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Gasoducto y el "choque de modelos" que viene: Massa habla de exportar gas para pagarle al FMI, Cristina pide más subsidios

En el acto de inauguración del gasoducto Kirchner, los líderes de UxP dejaron en claro su divergencia sobre qué uso prioritario dar al superávit energético
09/07/2023 - 19:48hs
Gasoducto y el "choque de modelos" que viene: Massa habla de exportar gas para pagarle al FMI, Cristina pide más subsidios

Lo que iba a ser "la foto de la unidad" como fondo del lanzamiento de la campaña electoral de Sergio Massa dejó, en realidad, más en evidencia que nunca las diferencias internas de la coalición peronista. Y, sobre todo, dejó en claro el condicionamiento de Cristina Kirchner para mantener su apoyo en caso de que Massa llegue a la presidencia.

Escondido entrelíneas del festejo por la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner, la vicepresidente aprovechó para poner un matiz importante en el discurso de Massa, que se mostró entusiasmado por el potencial exportador que se abrirá para el país.

Es lo que en la previa se había empezado a hablar entre los referentes kirchneristas: el debate del "para qué". Mientras Massa puso el foco en el ahorro de divisas que se logrará gracias a esta obra -u$s4.200 millones a partir del año que viene-, Cristina reclamó que el gasoducto tuviera un reflejo claro en el abaratamiento de las tarifas para los consumidores residenciales.

Ese punto ni siquiera había sido mencionado por Massa en su discurso. En cambio, el ministro-candidato sí había destacado que, gracias al gasoducto, ahora las industrias argentinas iban a tener acceso a energía más barata que la que han venido pagando a costo de mercado internacional.

Pero Massa se cuidó de no mencionar ni una vez la palabra "subsidio". Y tiene motivos para hacerlo: uno es que en su visión de la economía, el desarme de los subsidios tarifarios a la población es algo que debe seguir profundizándose. Y el segundo es que, en plena negociación con el Fondo Monetario Internacional, es un tema tabú.

De hecho, el FMI ha sido más tolerante en otros temas, como el manejo discrecional del tipo de cambio, pero se ha mostrado rígido en cuanto al plano fiscal y, muy especialmente, a los subsidios para el sector energético. No es algo que se limite a la negociación con Argentina: en el reciente acuerdo que el organismo firmó con Pakistan, el recorte de subsidios a la energía figura como condición número uno para efectuar nuevos desembolsos de asistencia financiera.

Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner en la inauguración del gasoducto: los discursos dejaron entrever las diferencias de concepción política
Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner en la inauguración del gasoducto: los discursos dejaron entrever las diferencias de concepción política

Y lo cierto es que Massa viene mostrando un alineamiento con ese tema, tanto en el discurso como en los hechos. Ya en el verano, en plena crisis de apagones por la ola de calor, cuando buena parte del peronismo sugería aliviar el cronograma de subas tarifarias, para morigerar el malhumor ciudadano, Massa ratificó la meta de cortar subsidios. Es decir, de continuar con los aumentos.

En el primer cuatrimestre del año, el gasto en subsidios energéticos tuvo una caída real de 29,5%, mientras que en el rubro de los subsidios al transporte, la merma fue de 24,8%, según el informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Después del recorte de 0,4% del PBI del año pasado, el Gobierno firmó un compromiso que suponía que en 2023 el esfuerzo fiscal por los subsidios no pasaría el 1,6% del PBI. Y fue una meta ratificada tanto por Massa como por la secretaria de Energía, Flavia Royón.

Se trata de un nivel que puede parecer alto en términos internacionales, pero que es bajo si se tiene en cuenta que hacia el final de la gestión de Cristina Kirchner, cuando el costo del subsidio había llegado a un 4% del PBI.

Cristina reivindica el subsidio

Pero ese esfuerzo, que Massa muestra como una virtud y hasta como un gesto de justicia social -como dejó en claro con su reproche a los empresarios transportistas durante el último paro de colectivos en Buenos Aires-, no es visto con la misma benevolencia por parte de Cristina.

La líder del kirchnerismo dedicó una buena parte de su discurso a enfatizar cuál debería ser una de las justificaciones políticas fundamentales del gasoducto: garantizar que el consumo domiciliario de gas llegue a menores precios. De esa forma, argumenta, se estaría aumentando por vía indirecta el poder adquisitivo de los salarios.

Y fue algo que se encargó de poner en términos explícitos cuando les preguntó a los empresarios que acaban de firmar aumentos salariales en las paritarias si la cifra acordada habría sido la misma en el caso de que los trabajadores tuvieran que pagar un boleto que reflejara el costo pleno del transporte -aproximadamente $500- en vez de los $50 que cuesta actualmente el tramo más económico.

Lo cierto es que, hasta el día de hoy, Cristina plantea su convencimiento de que los fuertes subsidios a los servicios públicos fueron uno de los mayores logros de su gestión. La vicepresidente nunca aceptó los argumentos de la oposición en el sentido de que ese retraso tarifario llevó a la falta de inversiones y, por ende, a la crisis de apagones que se transformo en la marca de todos los veranos de su segundo gobierno.

