Pampa Energía, considerado el mayor grupo integrado del sector eléctrico argentino, acumula pérdidas por $6.783 millones en lo que va del año, mayormente generadas por los efectos de la devaluación en las operaciones de sus negocios en los sectores de petróleo, gas y electricidad.

Dueño de activos como Edenor; Transportadora de Gas del Sur (TGS); Transener, de centrales térmicas y de una serie de importantes pozos petroleros, también sufrió las consecuencias de la depreciación cercana al 43% que sufrió el peso frente al dólar entre abril y octubre pasados.

De hecho, durante el mismo período del 2017, el conglomerado propiedad de Marcelo Mindlin había ganado $3.094 millones, en lo que fue su primer año como empresa unificada, tras haber consolidado en sus balances los resultados de la adquisición de la ex Petrobras Argentina.

Ese año además logró revertir el proceso de default de sus empresas energéticas gracias a la negociación con el Gobierno de nuevos marcos regulatorios y cuadros tarifarios, más que nada en los casos de Edenor, Transener y TGS.

En el grupo consideraron estas definiciones oficiales como fundamentales para brindar a esas empresas una rentabilidad estable y previsible hasta el próximo período de revisión en 2022, y también una condición fundamental para continuar con las inversiones previstas acordes a las tarifas.

En el caso de los hidrocarburos, el año pasado también desde el Gobierno se ayudó a que Pampa Energía revierta la tendencia negativa en las reservas de gas natural a partir de la continuidad del Plan Gas hasta el 2021, que incentiva la producción de gas no convencional en las cuencas Neuquina y Austral.

Un programa crucial para revertir la tendencia negativa en las reservas de gas natural del país a partir de métodos no convencionales de producción que vienen contribuyendo a compensar la declinación de la producción convencional.

Adicionalmente, la quita de subsidios y la desregularización del mercado, contribuyeron también a reparar el déficit en la oferta de gas potenciando los negocios del grupo, básicamente enfocados desde el 2009, cuando se creó Petrolera Pampa, en la producción de energía y petróleo.

El mayor ejemplo es Vaca Muerta, donde Pampa Energía opera en la zona de Parva Negra Este con el objetivo de extraer gas y shale gas con la perforación de seis nuevos pozos exploratorios en El Mangrullo y Sierra Chata y en Las Tacanas Norte.

En lo que respecta a los negocios de generación de electricidad, el año pasado profundizó su apuesta con tres proyectos térmicos por 305 MW, un 11% del total de potencia adicionada al sistema nacional y con una de u$s280 millones.

También se adjudicó el cierre a ciclo combinado de Genelba Plus que demanda una inversión de u$s355 millones y que comenzará a generar energía a ciclo abierto a partir del segundo trimestre del 2019 y hacia el segundo trimestre del 2020 como ciclo combinado. Además, opera varios parques eólicos a los cuales destinó otros u$s205 millones.

Sin embargo, este año el escenario fue diferente a partir de la fuerte exposición de sus deuda a los movimientos del dólar y a pesar de que sus ventas netas consolidadas alcanzaron los $66.028 millones y fueron un 82% mayor a los $36.216 millones registrados en el mismo período del 2017. Esto se dio a aumentos del 110% en generación de energía; 98% en distribución; 51% en petróleo y gas; 38% en petroquímica, y 162% en holding y otros negocios.

En la actualidad Pampa Energía genera 11.520 GWh de energía desde 12 centrales; vende 16.520 GWh de electricidad a tres millones de clientes; produce 45.600 barriles por día de hidrocarburos y comercializa 267.000 toneladas de productos petroquímicos.

Su Ebitda ajustado consolidado es de $23.961 millones, comparado a los $10.689 millones de los primeros nueve meses del año pasado y su capitalización asciende a los $89.600 millones o los u$s 2.500 millones.

Pero a pesar de estos números positivos, su pérdida llegó a los $6.783 millones con respecto a una ganancia de $3.094 millones en el 2017, debido a la pérdida de $31.210 millones, devengada a raíz de la depreciación del 121% del peso contra el dólar, moneda en la cual están denominados mayoritariamente los pasivos financieros de la compañía.

En ese marco y en línea con la política de manejo de pasivos, la compañía continuó refinanciando o cancelando deuda de corto plazo. Y en la actualidad sus vencimientos de capital 2018-19 ascendían a u$s285 millones. Es decir, u$s11 millones menos que el cierre del trimestre pasado.

De manera adicional, en agosto pasado suscribió pre-financiaciones a las exportaciones y préstamos bancarios por u$s67 millones, con vencimientos en febrero y agosto de 2019. Y en octubre renovó pre-financiaciones a las exportaciones por préstamos bancarios por u$s48 millones, con vencimientos en abril de 2019.

Asimismo, pagó al vencimiento del 100% del capital de la ON Clase A por $282 millones más $26 millones de intereses. En el mismo mes se tomó un préstamo bancario por u$s10 millones, con vencimiento en abril de 2019.

A septiembre, el promedio de tasas de interés para préstamos era de 6,9% para los denominados en dólares, moneda en la que está denominada el 98% de su deuda bruta. Además, la vida promedio de su pasivo financiero ascendió a cinco años.

Por otra parte, sus costos operativos netos aumentaron 52% por mayores gastos de gas y transporte para cubrir contratos Plus, laborales, de operación y mantenimiento por las nuevas unidades de generación y depreciaciones por la activación de dichas unidades y de los mantenimientos programados.

Así las cosas, las pérdidas por resultados financieros netos de Pampa Energía se incrementaron en $7.042 millones y llegaron a un rojo de $7.399 millones para el último trimestre registrado en sus balances.