El dólar volvió a subir y se acercó al techo de la banda: las señales que encienden alarmas en el mercado
El dólar oficial minorista subió $5 hasta los $1475 en la pizarra del Banco Nación este miércoles. En el segmento mayorista, en tanto, la divisa trepó $6 a $1453 y quedó más cerca del techo de la banda, que se ubica en torno a los $1.509. En cuanto a los dólares financieros, el contado con liquidación se vende $1529,90 (+0,35%), y el MEP se ubica a $1487 (+0,46%). Por último, en el segmento informal, el blue se negocia, a $1460.
El mercado cambiario vuelve a girar alrededor del mismo eje que domina la escena económica desde hace meses: las reservas del Banco Central y su capacidad para contener al dólar en un contexto cada vez más ajustado. Los últimos datos oficiales reavivaron la preocupación sobre la sostenibilidad del esquema cambiario, no solo por el deterioro de las reservas netas, sino también por el uso de herramientas extraordinarias para sostener la liquidez en dólares. En un clima donde cada movimiento del BCRA se interpreta como una señal de lo que puede ocurrir con el tipo de cambio, los inversores miran con creciente inquietud la brecha entre lo que exige el programa financiero y lo que muestran los números reales.
El deterioro reciente de las reservas netas encendió alertas en operadores, bancos y fondos de inversión. La caída no solo devuelve el indicador a terreno negativo, sino que expone la fragilidad del balance cambiario en la recta final del año. Las tensiones se acumulan mientras crecen las necesidades de financiamiento en dólares y el Gobierno debe afrontar vencimientos que presionan aún más sobre el mercado. En este contexto, la pregunta que domina es sencilla pero crucial: ¿hasta cuándo puede resistir el actual nivel del dólar sin un ajuste brusco?
El retroceso de los activos internacionales se combina con un escenario doméstico que exige decisiones rápidas. Las necesidades de cobertura y la acumulación de pesos en el sistema financiero generan movimientos constantes hacia instrumentos dolarizados, mientras la oferta de dólares genuinos sigue mostrando limitaciones. Cada dato nuevo tiene el potencial de mover expectativas y recalibrar posiciones, especialmente cuando se trata de información vinculada a reservas, encajes o intervenciones oficiales.
La dinámica del frente cambiario no opera en el vacío. Las exigencias del programa financiero, los vencimientos de deuda, los instrumentos emitidos por el Tesoro y los movimientos de corto plazo se entrelazan con las condiciones estructurales del mercado. En este marco, los analistas del sector privado volvieron a enfocarse en el deterioro reciente de las reservas netas y en las implicancias directas que eso podría tener para la estabilidad del dólar durante las próximas semanas.
Reservas netas negativas y tensión creciente
Desde Portfolio Personal Inversiones (PPI) señalaron que la publicación reciente de la Planilla de Reservas Internacionales y Liquidez del Banco Central mostró un dato que sacudió al mercado: las reservas netas volvieron a ser negativas al cierre de octubre. Según detallaron, al considerar como pasivos de corto plazo los vencimientos de BOPREAL en 12 meses y los depósitos en dólares del Tesoro, las reservas netas descendieron hasta aproximadamente –US$ 2.130 millones, luego de haber mostrado u$s1.624 millones en septiembre.
Los expertos de la sociedad de bolsa explicaron que esta caída responde a dos factores simultáneos. En primer lugar, una baja de US$ 990 millones en las reservas brutas, lo que deterioró el activo del Banco Central. En segundo lugar, una disminución significativa en los pasivos de corto plazo por –US$ 2.760 millones, lo que amplificó el deterioro contable del indicador neto.
Para PPI, la clave pasa por entender qué explica ese descenso en los pasivos. Sus analistas apuntaron que el ajuste se originó principalmente en la activación del swap con el Tesoro de Estados Unidos, que implicó un incremento de US$ 2.510 millones en la cuenta que agrupa líneas de swaps. A esto se sumó un aumento adicional de US$ 1.004 millones en la línea de pases, un movimiento que también modificó la composición de los pasivos del balance del BCRA.