Para Massa, el gasoducto debe reforzar la balanza de pagos del país; para Cristina tiene que usarse como forma de mejorar el salario mediante subsidios
Para Massa, el gasoducto debe reforzar la balanza de pagos del país; para Cristina tiene que usarse como forma de mejorar el salario mediante subsidios

Y, por cierto, tampoco aceptó nunca que la pérdida de autosuficiencia energética que llevó a YPF a consumir la mayor parte de las divisas de exportación en 2011 tuviera vinculación con su política petrolera. En aquellos años había un tope para los precios domésticos y, además, una cuota para exportar, de manera que la rentabilidad de las empresas disminuyó en un momento de subas del crudo a nivel mundial.

Pero, en el caso específico de YPF jugaba, además, otro factor: las remesas de dividendos que la controlante española Repsol hacía todos los años formaban parte del acuerdo, esponsoreado en su momento por Néstor Kirchner, para que el grupo Eskenazi, sin capital ni experiencia en temas petroleros -aunque sí con la condición de "exporto en mercados regulados"- se quedara con el 25% de las acciones. La forma en que Repsol se cobraría esa venta, según se acordó en su oportunidad, sería justamente a través de la liquidación de rentabilidad.

Ninguna de esas situaciones fue obstáculo para que Cristina, ni Massa, ni el presidente Alberto Fernández, recordaran como un hito de la independencia energética del país la costosa re-estatización de la petrolera en 2012.

El choque de modelos que se insinúa

Lo cierto es que, algo escondido detrás del tono épico de los discursos, el gasoducto Néstor Kirchner simboliza el potencial conflicto que podría surgir en un eventual gobierno peronista con Massa en la Casa Rosada y Cristina dominando la mayoría del bloque legislativo en el Congreso.

La palabra más repetida por Massa en su discurso fue "exportación". Lo planteó como el resultado de una política energética de autosuficiencia y, además, de la vocación por hacerse de divisas gracias al potencial de los recursos naturales del país.

Es algo que va en línea con una definición política que hace pocos días dejó el director de Aduanas, Guillermo Michel, uno de los funcionarios de confianza de Massa. Michel dijo que, gracias al gasoducto, será con los propios recursos que deje la exportación de energía que se terminará de cancelar la deuda con el FMI.

Es un concepto que choca de frente con la postura que Cristina viene defendiendo en sus últimos discursos, en los que pidió una profunda revisión del calendario de pagos con el Fondo y, además, volvió a criticar al "modelo de bajos salarios y exportador de recursos naturales".

Ya se había referido a ese tema en referencia a los yacimientos de litio. Y en respuesta a los dirigentes opositores que celebraban que Argentina mejoraba sus chances exportadoras gracias a la regulación más restrictiva de Chile y Bolivia, dejó esta expresiva frase: "Qué vocación de colonia, hermano, qué vocación por volver a ser Potosí".

Aquella alusión tenía como destinatario al gobernador jujeño, el radical Gerardo Morales, pero no hay que descartar que en poco tiempo Cristina pueda dedicarle frases parecidas al propio Massa si éste cumple con las definiciones que dejó en la inauguración del gasoducto.

Massa aprovechó el acto del gasoducto para reforzar su perfil de político con buen vínculo con el ámbito empresarial
Massa aprovechó el acto del gasoducto para reforzar su perfil de político con buen vínculo con el ámbito empresarial

El candidato, que se cuidó de mencionar, en su lista de agradecimientos, a las empresas que participaron en la construcción de la obra, volvió a reforzar su imagen de político que teje alianzas con el sector privado y que no considera a los empresarios como un enemigo con el cual confrontar.

Más explícitamente, Massa agradeció a los ciudadanos de altos ingresos que, mediante el impuesto extraordinario a las grandes fortunas, votada en plena pandemia, contribuyeron a la obras -el 25% de lo recaudado estaba destinado al fideicomiso para ayudar en la financiación-.

Fueron partes del discurso que Cristina no aplaudió. Como tampoco hizo gestos de entusiasmo cuando Massa recordó que YPF podrá empezar a exportarle petróleo crudo a Chile.

Y, en una advertencia dirigida al candidato, le recordó el dato histórico de que cuando se construyó el primer gasoducto durante el gobierno de Juan Perón, la traza no empezó empezó por Comodoro Rivadavia, donde se originaba el gas, sino por Llavallol, donde estaba previsto el suministro final. Era -explicó Cristina- la forma de garantizarse que no hubiera una tentación por desviar el gasoducto y llevarlo hacia un puerto para exportar el gas, en vez de utilizarlo en la red doméstica.

A 77 años de aquella obra, para Cristina Kirchner sigue existiendo el mismo peligro de que se imponga la vocación exportadora, y Massa pareció confirmarle sus temores.

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