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Con medidas de un "populismo culposo", Macri se expone al riesgo de otro efecto boomerang

Medidas que fueron recibidas con escepticismo por economistas y empresarios apuntan a generar impacto político y reforzar el mensaje de que lo peor ya pasó
18/04/2019 - 02:00hs
Con medidas de un "populismo culposo", Macri se expone al riesgo de otro efecto boomerang

Debe haber sido uno de los días más ingratos para Mauricio Macri desde que asumió la presidencia.

A fin de cuentas, otras jornadas habían sido duras pero le quedaba el íntimo orgullo de mantenerse fiel a sus principios, y entonces asumía los reveses económicos como el precio a pagar por encarar las reformas siempre postergadas. En cambio, el reciente paquete, con congelamientos de los que siempre había renegado y con medidas de neto corte "populista" –y hasta con intervencionismo en la cadena comercial– se parece mucho a una derrota en el plano discursivo.

El Presidente ni siquiera quiso formar parte de los anuncios, a diferencia de otras oportunidades, como cuando se dirigió a la Nación para explicar la necesidad de volver a tener un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Esa actitud no pareció coherente con el declarado propósito de "traer un poco de alivio a los argentinos, que tantos esfuerzos hicieron en estos meses difíciles para todos".

El documento distribuido por la jefatura de Gabinete hacía hincapié en el cambio positivo que supondrán estas medidas –muchas de las cuales implican una marcha atrás en decisiones del propio Gobierno– y buscaba reforzar un mensaje ya devaluado: el de que "lo peor ya pasó".

La estrategia de comunicación oficial incluyó el video con la visita del Presidente a un hogar humilde del conurbano –el mismo que ya había visitado hace un año–, en la cual explica a los vecinos el sentido del plan económico y de las medidas de ajuste.

El video causó controversia desde el mismo momento en que se publicó, al punto que uno de los puntos de debate es si esa aparición lo beneficia al "humanizarlo" en un momento de crisis o si, por el contrario, expone más la debilidad política del Gobierno y su necesidad de generar hechos que impacten sobre el humor social.

En principio, uno de los objetivos del Gobierno se cumplió: recuperó la agenda nacional y hoy todos los medios hablan sobre los anuncios detallados por el ministro Nicolás Dujovne.

Claro que lo que se está comentando no es necesariamente lo que desde la "mesa chica" de Macri se había esperado.

Los economistas, en una extraña coincidencia que incluyó desde liberales ortodoxos hasta kirchneristas, demostraron escaso entusiasmo por el efecto positivo de las medidas. "Parche", "plancito de morondanga", "manotazo de ahogado", "más de lo mismo" y otras expresiones por el estilo estuvieron entre las más escuchadas luego de conocido el paquete.

En cuanto a los acuerdos para los "Precios Esenciales", que fue el núcleo del anuncio, hubo pronósticos de fracaso y pronto desabastecimiento.

El congelamiento tarifario fue en contradicción directa con el discurso que Macri ha sostenido desde el primer día, por lo que se transforma en un arma de doble filo: puede darle un argumento perfecto a la oposición para criticar la política energética.

Y, respecto de la inflación, también hay un riesgo de "efecto boomerang". El Gobierno se preocupó en dejar en claro que sigue aferrado a su creencia de que es la disciplina fiscal la que terminará con los aumentos de precios. Y que, en consecuencia, estos acuerdos comerciales resultan una ayuda de corto plazo.

Para ponerlo en términos del documento oficial, medidas que "protegen a los argentinos en esta etapa de transición, para que juntos podamos ganarle a la inflación".

Un argumento peligroso para un Gobierno que siempre se había mofado de los intentos del kirchnerismo por disciplinar los precios con medidas intervencionistas, ignorando los resultados negativos de 4.000 años de historia.

El hecho de que ahora se apliquen estas medidas podría ser interpretado por la opinión pública como la toma de conciencia de que el apretón monetario y el déficit fiscal no funcionan, o no resultan suficientes para contener los precios.

En otras palabras, hay riesgo no solo de que las nuevas medidas no funcionen, sino también de que la base de apoyo político de Cambiemos empiece a dudar sobre el núcleo mismo de su programa de gestión.

Empresarios, entre el enojo y el descreimiento

Una de las 16 empresas participantes en el acuerdo de "precios congelados" por seis meses fue avisada, el martes por la noche, que los anuncios incluirían un decreto de necesidad y urgencia para reforzar la ley de Lealtad Comercial. "Es para asegurarnos que habrá abastecimiento de los productos", explicó el funcionario a un interlocutor empresario.

