El Tesoro vendió otros u$s300 millones para contener al dólar oficial, pero subió el blue
En la tercera rueda de la semana, el dólar minorista se vendió a $1.455, en la pizarra del Banco Nación. En el segmento mayorista, la divisa se negociaba en $1.430. En el segmento informal, el dólar blue opera con una suba de quince pesos, en $1.475. En el segmento financiero, el contado con liquidación se negocia a $1.544 ( 0,2%), mientras que el MEP se ubica a $1.520 ( 0,4%). Durante esta jornada, con u$s680 millones, el Tesoro mantuvo sus intervenciones sobre el dólar oficial.
El Tesoro mantuvo sus intervenciones sobre el dólar oficial, y de confirmarse finalmente que usó otros u$s327 millones, Economía ya gastó casi el 90% de los dólares que le compró al agro y le quedan tan solo u$s353 millones en sus arcas dentro del Banco Central. En poco más de una semana, habría vendido unos u$s2.100 millones.
"El dólar mayorista se mantuvo estable durante toda la rueda, con muy poca oscilación, en línea con la dinámica de las últimas jornadas, nuevamente marcada por la fuerte presencia del Tesoro como único oferente relevante. Según estimaciones del mercado, hasta ayer le restaban alrededor de u$s680 millones disponibles, y considerando los vencimientos que deberá afrontar antes del 26 de octubre, es muy probable que hoy haya liquidado el total del saldo acumulado de exportadores, puesto que en el mercado de cambios se operaron u$s677 millones, un nivel que coincide en proporción del mercado a lo que vino vendiendo estos días", explicó Nicolás Merino, operador de ABC Mercado de Cambios.
Máxima presión sobre el dólar rumbo a las elecciones
El mercado cambiario argentino transita días de alta tensión mientras el país se encamina hacia las elecciones. En un contexto atravesado por la incertidumbre política, la fragilidad de la demanda de dinero y la necesidad de sostener la estabilidad nominal, el dólar volvió a ubicarse en el centro de la escena. Los operadores y analistas coinciden en que el Gobierno enfrenta una compleja combinación de factores: mantener la calma financiera, preservar el superávit fiscal y evitar que la brecha cambiaria vuelva a desbordarse justo antes de las urnas.
La coyuntura no es nueva, pero sí tiene rasgos inéditos. A diferencia de otros ciclos electorales, hoy el mercado opera con acceso libre al dólar oficial para individuos, una oferta restringida de divisas del agro y un flujo de pesos que, pese a los esfuerzos monetarios, no encuentra destino productivo. Este cóctel genera un escenario en el que cualquier movimiento político o económico se traduce rápidamente en presión sobre el tipo de cambio.
El Gobierno intenta administrar las expectativas a través de señales de control fiscal y acuerdos externos. La baja temporal de retenciones y las gestiones con el Tesoro de Estados Unidos buscan reforzar la confianza y, al mismo tiempo, ampliar la oferta de dólares para aliviar el frente cambiario. Sin embargo, el desafío va más allá de las medidas coyunturales: el verdadero test será sostener la estabilidad sin agotar reservas ni deteriorar la credibilidad.
Mientras tanto, el mercado se divide entre la cautela y la especulación. Por un lado, los inversores esperan que la contienda electoral defina la continuidad o no del actual esquema de bandas cambiarias. Por otro, la dolarización de carteras avanza, alimentada por la incertidumbre política y la percepción de que el peso perdió atractivo. Todo ocurre en un momento en que la economía parece haber frenado su recuperación, y el humor social se convierte en un factor adicional de volatilidad.
Un camino de espinas hasta las elecciones
Los especialistas de la sociedad de bolsa Mega QM describen el escenario actual como un "camino de espinas" hasta fines de octubre. En su análisis, el objetivo del Gobierno se centra en llegar a los comicios con un tipo de cambio lo más controlado posible, aunque esa meta implique resignar parte del margen de maniobra en materia de reservas y de política monetaria.
La consultora detalla que la economía atraviesa una etapa de "overshooting cambiario", en la que la demanda de cobertura en dólares alcanzó niveles récord y la oferta de divisas se retrajo. Esto responde, principalmente, a la combinación de factores políticos y financieros: un ritmo de acumulación de reservas que nunca terminó de consolidarse, una política monetaria aún en transición y un contexto electoral que exacerba las expectativas.
Según los analistas, el impacto del ciclo electoral es contundente. En los últimos veinte años, sólo dos elecciones legislativas se realizaron sin controles cambiarios. La actual se suma a ese breve grupo, pero bajo un régimen de flotación administrada y con una economía mucho más sensible a las variaciones de confianza.
