Telefónica deja Wall Street después de casi 40 años y enfoca su mercado financiero en España
Telefónica dio un paso que marca el final de una era: comenzó el proceso para dejar de cotizar en la Bolsa de Nueva York, donde estuvo presente desde 1987. Una vez que complete los trámites ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), sus acciones dejarán de negociarse en ese mercado y la compañía mantendrá como única plaza bursátil el mercado continuo español.
La decisión tiene una carga simbólica evidente. Telefónica fue la primera empresa española en llegar a Wall Street y, durante años, ese desembarco representó ambición global y fortaleza financiera.
Sin embargo, el escenario actual es muy distinto. El volumen de operaciones en Nueva York es mínimo y el interés de los inversores estadounidenses prácticamente se evaporó, mientras que los costos administrativos y regulatorios se mantienen elevados.
Un negocio que perdió atractivo
El repliegue bursátil se explica, en buena medida, por la evolución del negocio. En los últimos quince años, la acción de Telefónica se desplomó más de un 90%, un contraste brutal con los años noventa, cuando llegó a ser la empresa con mayor capitalización de España.
El dividendo, históricamente uno de los grandes ganchos para el inversor conservador, también fue perdiendo peso tras sucesivos recortes, el último aplicado este mismo trimestre.
En este contexto, operar en Madrid resulta más simple y eficiente. Allí se concentra la liquidez real de la acción, mientras que en Nueva York la negociación de títulos era casi testimonial. Para la compañía, sostener una cotización internacional sin volumen dejó de tener sentido económico.
Ajuste de costos como hoja de ruta
La salida de Wall Street encaja con el plan estratégico presentado en noviembre por el presidente Marc Murtra, cuyo eje central es una reducción de costos profunda y sostenida.
En los últimos años, Telefónica fue cerrando frentes considerados no estratégicos:
- Vendió la mayoría de sus filiales en Hispanoamérica, con la excepción de Brasil
- Ajustó su política de dividendos; avanzó con un expediente de regulación de empleo (ERE) de gran magnitud
- Y ahora abandona mercados bursátiles que ya no aportan valor.
El ERE acordado esta semana contempla 4.554 salidas, lo que equivale al 26% de la plantilla en España. El objetivo declarado de la nueva conducción es ambicioso: alcanzar un ahorro anual de 3.000 millones de euros hacia 2030.
Qué pasará con los inversores
Los accionistas que posean ADR (American Depositary Receipts) no quedarán atrapados por la decisión. Podrán canjear esos certificados por acciones ordinarias que coticen en España o mantenerlos para operarlos en mercados extrabursátiles estadounidenses. Aunque ambas alternativas estarán disponibles, la compañía deja entrever que prefiere concentrar toda la negociación en su mercado de origen.
Una retirada que viene de lejos
El adiós a Nueva York no es un hecho aislado. Telefónica lleva años reduciendo su exposición en los mercados financieros internacionales. En 2024, excluyó de cotización a su filial alemana tras una oferta pública de adquisición. Tampoco mantiene cotización en el Reino Unido, mercado en el que desarrolla sus operaciones mediante una joint venture con Liberty Global.
Antes, quedaron en el camino otras aventuras bursátiles como Terra, que dejó la bolsa en 2005 tras protagonizar una de las mayores burbujas tecnológicas españolas, y Telefónica Móviles, que tuvo una vida bursátil breve.
Este repliegue se inscribe, además, en una tendencia más amplia del mercado: las telecomunicaciones dejaron de seducir a los inversores, sobre todo en Europa. Es una actividad ya madura, fuertemente regulada y con rentabilidades acotadas, que ofrece escaso margen para sorpresas.
Un día clave en la cúpula
La actividad en la sede de Distrito Telefónica fue inusualmente intensa. Además de formalizar la retirada de Wall Street y cerrar el acuerdo del ERE, el consejo de administración avanzó con una reconfiguración del equipo directivo.
Laura Abasolo dejó la dirección financiera y su lugar fue ocupado por Juan Azcue, un ejecutivo de la casa con trayectoria en el área de fusiones y adquisiciones. En paralelo, se designó a Ernesto Gardelliano al frente de la estrategia y el control del grupo.