Leonardo da Vinci: retrato de un genio con muchas luces y algunas sombras

Una biografía del artista escrita por Walter Isaacson será llevada al cine con Leonardo DiCaprio como protagonista, en la piel del famoso pintor
Por iProfesional
MANAGEMENT - 09 de Abril, 2018

A un año de los 500 años de la muerte del artista Leonardo da Vinci, ya hay mucho movimiento en torno a uno de los mayores genios de la historia.

Hace poco un prí­ncipe saudí­ compró una de sus obras, "Salvator Mundi" por u$s450 millones, aún habiendo serias dudas sobre su autorí­a. Y ahora una monumental biografí­a arroja luz sobre el artista y su obra.

Biógrafo de personalidades tan fascinantes como Steve Jobs (2011), Einstein (2008), Benjamin Franklin (2003) o Kissinger (1992), Walter Isaacson -profesor de la Universidad de Tulane, fue editor de la revista Time y presidente de la CNN- ahora cuenta la vida de este artista en una obra que además será llevada a la pantalla grande.

En el cine será otro Leonardo (DiCaprio) quien se ponga en la piel de este autor.

Según ABC, la principal virtud del texto fue trazar la vida y la obra de Da Vinci a partir de sus maravillosos cuadernos: más de 7.200 páginas abarrotadas de dibujos y anotaciones.

Curioso insaciable, Da Vinci lo apuntaba todo en un cuaderno que llevaba atado al cinturón. No en vano, procede de una familia de notarios. Salí­a a la calle en busca de rostros que dibujar y de cadáveres que diseccionar, relató el medio español.

Su curiosidad sin lí­mite suplí­a su falta de estudios. Nada le era ajeno: hizo estudios de anatomí­a, fósiles, pájaros, óptica, perspectiva, máquinas, botánica, geologí­a, armamento, geometrí­a (nunca se le dio bien la aritmética), astronomí­a, hidrodinámica, espectáculos teatrales.

Salieron de su zurda y prodigiosa mano algunos de los más hermosos retratos femeninos de la Historia del Arte (la Mona Lisa, la Dama del Armiño, la Belle Ferronière, Ginevra de Benci), así­ como fascinantes y coreográficas composiciones en las que manipuló magistralmente la perspectiva (La íšltima Cena). Según Isaacson, "revela los movimientos del alma mediante los movimientos del cuerpo"

También complejas obras narrativas como "Santa Ana, la Virgen y el Niño", y se devanó los sesos para hallar la proporción áurea y probar la cuadratura del cí­rculo. Lo estudió con ahí­nco con "El hombre de Vitrubio".

Estuvo más de 20 años observando el vuelo de las aves y tratando de que el hombre volase. A ello dedicó una docena de cuadernos: más de 500 dibujos y 35.000 palabras. Quizá todo se deba a un recuerdo de la infancia que lo atormentaba: un pájaro llegó volando y se posó en la cuna, le metió la cola en la boca y le hurgó dentro.

Leonardo diseñó ballestas gigantes, tanques tortuga, una lira en forma de cráneo de caballo, unas gafas para sus inmersiones en el Arno y hasta frivolidades como la fórmula para fabricar un tinte rubio oscuro o cómo preparar el baño para la esposa de Ludovico Sforza.

En los cuadernos analizados por la biografí­a, su lista de tareas pendientes es sorprendente: describir cómo es la lengua del pájaro carpintero, la mandí­bula de un cocodrilo, la placenta de un ternero, el movimiento de las alas de las libélulas.

El retrato en claroscuro que traza Walter Isaacson de este genio vegetariano es benévolo (rubio, atlético, fuerte, afable, ameno conversador, elegante, refinado, sofisticado), aunque no esconde que fue un inadaptado, ni sus errores y fracasos, que los tuvo.

Así­, la pintura al óleo y temple sobre yeso seco empleada en "La íšltima Cena" no aguantó el paso de los años y casi se desvaneció. Fue "una idea genial pero de ejecución defectuosa", advierte Isaacson, que define a Da Vinci como "maestro de lo inconcluso".

Tení­a la maní­a de dejar sin terminar la mayorí­a de los proyectos que emprendí­a. Disfrutaba más concibiendo una idea que ejecutándola.