La reaparición de reservas netas negativas, según indicaron, vuelve a ubicar al Banco Central en un terreno delicado. Aunque no se trata de un hecho aislado, sí representa un cambio respecto de los meses previos y obliga a recalcular las metas acordadas dentro del programa financiero, complicando aún más la lectura del mercado respecto de lo que puede suceder con el tipo de cambio en el corto plazo.
Metas más exigentes y riesgo de un nuevo waiver
Los especialistas de PPI recalcularon las metas de acumulación de reservas netas del acuerdo financiero, y los resultados no dejaron margen para el optimismo. Explicaron que, al 18 de noviembre, el Banco Central debía sumar US$ 9.430 millones para alcanzar la meta de fin de año. Y para cumplir con la meta intermedia, fijada para mitad del próximo año, el desafío subía hasta u$s13.630 millones.
Pero la situación se volvió aún más desafiante cuando incorporaron al cálculo el impacto de la activación del swap con el Tesoro estadounidense. Al descontar los u$s2.510 millones vinculados con esa operación, el objetivo de fin de año se desplaza a US$ 11.940 millones, un número que luce todavía más inalcanzable en un contexto donde las compras oficiales de divisas fueron prácticamente nulas en las últimas semanas.
Desde PPI indicaron que la ausencia de nuevas compras por parte del sector público -que apenas adquirió menos de u$s50 millones en la última intervención- reduce drásticamente la probabilidad de cumplir con los compromisos establecidos. En este sentido, la posibilidad de solicitar un nuevo waiver se vuelve cada vez más significativa en las proyecciones del mercado.
Los analistas advirtieron que, si bien la solicitud de un nuevo permiso no implica un incumplimiento grave en lo inmediato, sí expone la tensión persistente entre dos objetivos que chocan entre sí: acumular reservas y mantener al dólar dentro de los parámetros previstos. Para los operadores, este choque de objetivos podría traducirse en mayor volatilidad cambiaria si no aparecen nuevas fuentes de financiamiento.
El ajuste en los encajes y la estrategia para sostener la deuda en pesos
Desde Max Capital explicaron que, en paralelo a la dinámica de reservas, el Banco Central anunció una serie de modificaciones en la política de encajes con el objetivo de relajar parcialmente el apretón monetario aplicado en los últimos meses. Según detallaron, el organismo redujo en 3,5 puntos porcentuales el efectivo mínimo requerido para cuentas a la vista, cauciones y money market, una medida que libera liquidez dentro del sistema.
Los especialistas del bróker destacaron además que se incrementó en otros 3,5 puntos porcentuales la porción de encajes que puede integrarse con títulos públicos para los depósitos a plazo. Este ajuste, según interpretaron, está directamente vinculado con la necesidad de mantener la demanda por instrumentos del Tesoro, en un contexto donde el rollover de la deuda en pesos se vuelve determinante para evitar tensiones financieras adicionales.
Para Max Capital, otro punto clave es la reducción de la integración mínima diaria de encajes, que bajó del 95% al 75%, lo que otorga mayor flexibilidad operativa a las entidades financieras. También se extendió hasta fines de marzo el aumento de cinco puntos porcentuales aplicado en agosto, que puede integrarse con bonos públicos, reforzando así los incentivos para sostener la demanda por instrumentos del Tesoro.
Los analistas remarcaron que estas medidas forman parte de una estrategia que busca aliviar restricciones monetarias sin desarmar la necesidad de financiamiento del sector público. En otras palabras, el Banco Central intenta generar liquidez sin afectar la capacidad del Tesoro para renovar vencimientos, algo vital en un mes con fuertes exigencias financieras.
La licitación del Tesoro y su impacto en la estabilidad cambiaria
Los expertos de Max Capital señalaron que la licitación que llevará adelante el Tesoro esta semana será clave para evaluar la capacidad del Gobierno de sostener su programa financiero. Con vencimientos por $14.000 millones, el menú de instrumentos incluirá lecaps y boncaps con vencimientos entre 2026 y 2027, Boncer, un bono de tasa variable y dos títulos dollar-linked con vencimientos en 2026.
