FRANQUICIAS QUE INSPIRAN

Comenzó vendiendo 6 anteojos en un monoambiente: hoy no para de crecer con franquicias

Asteroptica es una empresa familiar fundada por Fernando Lensina. En su camino como emprendedor debió superar crisis, miedos y todo tipo de problemas
NEGOCIOS - 14 de Julio, 2021

Asteroptica es una empresa familiar fundada por Fernando Lensina. Se especializan en la comercialización, fabricación y distribución de productos ópticos a todo el país a través de su tienda online.

Se diferencian de las ópticas tradicionales y se encargan de asesorar sobre la compra de armazones y cristales y ofreciendo a sus clientes la posibilidad de customizar lentes. Actualmente son una cadena de franquicias en crecimiento que cuenta con locales propios y franquicias Pero en sus comienzos, la realidad de Fernando fue muy distinta.

Comienzos

Hace 16 años, Fernando Lensina trabajaba en relación de dependencia en una cadena de ópticas. Comenzó a trabajar como cadete a los 19 años y luego de 10 años llegó a ser jefe operativo. En el año ‘99 la empresa le dio la posibilidad de abrir una franquicia y, junto con su madre, se animó a emprender con la intención de tener una alternativa propia.

"Me habló de trabajar juntos pero yo no me animaba, no sabía cómo manejarlo", recuerda Zai González, su madre.

Mientras Fernando y su familia atravesaban su primera experiencia como emprendedores, estalló la crisis del 2001. "No sólo atravesamos el 2001, con todo lo que eso significó en nuestro país, sino que también sufrimos una inundación muy importante", agrega. 

Fernando vio cómo en poco tiempo perdía todo su capital e intentó sostener el negocio apoyado por su familia, pero no fue suficiente.

"Como familia nos arremangamos, no solo a sacar agua, sino que también lo ayudamos a bancar el local por 4 años hasta que tocamos fondo", recuerda su hermano Alejandro. Fue una etapa dolorosa ya que tuvo que vender un auto, máquinas, mercaderías pero a pesar del esfuerzo tuvieron que cerrar el negocio.

Arrancar de nuevo

"A pesar de que los fracasos sirven como aprendizaje pensé que después de esa experiencia nunca iba a volver a emprender. Era como una etapa cerrada", admite Fernando.

Además de tener que cerrar su propio negocio, se quedó sin trabajo al quebrar el laboratorio donde trabajaba. "De tener un trabajo fijo y un negocio propio, nos quedamos sin nada en menos de un año", cuenta Fernando.

Así fue como tuvo que volver a empezar y el primer paso era conseguir un trabajo nuevo. "Se levantaba todos los días bien temprano, se ponía el traje y salía a tirar CV. Se lo tomaba como un trabajo", destaca su madre. Pero el contexto del país era muy difícil y tuvo que buscar durante varios meses hasta que le llegó la oportunidad de reinsertarse en el rubro que ya conocía: La óptica.

"Mi jefe anterior me recomendó a un laboratorio óptico e ingrese en control de calidad. Fue como volver a empezar", cuenta Fernando.

De todas formas no desaprovechó su oportunidad y desde ese lugar comenzó a escalar puestos hasta llegar a ser responsable operativo. Llegó a tener varias personas a cargo, se encargaba de logística, de las sucursales del interior pero reportando siempre a la gerencia. "Eso me generaba frustración, no me sentía reconocido y no podía progresar" recuerda.

En los comienzos, la crisis del 2001 los dejó prácticamente sin nada

Volver a emprender

Fue en ese momento que reflotaron sus ganas de independizarse. "Quienes eran mis suegros en ese momento eran muy emprendedores y me hablaron mucho. Veían en mí algo que ni yo mismo veía y sembraron de nuevo la semilla de emprender", destaca.

Pero la experiencia del 2001 seguía siendo un recuerdo traumático, por lo que intentó reinventarse cambiando de actividad "Probé instalando módems Wi Fi que era algo masivo, pero me di cuenta que yo sabía de anteojos. La mitad de mi vida había estado hablando de anteojos", confiesa Fernando.

Aprovechando todo el conocimiento que había acumulado sumado a una mentalidad más madura ideó un proyecto nuevo. Esta vez decidió no abrir un local a la calle sino que esta vez comenzó por internet.

"Asteroptica nació como un trabajo paralelo. La inversión inicial fue en un monoambiente de caballito de 6 anteojos. El proyecto era tener una óptica a domicilio", recuerda. Apoyándose en los nuevos hábitos de consumo, la mayor conectividad que posibilitó internet y los sitios de comercio electrónico pudo comenzar a mostrar lo que hacía desde su hogar y con una inversión muy baja.

Sus primeras clientas fueron un grupo de mujeres que se reunió en una casa por miedo a recibir a un extraño a solas. "Fernando fue con una bandeja con menos de 10 lentes y logró vender sus primeros 3 anteojos", recuerda Alejandro, su hermano.

Para Fernando esa había sido la prueba que lo animó a confiar en él y seguir. "Hace 11 años, recorriendo un hipermercado, compré un juego de destornilladores y le dije a mi novia que esa iba a ser la piedra fundamental. Hoy todavía lo conservo" recuerda.

A pesar de su buen arranque, no estaba obteniendo los resultados que esperaba y tuvo que cambiar para seguir.

"El concepto original era óptica a domicilio. Asesorar a los clientes en sus casas, pero ellos querían venir a visitarme a mí", destaca. Así fue como Fernando tuvo que adaptar su monoambiente donde vivía con su novia para recibir a sus clientes.