"No nos puede hacer esto. ¿Encima que adherimos a un congelamiento de precios nos amenazan con multas y sanciones si hay denuncias de faltantes? ¡Así no va! Ustedes saben que nosotros podríamos recurrir ante la Justicia para voltear el DNU", exclamó el gerente de una de las alimenticias participantes.

Del otro lado no se callaron. Y el funcionario del equipo económico fue más allá en sus argumentos: "Es esto o les mandamos la Ley de Góndolas de Carrió".

La anécdota retrata el actual momento de la economía argentina. De un lado, empresarios dispuestos a soportar el "mal menor" de una estrategia que creen errada. Y, del otro, funcionarios que se vieron forzados a tomar medidas en las que ni siquiera confían. Que nunca hubiesen tomado por convicción. Y que se ven criticados por todos lados: desde la política, los empresarios y el público.

Ningún funcionario de este Gobierno confía en los resultados de un acuerdo de precios. Por más laxo que sea. Y reconocen que el impacto de este paquete en la macro será, con suerte, apenas marginal.

Al mismo tiempo, no obstante, admiten que el Gobierno terminó siendo víctima de sus propias decisiones. Nadie imaginó que los anuncios de fin de año, con los aumentos de las tarifas de los servicios públicos para el primer semestre del año, terminarían por agigantar la bola inflacionaria.

En ese momento, en Economía creían que las subas en los servicios de electricidad, gas y del transporte agregarían cuatro puntos a la inflación del primer cuatrimestre. A la vez que se liberaría el calendario hacia el crítico segundo semestre electoral.

Algo falló. Los funcionarios alegan que los precios de los alimentos subieron más allá de lo tolerable, en especial la carne vacuna y el pollo. La combinación de ambos factores (tarifas y el precio de la comida) provocó un verdadero fogonazo inflacionario, del cual sería muy complicado salir sin medidas que vayan más allá de ya probado (y fallido) súper apretón monetarista.

Lo cierto es que ahora, Macri se juega a que las expectativas se vuelvan a anclar y, luego de un recorrido, el plan genere la confianza que ahora le falta a la Casa Rosada.

Nicolás Dujovne quiere retomar, lo más rápido posible, el camino que se había trazado para este año, clave por las elecciones.

Esa agenda, que el titular de Hacienda le entregó a Macri hace apenas dos meses, justo antes de que volviera a moverse el tipo de cambio y empeorara la dinámica inflacionaria, le otorgaba a las paritarias un lugar clave en la recuperación económica.

Sin "salarios nuevos" es improbable que el golpeado mercado interno encuentre algo de aire para crecer.

Se trata de la señal que acaba de dar María Eugenia Vidal al facilitar el acuerdo salarial con los docentes bonaerenses. Ese dinero adicional que percibirán los docentes -estimado en un global de $42.000 millones- irá directamente al consumo y a dinamizar la actividad económica.

La apuesta oficial es que, a partir del próximo mes, empiecen a cerrar gremios más grandes. Los albañiles de la UOCRA y la Unión Obrera Metalúrgica abren la lista. Comercio, que engloba a más de un millón de empleados y suele servir como referencia para el resto, ya empezó conversaciones con la idea de alcanzar un trato durante mayo.

Eso sí. Se prevén negociaciones duras, en medio de la recesión y con un marco de alta inflación. En el Gobierno confían en que la poderosa señal de Vidal encuentre adhesiones en el sector privado.

Claro que no es una cuestión de confianza solamente. Las empresas vienen sufriendo por el derrape de sus ventas y por los elevados costos financieros. Los márgenes para una buena negociación paritaria, en un contexto de una inflación que este año difícilmente baje de 40%, se han achicado respecto del momento en que Dujovne le llevó su informe al Presidente.

La decisión de Vidal en Buenos Aires arroja una segunda lectura, que entra en el esquema que había imaginado Dujovne: que los gobernadores, con tal de asegurarse la victoria en las próximas elecciones, abrirán la mano más fácil que el sector privado, al momento de sentarse a negociar los salarios.

En Hacienda aseguran que los analistas de la City subvalúan el poder de los "nuevos salarios" estatales y su influencia macro en las provincias.

Lo mismo que las líneas de crédito y los descuentos que puso en marcha la Anses. "Todo en su conjunto, en una instancia tan difícil, vaya que ayuda", sostiene un funcionario del equipo económico.

Octubre en la mira

En definitiva, el Gobierno dio un paso polémico, pleno de riesgos políticos. Dejó una sensación de haber tomado las medidas a desgano y de haber sido forzado por los socios de la coalición Cambiemos.

Y el hecho de que casi todas las medidas tengan una duración de seis meses y coincidan exactamente con el calendario electoral dejan también otra sospecha, que es casi una certeza: que el paquete no se habría tomado si no fuera por la preocupación que están generando en la Casa Rosada los últimos sondeos sobre intención de voto.