LECHERÍA

Por qué en el "granero del mundo" colapsan empreas lácteas como SanCor, Verónica, Luz Azul y La Suipachense

El segmento de los lácteos concluye un año marcado por las complicaciones comerciales y la afectación operativa. Los casos más resonantes
Por Patricio Eleisegui
NEGOCIOS - 23 de Diciembre, 2025

Impactado de lleno por un cambio de modelo económico que sigue redefiniendo sus reglas, el segmento de los lácteos arriba a diciembre con un nivel de afectación operativa que mantiene en vilo a los actores de ese nicho. Aunque con matices y diferencias, lo cierto es que la merma en la comercialización, combinada con dificultades para hallar financiamiento local y externo, y el alza de los costos laborales y productivos en general, se transformó en el último clavo del cajón para varias empresas del rubro. Parate productivo, conflictividad laboral, endeudamiento agravado y pérdida de franquicias, son algunos de los dramas que sacudieron al segmento a lo largo del año. Con Luz Azul como la muestra más reciente, sumándose a los casos de Lácteos Verónica, SanCor, La Suipachense y ARSA, por mencionar a otras firmas, la lechería transita una etapa crítica y en la actividad temen que los resultados negativos que viene cosechando la actividad se extiendan hasta bien entrado 2026.

Luz Azul: inversores abandonan franquicias

El ejemplo más cercano del mal momento que padece el sector lácteo está en lo expuesto por Gabriela Benac, titular de Luz Azul, quien en las últimas horas reconoció caídas en las ventas, esfuerzos para absorber a sus franquicias y entrega de mercadería al personal.

"La situación de la industria láctea es compleja, hay una sobreproducción de leche en el mundo y particularmente en Argentina donde hay un sobrestock y mucha cantidad de quesos. Por una cuestión de oferta, los precios se mantienen estables", declaró la ejecutiva.

"Estamos absorbiendo cada vez más locales franquiciados para no perder presencia en el mercado y que no cierren los locales", agregó.

Por estos días, Luz Azul cuenta con una red de 70 puntos comerciales, de los cuales alrededor de 57 corresponden, precisamente, a franquicias de la marca.

"Los franquiciados primero manifiestan que no pueden pagar la mercadería y cuando vemos que se endeudan les hablamos para comprarles el local y que al menos recuperen la inversión inicial" afirmó.

Benac remarcó que, dado el contexto actual, el público consumidor busca precios y que a las lácteas solo les queda no aumentar los valores para de alguna forma evitar una mayor caída en las ventas. Claro que eso ocurre a cambio de perder rentabilidad comercial, aclaró.

"Con el queso cremoso estamos perdiendo entre un 5 y un 6 por ciento. Hace tres meses lo habíamos aumentado, pero lo tuvimos que bajar un 20 por ciento porque hay ofertas en todos lados y necesitamos mantener lo que tenemos", explicó, en declaraciones radiales.

Según se indicó, desde un tiempo a esta parte, Luz Azul comenzó a entregar mercadería y otros "plus" para amortiguar de alguna forma la pérdida de poder adquisitivo que también complica a su personal.

Lácteos Verónica padeció el 2025

Una muestra contundente de los inconvenientes que padecen las lecheras tiene lugar en Lácteos Verónica y su presente de dificultades financieras. La firma llega a esta instancia del año con la pregunta abierta respecto de cómo será su funcionamiento a partir de 2026.

Su realidad financiera es por demás preocupante: la empresa emitió miles de cheques sin fondo a lo largo de 2025 y adeuda millones a sus proveedores.

Según datos de la base de deudores del Banco Central (BCRA) a los que accedió iProfesional, Lácteos Verónica acumula casi 3.700 cheques rechazados por carecer de fondos.

En el último año la empresa sólo cubrió 689 de esos documentos, esto es, el 18,6% de lo emitido. Siempre de acuerdo al BCRA, la compañía santafesina acumula una deuda por cheques rechazados del orden de los 13.231 millones de pesos.

Como expuso este medio en otros artículos, la falta de insumos por la deuda que mantiene con proveedores complica la recuperación de Lácteos Verónica, que hoy depende de la producción "a fazón", esto es, para terceros, en dos de sus plantas (Lehmann y Suardi), aunque no consigue reactivar la elaboración de lácteos en sus instalaciones en Clason.

Precisamente, en ese punto productivo es que sigue manifiesta la crisis que atraviesa a la lechera: en Clason, Lácteos Verónica apenas si alcanza a procesar 20.000 litros de leche cada dos días. Según los últimos reportes, ese flujo le permite concretar una hora de envasado.

En esa misma planta, la elaboración de quesos, dulces y manteca sigue detenida por completo, lo cual explica por qué Lácteos Verónica sigue ausente en la mayoría de las góndolas y heladeras de los supermercados.