"Giramos la mesa donde comíamos y el espacio se transformaba en nuestra óptica. Trabajar y vivir en el mismo lugar fue problemático, era despertarnos con cajas de anteojos. Trabajaba sábados y domingos, no había descanso. Tenía mi trabajo y el resto del tiempo lo dedicaba a mi óptica", recuerda. 

Después de 6 años manteniendo ambos trabajos decidió dedicarle más tiempo y dinero a su negocio "durante un año y medio trabajé en otro laboratorio óptico que me permitió estar más en la calle y dedicarme más a Asteroptica" recuerda.

Apostarlo todo

El 2009 fue un punto de inflexión. "La empresa donde había trabajado, cerró. Me robaron el auto, que era una herramienta fundamental. Tenía que tomar la decisión, buscar otro trabajo en relación de dependencia o apostar todo a mi emprendimiento", explica.

Fernando recuerda que fue un momento de muchas dudas y miedos: "Iba a usar todo lo que había ganado durante ese tiempo y el fantasma del anterior fracaso estaba presente".

Pero ese no fue su único problema. "Nos echaron del departamento donde vivíamos y recibíamos a la gente. Al ver tanto movimiento los vecinos se quejaron y la administración decidió echarnos".

Era su peor momento. Había perdido todo lo que había construido, pero la adversidad no lo detuvo. "En vez de frustrarme sentí que era un impulso" destaca. Así fue que decidió seguir apostando a ese proyecto que iba creciendo paulatinamente. Alquiló un nuevo departamento junto con su novia pero esta vez de 2 ambientes "nos arriesgamos a un lugar más grande. A pesar de seguir durmiendo entre anteojos al menos teníamos una pared de por medio", recuerda.

El emprendimiento pasó de un monoambiente a un negocio de franquicias

Mostrarse al mundo

Al poco tiempo Fernando se separó de su pareja y sus hermanos se incorporaron al emprendimiento. "Nosotros estábamos creciendo, y necesitábamos tener un lugar más profesional para mostrar nuestros materiales", cuenta. Junto con su familia, alquilaron un local de 100 metros donde instalaron un showroom y pero pronto entendieron que necesitaban tener un local a la calle, algo que Fernando había evitado por años tras haber vivido el fracaso del 2001.

Luego de buscar local por mucho tiempo, se arriesgaron a abrir en el barrio de Palermo, con un precio de alquiler muy elevado potenciando el riesgo de no lograr cubrir los gastos.

El 21 de septiembre de 2011 abrieron su primer local en Palermo Soho. En 9 días de abierto, habían logrado pagar el alquiler del local.

"Creo que los emprendedores tienen que correr riesgos. Al que hace cosas siempre le pasan cosas. Si me hubiera quedado inmóvil no me hubiera pasado nada, pero era necesario arriesgar para emprender", destaca Fernando. Con ese local lograron mostrar al mundo un modelo de negocio exitoso.

Laboratorio propio y sistema de franquicias

En 2015 se enfrentaron a una nueva crisis: necesitaban seguir expandiéndose pero tenían un costo externo muy alto. "Mis hermanos vinieron con la propuesta de comprar la primera máquina, lo que era una locura por lo que significaba la inversión, pero me convencieron con números", confiesa Fernando.

Se arriesgaron y compraron una máquina semiautomática usada con la que pudieron producir sus propios lentes y bajar los costos operativos, logrando una mejor eficiencia en la entrega. A partir de ese momento pudieron comenzar el proceso de expansión, sumando locales e inaugurando también un sistema de franquicias.

"Ofrecemos al franquiciante nuestros 20 años de experiencia. Nosotros armamos el negocio y se lo entregamos llave en mano. Generamos desde los muebles hasta el stock de mercadería. Lo único que tienen que hacer es empezar a trabajar", explica Fernando.

Una nueva forma de ver el mundo

La marca de Fernando intenta salirse del formato de óptica tradicional, son muy fuertes en internet y generan su propio contenido en redes sociales donde comparten consejos y datos de asesoría.

"Nosotros decimos que Asteroptica es la nueva forma de ver el mundo", destaca Alejandro, hermano y socio de Fernando. Algo que los destaca es que cuentan con 5 marcas propias y ofrecen un servicio de customización de lentes.

"Aparte de los modelos disponibles, damos la posibilidad de que los clientes personalicen su anteojo según sus necesidades y gustos de acuerdo a variables como colores, formas y modelos", explica Fernando.

Crecer a base de convicción

"Desde un principio tuve la convicción de que era lo que quería hacer. Muchas cosas que hoy nos pasan las visualicé hace 5 años", cuenta Fernando, quien tuvo que pasar por mucho esfuerzo y superar sus propias frustraciones para llegar al lugar que está hoy.

"Desde que comencé en el monoambiente sabía que iba a lograr profesionalizar el proyecto y crecer", agrega. 

En medio del 2021 sufrieron un incendio que destruyó por completo el local de Caballito de Asteroptica. En ese accidente perdió miles de dólares en inversión. Lejos de darlo por perdido, Fernando se dispuso a reconstruirlo: gracias a la ayuda de amigos y franquiciados en un mes logró que esté otra vez en pie.

El caso de Asteroptica es un claro ejemplo de que la historia de un emprendedor es una carrera repleta de obstáculos, nunca sabes cuando puede venir el golpe más duro. Pero siempre tenemos que estar preparados para enfrentarlos y salir adelante.

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