, en $1.460. En el segmento financiero, el contado con liquidación se negocia a $1.560 (+2,9%), mientras que el MEP se ubica a $1.533 (+2,3%).
Según el análisis del mercado, el Tesoro volvió a interceder para contener el tipo de cambio oficial: habría vendido otros u$s250 millones. A este nivel, en pocos días el Gobierno podría agotar los dólares que ingresó el agro durante las "retenciones cero".
Este martes, el volumen ascendió hasta los u$s588 millones en el segmento mayorista del MULC. "Con lo cual, de nuevo, si no apareció oferta privada por fuera del agro, tuvimos otro día de ventas significativas del Tesoro", revelaron fuentes de mercado. En tanto, el volumen en futuros fue de u$s934 millones y volvieron a subir las tasas implícitas: la TNA del contrato octubre cerró arriba de 42% y la de noviembre en 58%.
De esta manera, el dólar oficial (tanto mayorista como minorista), cerró sin variaciones este martes. Pero los financieros subieron con fuerza y la brecha entre los distintos tipos de cambio volvió a acercarse al 10%.
La rebaja temporal de las retenciones a 0% para las exportaciones de granos generó una ola de expectativas en el mercado financiero. El Gobierno buscaba aliviar las tensiones cambiarias, fortalecer las reservas y contener las presiones sobre el tipo de cambio oficial. Sin embargo, el efecto de la medida se desvaneció en cuestión de días. Mientras el Tesoro no logró aprovechar plenamente el ingreso extraordinario de divisas del agro, la demanda privada de dólares se mantuvo firme y volvió a presionar sobre el mercado.
El contexto político y económico hacía pensar en una ventana de oportunidad. El tipo de cambio se había estabilizado, las señales de apoyo financiero internacional habían mejorado la confianza, y la eliminación de retenciones se presentaba como un incentivo directo para acelerar las liquidaciones del campo. No obstante, los resultados finales fueron modestos: el Tesoro apenas capturó una fracción del flujo total y, lejos de acumular reservas, volvió a vender dólares a los pocos días.
El escenario dejó a la vista las limitaciones estructurales del esquema cambiario. Por un lado, la oferta de divisas se mostró volátil y concentrada en operaciones puntuales. Por otro, la demanda de cobertura siguió en aumento, impulsada por la incertidumbre electoral y la falta de señales claras sobre la política económica después del 26 de octubre.
Euforia inicial, impacto acotado
Desde Invecq destacaron que la eliminación temporal de los derechos de exportación fue recibida con entusiasmo por el sector agropecuario, aunque el efecto práctico fue limitado. La medida duró apenas tres días, lo que llevó a que muchas empresas anticiparan ventas de granos que aún no tenían en su poder, reduciendo el impacto real sobre los productores.
Pese a ello, se observó un aumento significativo en los precios internos. La soja en Rosario pasó de $439.800 el 19 de septiembre a $493.000 el 23 de septiembre, reduciendo la brecha con los valores internacionales de Chicago del 21% al 2%. Cuando las retenciones fueron restablecidas, los precios retrocedieron parcialmente, pero se mantuvieron firmes, con apenas un 5% de diferencia frente a la referencia internacional.
El objetivo de la medida era claro: reforzar las reservas para enfrentar los vencimientos próximos y reducir las dudas sobre la sostenibilidad del tipo de cambio. Sin embargo, el resultado fue modesto. Entre el 23 de septiembre y el 1 de octubre, el sector agroexportador liquidó cerca de USD 6.100 millones, pero los depósitos del Tesoro apenas crecieron USD 1.157 millones, debido a pagos externos y a la imposibilidad de absorber todo el flujo.
En octubre, incluso, el Tesoro volvió a vender dólares. El 1° de ese mes, las reservas se redujeron en USD 544 millones, un movimiento que reflejó el rápido agotamiento de la estrategia. La oportunidad de acumulación de divisas se diluyó en cuestión de días, mostrando que la estabilidad era más frágil de lo que sugerían los números iniciales.
