Esta marca de ropa no tiene etiquetas con códigos de barras: el precio se negocia en el momento

Hasta el sábado, quien se acerque al local de Manos Argentinas en la calle Artigas buscando una opción para regalar en el Día del Padre, podrá llevarse la prenda que quiera al precio que pueda pagar. La única condición: ser honesto y acercarse con un alfajor y un chupetín, que funcionan como contraseña para participar de esta propuesta inusual, lanzada por el propio fundador de la marca, Gustavo Zuviría.

"Esto no es chiste, ni una estafa piramidal. Si no tenés un mango, vos le vas a poner el precio a cualquiera de todas las prendas del local", anunció Zuviría en sus redes sociales. La iniciativa generó una ola de mensajes y, aunque se viralizó de inmediato, no fue pensada como una campaña de marketing. "Las chicas de marketing me dijeron de todo porque ni les consulté", reconoció en diálogo con iProfesional.

La propuesta no es aislada. Manos Argentinas es una marca conocida por combinar identidad local, diseño y compromiso social. Fundada hace 27 años en Lanús, se hizo popular por sus remeras con consignas de paz, diversidad, cuidado del ambiente, no discriminación y orgullo nacional. Con los años, amplió su línea de productos e incorporó también más campañas solidarias, descuentos para docentes y jubilados, y alianzas con fundaciones.

En tiempos donde las estrategias comerciales suelen estar guiadas por algoritmos y promociones programadas, este tipo de acciones marcan la diferencia. "Solo espero que la gente sea honesta y realmente lo necesite. A mí me pasa que si no lo necesito, no lo haría. Pero si alguien lo necesita y no puede pagarlo, está bien que lo tenga igual", expresó Zuviría con la misma simpleza con la que decidió lanzar esta propuesta. En su local no habrá ni escáner de precios ni códigos QR para verificar lo que uno paga; habrá confianza.

Si una campera cuesta $120.000 y tenés $80.000, te la llevás

Lejos de las estrategias tradicionales de marketing, Manos Argentinas sigue apostando por el vínculo directo, el gesto simbólico y al abrazo como mensaje. Por eso la consigna es clara: si sos sincero y llevás la "clave" (el alfajor y el chupetín), podés pagar lo que esté a tu alcance por cualquier prenda del local. Desde camperas hasta remeras, todo está incluido. "Es todo el local, no hay restricciones", confirmó Zuviría. No hace falta mostrar comprobantes ni justificar nada. Basta con presentarse, decir la verdad y respetar el espíritu de la propuesta.

Lejos de considerarla una acción solidaria, el creador de Manos Argentinas prefiere hablar de empatía: "No estoy hablando de fideos, arroz o salsa. Hacemos ropa. Pero si alguien necesita hacer un regalo y no le da el bolsillo, esto puede ayudar", explicó. El objetivo, según él, es facilitar un gesto de cariño en un contexto económico complicado.

La propuesta está disponible hasta el sábado inclusive y en el local que la marca tiene en Villa Pueyrredón, sobre la calle Artigas al 5400. No se necesita inscripción previa ni hay stock limitado por prenda. Y aunque reconoce que existe la posibilidad de que alguien se aproveche, Zuviría no se preocupa demasiado: "A veces pasa, pero la comunidad de Manos es muy copada. Si alguien dice que no puede pagar algo, se le cree. Punto".

La expectativa es que vaya mucha gente, que no se aproveche y así demostrar que la gente buena

Consultado por las expectativas de cara al Día del Padre, responde sin rodeos: "No tengo ninguna. Lo hice sin esperar nada a cambio. El que quiera venir, que venga. El que no, no". Más que una acción para activar las ventas, el gesto apunta a reafirmar un vínculo con su comunidad. "Me gustaría que venga mucha gente, que no se aprovechen, y así poder demostrar que la gente es más buena que mala", resume.

Con casi tres décadas en el rubro de la indumentaria, Manos Argentinas se consolidó como una marca con identidad nacional, fuerte presencia en todo el país y un estilo directo, sin vueltas. Esta propuesta para el Día del Padre, como otras que impulsaron en el pasado, refuerza su propuesta de cercanía con sus clientes. En definitiva, más allá del precio final, lo que Gustavo Zuviría busca con esta propuesta es que nadie se quede afuera de decir "te quiero, viejo".