iProfesionaliProfesional

Berni, el paria: cuál será el futuro del funcionario al que no quieren propios ni extraños

El ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires ya era despreciado por Cristina Kirchner y ahora Kicillof se siente traicionado
Por S.R.
10/04/2023 - 08:17hs
Berni, el paria: cuál será el futuro del funcionario al que no quieren propios ni extraños

El espectáculo fue dantesco, difícilmente alguien no haya visto y repetido las escenas en que un grupo de conductores de colectivos, golpeó impiadosamente al ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, el karateca inmóvil, Sergio Berni. La seguridad en el distrito en que él mismo debe proveerla no existe, pero no solo fue su ineficiencia lo que le ha granjeado su nueva enemistad: la del gobernador Axel Kicillof.

Hace tiempo que Cristina Kirchner lo desprecia: desde que Berni creyó que descolgándose de helicópteros vestido de fajina, podía ser candidato a presidente y para ello, tomó distancia discursiva con los mandatos de la Jefa, está se sintió traicionada. Varias veces hablaron con Axel sobre la posibilidad de removerlo, pero no era tan sencillo: nadie quiere agarrar el hierro caliente en la Provincia.

"Si hay una silla eléctrica en la política argentina es esa. No alcanza con saber de seguridad, no alcanza con planes, no alcanza con nada. El territorio es inabarcable, el narcotráfico está profundamente arraigado y controla buena parte del conurbano. Ahí va Berni o no va nadie", explica una fuente del gobierno provincial.

El ex militar ha creído que podía alcanzar rédito político con su despliegue actoral y sus conocimientos de artes marciales, por cierto, está a la vista, poco provechosos. Sin embargo es auténtico que se animó a soñar con el Sillón de Rivadavia.

Berni, en la mira de Kicillof por datos falsos

Pero el caso es que el evento de los colectiveros justificadamente iracundos desacomodó a Berni. Lo que Kicillof le factura es que le haya acercado un informe plagado de datos falsos sobre los hechos que terminaron con el homicidio del chofer Barrientos, con los que el gobernador salió a plantear un presunto plan criminal con fines políticos pergeñado por Patricia Bullrich.

Cuando al día siguiente todos los testigos desmintieron sin contradicciones los dichos de Axel basados en el informe de Berni, el gobernador mandó a pedir mediante uno de sus operadores de confianza, un reporte de las constancias de la causa judicial: la mayoría de los hechos que su ministro le había relatado eran un invento. Lo hizo caer en el ridículo, así lo sintió Kicillof, así se lo hicieron saber sus más cercanos colaboradores.

El incidente con los colectiveros detonó la furia dentro del kirchnerismo contra Berni
El incidente con los colectiveros detonó la furia dentro del kirchnerismo contra Berni

Tras cartón y como si algo faltara, la cinematográfica detención de los colectiveros que le propinaron un par de piñas a Berni, terminó de colmar la paciencia Axel. "Es una locura lo que hizo. En plena campaña, usó a la policía para su venganza personal contra unos pobres tipos. Y en campaña electoral (repetía). Este tipo es un salvavidas de plomo porque pierde el control. No podemos mostrar que somos el estado contra la gente. No podemos mandar a un grupo de tareas a detener colectiveros, faltaba el Falcon", dice un funcionario provincial, muy cercano al gobernador.

La cosa quedó áspera. Kicillof no habla con Berni y dicen los que lo conocen, es un hombre de rencores duraderos. Pero el ministro de Seguridad tampoco está incómodo con el silencio de su jefe, en definitiva, se ha manejado con autonomía casi desde el inicio del mandato, tanto de hecho como en el discurso. 

Las elecciones en la mira, complicadas por la seguridad

El problema que todos perciben es la proximidad de las elecciones. "No es que haya mucho para hacer, pero la inseguridad es un tema preponderante en la campaña. Va a haber muertos y robos y de todo, todos los días de acá a las elecciones y el gobernador no tiene a quien bajarle sus decisiones, ni tampoco va a poder controlar el discurso de Berni", dice una fuente acalorada por el conflicto interno.

Lo último que crispó los nervios de Kicillof, fue ver a los gendarmes bajando a los hombres que viajaban en colectivo en La Matanza y cacheándolos en busca de armas letales. Se enteró por señales de noticias opositoras, y no sabía a quién insultar. 

Llamó a Berni, que no lo atendió, pero no estaba seguro, por tratarse de fuerzas federales, que no haya sido una jugada de Aníbal Fernández.

"Acá son tantas las internas y las zancadillas de unos a otros, que nunca sabes quien te está cagando", explica un funcionario bonaerense, mientras camina con este cronista en la plaza frente a la gobernación en la ciudad de La Plata.

El ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires ya era despreciado por Cristina Kirchner y ahora Kicillof se siente traicionado
El ministro de Seguridad bonaerense ya era despreciado por Cristina Kirchner y ahora Kicillof se siente traicionado

La imagen de Kicillof, afectada

El problema es que hasta hace un par de meses, Kicillof era el crédito del kirchnerismo. De hecho, se lo empujaba a disputar la presidencia. Pero los números comenzaron ya ha tiempo a venir en caída libre, y ahora, ni siquiera es tan seguro que pueda retener la Provincia de Buenos Aires: "Eso de que Axel no tiene forma de perder se desvaneció, está jugadísimo" dice el funcionario y promete reenviar por servicio de mensajería telefónico, dos encuestas que pintan un futuro negro.

En cada una de ellas, se registra una violenta caída de la intención de voto del gobernador para su reelección y el crecimiento fuerte de dos candidatos de Juntos: uno esperable, el otro, casi un tapado que empieza a trepar inesperadamente. Pero el hecho concreto, es que el oficialismo se desmorona como un castillo de naipes.

En definitiva, una interna más, de las decenas que vive el oficialismo, explotó con la más que justificada ira de un grupo de conductores de transporte público. Ahora los funcionarios oficialistas temen salir a la calle y lo bien que hacen, pero a lo que más temen es a las traiciones de sus propios compañeros. A la larga, todo parece indicar que, en estos tiempos, para un peronista no hay nada peor que otro peronista.