Un diagnóstico complaciente y una demanda que no cede
Los expertos de GMA Capital interpretaron que el problema de fondo fue un diagnóstico optimista sobre el comportamiento del mercado. El Gobierno celebró la baja del dólar sin advertir que gran parte de los pesos obtenidos por el agro no volverían al circuito productivo, sino que buscarían cobertura en los mercados financieros.
La consecuencia fue inmediata: el aumento en la demanda de divisas amplió la brecha cambiaria y reactivó operaciones de arbitraje entre el tipo de cambio oficial y el financiero. Esto, a su vez, limitó la capacidad del Tesoro para comprar dólares sin presionar sobre la cotización mayorista, obligando al Banco Central a intervenir nuevamente.
Desde la consultora remarcaron que el esquema cambiario enfrenta una tensión constante: cualquier intento de absorber liquidez genera desequilibrios paralelos. Por eso, el Gobierno recurrió a medidas de control adicionales, como restricciones cruzadas sobre personas físicas y limitaciones a las billeteras virtuales, para frenar la dolarización minorista.
Sin embargo, para los analistas, este tipo de medidas no resuelven la demanda estructural de cobertura cambiaria. En el mejor de los casos, logran contener el flujo temporalmente, pero sin atacar las causas de fondo. El resultado es una sensación de calma que no alcanza a estabilizar las expectativas de largo plazo.
Un flujo de dólares que se adelanta y reservas que se debilitan
De acuerdo con Invecq, otro factor que explica la fragilidad actual es la concentración de liquidaciones. Parte del ingreso extraordinario de divisas que suele registrarse en el último trimestre se anticipó por la eliminación temporal de retenciones. En promedio, el complejo agroexportador suele liquidar unos USD 6.600 millones en ese período, pero gran parte de ese monto ya fue ejecutado, lo que anticipa menores ingresos hacia fin de año.
En paralelo, la demanda privada se mantiene elevada. Las estadísticas muestran que en agosto las empresas e individuos demandaban en promedio USD 540 millones diarios, pero esa cifra saltó a USD 1.050 millones durante la corrida previa al anuncio del apoyo financiero estadounidense. Luego se estabilizó en torno a los USD 770 millones, un nivel aún alto para un mercado con oferta en retroceso.
Para la consultora, la combinación de oferta limitada y demanda sostenida deja un déficit potencial de USD 8.500 millones hacia las elecciones. Aun cuando el Banco Central dispone de un "colchón" de reservas líquidas estimado en USD 18.500 millones al 23 de septiembre y el Tesoro en USD 1.784 millones al 1° de octubre, el margen de maniobra es escaso.
El dilema ahora es cómo administrar esa escasez. Invecq subrayó que no parece razonable desprenderse de semejante volumen de reservas solo para sostener el actual nivel de tipo de cambio. La estrategia, según la consultora, debería enfocarse en evitar un salto abrupto mientras se preserva capacidad de respuesta ante un escenario de mayor presión.
Un escenario frágil rumbo al 26 de octubre
Con la cuenta regresiva hacia las elecciones en marcha, las próximas semanas serán decisivas para el dólar. El Gobierno enfrenta una disyuntiva: endurecer aún más los controles para evitar un salto cambiario o esperar que se materialice el respaldo financiero de Estados Unidos.
Los especialistas advierten que, sin un refuerzo externo o una reducción de la demanda de divisas, el equilibrio actual difícilmente pueda sostenerse hasta fin de mes. El desafío no pasa solo por contener el tipo de cambio, sino también por preservar la credibilidad del esquema monetario y evitar que el mercado perciba señales de agotamiento.
Las consultoras señalaron que la pérdida de reservas y la persistencia de brechas elevadas son síntomas de un sistema que funciona bajo tensión constante. En este contexto, cualquier shock político o financiero podría desatar una nueva ola de inestabilidad.
El panorama cambiario muestra una calma precaria. Con flujos de dólares cada vez más débiles y una demanda que no afloja, el desafío para el equipo económico es sostener la estabilidad sin agotar las últimas reservas disponibles antes de las elecciones.