Desde Mega QM advierten que, históricamente, las etapas preelectorales en Argentina generan una fuerte demanda de dólares por atesoramiento, fenómeno que suele intensificarse a medida que se aproxima la fecha de votación. En este ciclo, esa dinámica volvió a reproducirse, aunque con un componente adicional: el acceso libre al mercado oficial, que permite canalizar parte de esa presión directamente hacia el segmento spot.
Brecha en alza y dólar bajo presión
Por su parte, Grupo IEB destaca que la Comunicación "A" 8336 del Banco Central, que limita el arbitraje entre el dólar mayorista y los financieros, fue uno de los detonantes del resurgimiento de la brecha. Según los especialistas del bróker, la medida acotó la posibilidad de operar entre ambos mercados, generando distorsiones que derivaron en un mayor diferencial entre las cotizaciones.
Los analistas de IEB señalan que este episodio tiene características distintas a otros momentos de tensión. Ahora, los individuos cuentan con libre acceso al mercado oficial, lo que refuerza la demanda de dólares al contado y complica la estrategia del Gobierno para acumular reservas. En ese marco, la alta dolarización de carteras no sólo refleja desconfianza, sino también una preferencia racional ante la incertidumbre política.
El informe del bróker subraya que esta presión cambiaria se da en un contexto de superávit fiscal y de cantidad de dinero controlada. Por eso, no se observa un problema por exceso de pesos en circulación, sino una caída en la demanda de dinero. Es decir, los agentes económicos eligen desprenderse de la moneda local aun cuando su oferta no crece, lo que profundiza el desequilibrio cambiario.
Para IEB, esta dinámica no favorece al Tesoro en su objetivo de acumular divisas. Si el Estado interviene para abastecer el mercado, incrementa la demanda de dólares y, por ende, eleva su precio. Este efecto, además, erosiona aún más la confianza y la disposición de los agentes a mantener pesos, en un círculo difícil de romper.
Fiscal, monetario y político: las tres fronteras del riesgo
Desde Mega QM advierten que las próximas semanas serán críticas en tres frentes: el fiscal, el cambiario y el político. En materia fiscal, la consultora destaca que el equilibrio de las cuentas públicas es la principal ancla para contener expectativas inflacionarias. Sin embargo, la reducción temporal de retenciones implica un costo estimado en 1.500 millones de dólares, equivalente al 0,2% del PBI. Aunque su impacto se diluye entre 2025 y 2026, obliga a reasignar partidas para mantener el superávit.
En el plano monetario, el control de la cantidad de pesos es un avance, pero insuficiente para evitar las presiones de corto plazo. Los analistas remarcan que los agregados monetarios amplios —como los depósitos y la deuda en pesos— siguen altos, mientras que la demanda real de dinero se debilita. Esta combinación genera tensiones en el mercado de cambios que no pueden ser absorbidas sólo con tasas o con intervenciones puntuales.
El frente político es quizás el más sensible. Mega QM sostiene que el desgaste de la imagen del Gobierno y las dificultades para consolidar acuerdos en el Congreso limitan la capacidad de respuesta. Los mercados perciben ese debilitamiento y ajustan sus estrategias ante la posibilidad de cambios abruptos en el rumbo económico.
En este contexto, la firma resalta que cada dólar perdido en intervenciones aumenta la probabilidad de un ajuste posterior más fuerte. Cuanto más se demore la normalización del mercado, más alta será la cotización de equilibrio que deberá convalidarse después de las elecciones.
Dos escenarios posibles y un final abierto
Mega QM plantea que, una vez superadas las elecciones, el rumbo dependerá del resultado político. En un escenario favorable al oficialismo, podría consolidarse la estabilidad fiscal, lograrse un retorno gradual a los mercados de deuda y acumular reservas sin necesidad de un salto cambiario abrupto. En cambio, si el resultado debilita la continuidad del programa, se abriría la puerta a una corrección cambiaria más rápida para reequilibrar las variables y redefinir las tasas reales de interés.
En el primer caso, el país podría aspirar a un punto de equilibrio más sostenible, con menor presión sobre el dólar y tasas en niveles moderados. En el segundo, la economía enfrentaría un ajuste inicial más fuerte, pero con la posibilidad de estabilizarse luego de una corrección más profunda.
Grupo IEB complementa este enfoque destacando que la política de acumulación de reservas será determinante para definir cuál de los dos caminos prevalecerá. Sin un flujo sostenido de divisas y una recuperación de la demanda de pesos, la estabilidad será transitoria y dependerá de la intervención constante del Estado.
Ambas visiones coinciden en un punto clave: la confianza es el activo más escaso y, al mismo tiempo, el más valioso. Sin ella, cualquier esquema cambiario es insostenible. Octubre, nuevamente, se perfila como el mes donde se definirá el rumbo económico de los próximos dos años.