Según explicaron, parte del stock que vence corresponde al bono a tasa variable que había sido emitido para que los bancos lo utilicen para integrar encajes, por lo que la reciente flexibilización anunciada por el Banco Central se vincula directamente con la necesidad de sostener la demanda por estos instrumentos. El objetivo implícito sería asegurar una renovación ordenada del stock, evitando presiones sobre los pesos disponibles.
Max Capital detalló que la reducción de encajes para depósitos a la vista implica una caída de $1.900 millones en reservas de efectivo del sistema. Sin embargo, señalaron que este efecto podría verse compensado por el incremento de 3,5 puntos porcentuales en la parte de encajes que puede integrarse con títulos públicos, lo que generaría una demanda adicional cercana a $2.100 millones.
Para los analistas, este equilibrio entre liberación y absorción de liquidez muestra que el Banco Central busca evitar un desequilibrio brusco. La estrategia sería contener presiones sobre el mercado de deuda en pesos sin generar una expansión monetaria excesiva que termine trasladándose al dólar.
El swap con Estados Unidos y su incidencia en el balance cambiario
Otro de los puntos que destacó Max Capital fue la influencia del swap con el Tesoro estadounidense en las estadísticas del Banco Central. Según interpretaron, los datos de reservas al 31 de octubre sugieren que el organismo activó aproximadamente US$ 2.500 millones del acuerdo bilateral, dado que la posición corta en dólares a un mes aumentó en ese monto.
Los especialistas aclararon que el registro contable de la operación no implica necesariamente que el pago deba realizarse dentro de un mes. Subrayaron que este tipo de operaciones puede renovarse mes a mes, por lo que el vencimiento efectivo podría variar según las necesidades de liquidez del Banco Central. Será recién con la publicación de los datos de noviembre cuando se podrá evaluar si la operación fue renovada o compensada.
Para Max Capital, más allá de su impacto contable, la activación del swap funciona como un respaldo temporal en un contexto de tensiones crecientes en el mercado cambiario. Permite cubrir necesidades inmediatas sin recurrir a reservas propias, aunque también modifica la lectura del balance y condiciona la capacidad de acumulación futura.
La lectura del mercado, según explicaron, es que el uso de estas herramientas refleja la falta de fuentes alternativas de financiamiento en dólares. Y en ese contexto, cualquier cambio en la posición neta del Banco Central es interpretado como un anticipo de posibles movimientos en el dólar oficial o financiero.
Qué puede pasar con el dólar en las próximas semanas
El cruce de información deja un mensaje claro: la presión sobre el dólar aumenta. La combinación de reservas netas negativas, metas más exigentes, intervenciones puntuales y uso de herramientas extraordinarias genera un terreno fértil para movimientos bruscos si no aparecen fuentes consistentes de divisas.
La posibilidad de un nuevo waiver alimenta la incertidumbre, ya que expone que las metas actuales son difíciles de cumplir sin cambios de estrategia. A esto se suma un mercado que sigue acumulando pesos y buscando cobertura, mientras el Banco Central intenta equilibrar liquidez, financiamiento y estabilidad cambiaria al mismo tiempo.
La mirada de corto plazo muestra un escenario donde cada decisión puede mover expectativas. Para los analistas, el dólar se encuentra en un punto crítico, condicionado por la fragilidad de las reservas y por la necesidad de mantener anclada la demanda de pesos en un contexto cada vez más volátil.
Con este telón de fondo, el mercado teme que cualquier sobresalto en la disponibilidad de dólares acelere un salto en el tipo de cambio. Y aunque las herramientas extraordinarias brindan un colchón temporal, la sostenibilidad del esquema dependerá, una vez más, de la capacidad del Gobierno de conseguir financiamiento y moderar tensiones en los frentes fiscal, monetario y cambiario.