Perfeccionista hasta lo enfermizo, le gustaba retocar la pintura al óleo con sus manos. Resultan emocionantes los rastros de sus huellas dactilares en la "Anunciación" y en el retrato de Ginevra de Benci.

Tampoco se deshizo nunca de la Mona Lisa. "Leonardo crea una sonrisa imposible de retener, esquiva a quienes intentan verla", dice Isaacson, para quien la copia del Museo del Prado "es la más bella".

Cuesta imaginar a un dandi que lucí­a túnicas rosadas en satén y terciopelo, cubierto de sangre diseccionando caballos, vacas o cadáveres humanos, mientras se descomponí­an a toda velocidad, para desentrañar cómo era el interior del cuerpo y poder dibujarlo y pintarlo.

Como estaba prohibido diseccionar cadáveres femeninos, recurrió a una vaca para estudiar el feto. "La mano de Leonardo fue tan hábil con la pluma como con el bisturí­", advierte Isaacson.

Entre sus hallazgos, hizo la primera descripción de la arterioesclerosis como un proceso en función del tiempo, fue uno de los primeros en observar que el sistema sanguí­neo estaba en el corazón y no en el hí­gado y el primero en saber cómo funciona la válvula aórtica.

Visionario y pionero del humanismo cientí­fico, ideó proyectos megalómanos que no se llevaron a cabo: desviar el Arno excavando un canal de diez metros de profundidad, construir un canal navegable entre Florencia y el Mediterráneo, drenar las marismas de Piombino. Algunos se harí­an realidad siglos después.

Pintor de ángeles andróginos, fue homosexual, al igual que Botticelli, Donatello, Cellini o Miguel íngel. Leonardo fue acusado de sodomí­a con Jacobo Saltarelli, de 17 años. Tuvo a su servicio a muchos jóvenes, como Atalante Migliorotti, un músico, o Gian Giacomo Caprotti, apodado Salai (diablillo), un ladronzuelo de 10 años del que el maestro se encaprichó y con el que vivió casi toda su vida, relató ABC.

"Leda y el cisne", única escena abiertamente sexual de Leonardo, está desaparecida. Se le atribuyó a Da Vinci un impúdico ángel con pechos femeninos y pene erecto, que seguramente fue obra de Salai. La Familia Real británica, comenta Isaacson, se avergonzaba de esta obra, que fue robada y acabó en Alemania.

A los 55 años el artista, conoció a Francesco Melzi, de 14 años e hijo de un noble. Leonardo lo adoptó: fue para él un padre y su maestro. Melzi se convirtió en su secretario personal y uno de sus ayudantes en el taller. Le nombró albacea y recibió la mayor parte de la herencia, por culpa de la cual Leonardo mantuvo agrias disputas y demandas judiciales con sus once hermanastros.

Rivalidad con Miguel íngelLa biografí­a aborda la amistad de Leonardo con Maquiavelo y su rivalidad con Miguel íngel. Relata Isaacson algunos episodios que revelan la mala relación entre ellos.

Quisieron enfrentar a Leonardo, de 51 años, y Miguel íngel, de 28, en una competición artí­stica con sendos encargos para la Sala del Gran Consejo del Palazzo della Signoria de Florencia. El primero, plasmando en una pared una escena de la Batalla de Anghiari. El segundo, en otra, una escena de la Batalla de Cascina. Los dos abandonaron sus proyectos y fue Vasari quien acabó decorando la sala.

No tuvo Da Vinci mucho ojo con sus mecenas: Ludovico Sforza envevenó a su sobrino para quedarse con el ducado de Milán, César Borgia era un tirano y piscópata. Leonardo estuvo ocho meses a su servicio y viajó con sus ejércitos.

Isaacson lo explica así­: "Le atraí­a el poder. Aborrecí­a la guerra, pero también le fascinaba".

Fue Francisco I de Francia su principal mecenas. Decí­a Cellini que estaba enamorado de Leonardo. í‰ste murió el 2 de mayo de 1519 a los 67 años. Según el fantasioso Vasari, en brazos del rey, escena que inmortalizó Ingres.

La última obra de Leonardo fue un dibujo de cuatro triángulos rectángulos. Interrumpió el trabajo "porque la sopa se enfrí­a". Curiosamente, fueron esas las últimas palabras que anotó en sus cuadernos un hombre que escribió de todo.

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