SanCor, ahogada por los pedidos de quiebra

Por su parte, SanCor se mantiene al borde del cierre definitivo. En concurso de acreedores, la empresa debe más de $20.000 millones solo en concepto de sueldos impagos y coberturas sociales y sindicales. Y, según reconocen en torno a la unión de cooperativas, suma más de 300 pedidos de quiebra en su contra.

En esa línea, Guillermo Vales, juez a cargo del concurso de la láctea, viene de invitar a los acreedores de la compañía a presentar planes de reactivación para SanCor, en una acción que se considera inédita para ese sector comercial.

En días recientes, la directiva de la empresa presentó ante la Justicia un plan de crisis que propone, a modo de aspecto sobresaliente, el recorte de 304 puestos de trabajo como medida de base para mejorar sus cuentas.

En los últimos dos años SanCor implementó 370 despidos aunque, más allá del tenor de la medida, la láctea no logró reducir su rojo operativo y financiero.

"Actualmente, hay un poco más de 300 pedidos de quiebra y ahora se le corrió traslado a la empresa, que debe contestar y defenderse de esos pedidos de quiebra", declaró recientemente Aldo Regali, al frente del estudio de abogados que patrocina a un gran número de empleados de SanCor.

La compañía apenas se sostiene a partir de los contratos a fasón, esto es, la producción para terceros que aún mantiene con firmas como Elcor, Punta del Agua y La Tarantela.

La quiebra de La Suipachense

En línea con lo anterior, el caso de La Suipachense aparece como uno de los más dramáticos dentro de la crisis que atraviesa la lechería.

A principios del mes pasado, el juzgado Civil y Comercial N°7 de Mercedes decretó la quiebra de Lácteos Conosur S.A., razón social de la tradicional empresa láctea. La compañía venía de atravesar un fuerte conflicto gremial y 140 empleados de su planta en la localidad bonaerense de Suipacha se quedaron sin trabajo.

La resolución judicial expresó que "la inhabilitación de la empresa fallida es definitiva" y dispuso la inhibición general de bienes de la compañía.

En simultáneo, se determinó la inhabilitación del empresario venezolano Jorge Luis Borges León, a cargo de la administración de la compañía "que cesará de pleno derecho al año de la sentencia de quiebra salvo que se dé alguno de los supuestos de reducción o prórroga previstos por la ley concursal".

También lo obligó a requerir "autorización judicial expresa" para salir del país. La decisión judicial incluyó, además, la "clausura del establecimiento" de Suipacha con "la incautación de libros y documentación que se encuentre en el lugar", entre otras medidas. El juez interviniente también obligó a Borges León a "la inmediata entrega a la sindicatura de las llaves del establecimiento y las claves de acceso digital".

El cierre de La Suipachense ocurrió tras una tensión que aumentó a lo largo del año: movilizados ante la posibilidad de despidos masivos, sus empleados acumularon más de 60 días de acampe en las instalaciones de la firma. En meses recientes la compañía prácticamente no procesaba leche y su planta estaba a un paso de quedarse sin luz ni gas por falta de pago.

ARSA, otra empresa que bajó la persiana

Por último, resta hacer referencia a un caso que, aunque complicado desde hace varios años, terminó por concluir de la peor forma. También en el inicio de noviembre finalmente se decretó la quiebra de Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), la compañía que desde 2019 se encargaba de producir yogures y postres con la marca SanCor

Vía resolución judicial, se estableció el cierre formal para una crisis que llevaba meses paralizando la actividad en su planta industrial de Sunchales, Santa Fe, donde trabajaban más de 400 personas.

Los empleados habían mantenido la operación a pulmón durante meses, pese a la falta de aportes patronales y salarios adeudados. Al día de hoy, muchos de ellos siguen sin cobrar y sin recibir información oficial sobre su futuro laboral o las posibles instancias de recuperación del negocio.

El sindicato ATILRA había reclamado sin éxito que se preservaran los puestos de trabajo y que se responsabilizara a los inversores que tomaron el control de la empresa.

A la par del endeudamiento que evidencian la mayoría de las compañías lecheras, lo cierto es que el panorama actual del sector lácteo combina factores que ponen en serio riesgo la continuidad de muchas empresas.

En ese sentido, la sobreoferta de leche cruda, con volúmenes que crecen semana a semana y se acercan a los máximos estacionales, coincide con un mercado interno deprimido, que sigue siendo el principal canal de venta para la mayoría de las firmas pequeñas y medianas del segmento.

Asimismo, los precios finales muestran caídas que van del 5 al 10%, lo cual refleja un consumo retraído y la pérdida sostenida del poder adquisitivo. El cuadro negativo se completa con exportaciones que se ven cada vez más restringidas.

Como expuso recientemente iProfesional, el tipo de cambio vigente y la pérdida de competitividad externa limitan la colocación de excedentes en el mercado internacional, dejando a muchas empresas con producción acumulada y sin alternativas comerciales rentables.

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