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Lula al frente del Mercosur: retórica amistosa, reescritura de la historia y más proteccionismo

La multiplicidad de gestos amistosos entre Alberto Fernández y Lula esconde la falta de avances tanto en la ayuda bilateral como en la agenda del bloque
26/07/2023 - 13:50hs
Lula al frente del Mercosur: retórica amistosa, reescritura de la historia y más proteccionismo

En la cumbre eurolatinoamericana de Bruselas los presidentes Alberto Fernández y Lula Da Silva se reenccontraron por séptima vez en los últimos siete meses. Su amistad proclamada ha tenido tiempo para desgastar sus trajes en la espalda a la altura de los omóplatos de tantas palmaditas y en las mangas, a la altura de los bíceps, de tantos abrazos.

Si "los amigos deberán ser amigos", deben demostrarlo en los hechos cuando llegue el momento y hasta el final ("up to the end"), como reclamaba Queen en su recordada canción. No basta a largo plazo afinidad ni amiguismo si no ponen la mano en sus bolsillos poco llenos o si el que está en apuros insiste pidiendo créditos sabiendo que no podrá cumplir.

Pero no hubo asistencia directa financiera -solo intercesiones de Brasil en favor de Argentina ante EE.UU. por sus votos decisivos en el FMI, ante Unión Europea para llegar a acuerdos con miembros del Club de París como España y Francia, además de ante China para renovar el swap de monedas, que ya consumió 60% de los primeros u$s5.000 millones-. Lula es el broker con teléfono rojo directo a quienes tienen dinero o votos que necesita el Palacio de Hacienda, pero no pone plata de la suya.

Lleva seis meses su oferta de financiar por un año en moneda local, sin dólares y sin pagar por 366 días para que importadores argentinos se sigan abasteciendo de exportadores brasileños, pero todo está en veremos porque ni Argentina tiene las garantías ni China hasta ahora se las ha dado a Brasil, ni Brasil quiere que su BNDES cometa el mismo error de su financiación a Venezuela de la ampliación del Metro de Caracas, que tiene penando a Lula por el clavo de u$s1.200 millones.

Cuando Fernando Haddad y Sergio Massa quisieron recurrir al BNDES a inicio de mayo, les contestaron que usaran el Fondo de Garantía que respalda Fazenda, por lo que Haddad fue a pedirlo a China. El objetivo es pasarle una posible pérdida o demanda a Beijing o a Shanghai, si es que lo asume el Nuevo Banco de Desarrollo con Dilma Rousseff a la cabeza.

Argentina aguarda a la cumbre de Johanesburgo del 22 de agosto, para ver si se convierte en miembro de los BRICS bajo el padrinazgo brasileño o solamente en país socio del potente NDB. Lula argumentó que "no tiene sentido que Brasil pierda espacio en el mercado argentino frente a otros países porque ellos ofrecen crédito y nosotros no", en indirecta alusión a China. O sea que hay mutua conveniencia de los dos países del sur si obtienen el crédito. Y China se toma su tiempo, porque saca de un apuro a Argentina, pero el que se beneficia y competirá con los chinos en exportaciones industriales es Brasil.

La retórica y la prodigación de gestos de afecto entre los presidentes de Argentina y Brasil contrasta con la falta de resultados para la integración financiera en el comercio bilateral
La retórica y la prodigación de afecto entre los presidentes de Argentina y Brasil contrasta con la falta de resultados

El nuevo embajador brasileño en Buenos Aires, Julio Bitelli, transmitió un mensaje vía O Globo sobre la "enorme voluntad política de contribuir a mitigar la crisis argentina, y no es sólo por la amistad entre los presidentes", sino porque afecta "a exportadores brasileños, al Mercosur; hay un deseo, pero dentro de lo que es posible".

Ocultando a enemigos

Lo que sabe un líder en el poder es que tiene plumas cargadas para reescribir la parte de la Historia que no le conviene o no es útil a sus objetivos, por lo que reivindicará a su conveniencia y enfocará los flashes a socios, amigos o enemigos de sus enemigos, ocultando a los protagonistas que no fueron amigables.

Ahora, Lula III con Alberto Fernández amenazan con reabrir acuerdos cerrados en 2019 con Unión Europea y Singapur. Las concesiones las otorgaron los gobiernos de Mauricio Macri y Jair Bolsonaro, gracias a su ministro de Fazenda, Paulo Guedes, de convicción neoliberal, quien tampoco resultó amigo de sus propios compatriotas vecinos del Palacio de Itamaraty.

Los actuales presidentes también omiten toda referencia a la inspiración o líneas de negociación con Europa que trazaron sus antecesores Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso (FHC) en el Tratado de Madrid con UE en 1995. Ese día FHC estaba en China demostrando la visión que tenía Brasil. Lula no olvida que su partido PDSB festejó que fuera a la cárcel, aunque FHC lo apoyó al final en la segunda vuelta de la elección de 2022, para evitar que ganara Bolsonaro, un enemigo común.

La crisis del Covid evitó con cumbres ‘picture in picture’ que la falta de química llevara a mayores roces físicos entre machos-alfa, uno oriental que calificaba de "lastre" al bloque y otro argentino que lo invitó a irse a otro barco si era el problema. Fernández acusó a Luis Lacalle Pou de romper normas del Mercosur al pretender negociar en soledad, pero justificó a Brasil por bajarse el arancel externo común a sola firma.

Ello se fecunda y potencia con otra característica del liderazgo en el bloque, que es su excesiva "diplomacia presidencial".

El problema de fondo muy latinoamericano, me enseñó un viejo diplomático en el Mercosur, es que "cuando le llevás un problema a un mandatario, sólo interviene para ganar". O sea que la maleabilidad necesaria para alcanzar acuerdos se empobrece por su alta exposición visible (que lo deja "preso de sus palabras") y todo se empantana si no hay química al más alto nivel. Lula cultivó su amistad con el español Pedro Sánchez como con Alberto, pero a la Unión Europea no le alcanza con palmadas y abrazos.

El espejo invertido de la UE

Muy diferente es la Unión Europea que se construyó desde 1958 con continuidad institucional y la conciencia que les dejó la Segunda Guerra Mundial de cuidar la paz. Quedan sucesiones de fotos de los líderes de Alemania y Francia tomados de la mano o abrazados como símbolo de unidad europea y, en casi todos los casos, eran o son disímiles ideológicamente.

No era amistad sino compromiso con el futuro común, sin opciones que a la buena vecindad, lo que Helmut Kohl y Francois Mitterrand proyectaban en la foto usando sus extremidades superiores como puente.

Hace 60 años, el canciller alemán Konrad Adenauer y el presidente francés Charles de Gaulle firmaron el Tratado de Cooperación Germano-Francesa en el Palacio del Elíseo, de París. Y 56 años después, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron firmaron el "Tratado de Cooperación e Integración Franco-Alemana", en Aquisgrán, nombre de la capital de Carlomagno, emperador de los francos, pueblos germánicos emigrados al sur. 

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Europa mantiene una simbología potente cuando los eternos rivales fronterizos, como Alemania y Francia con presidentes en general de diverso signo, se exponen de pie juntos y de la mano, solemnidad que les trasciende.

Las duplas Lula-Néstor y Dilma-Cristina mantuvieron ese trato de pares. Pero la deriva desde objetivos comerciales a político-ideológicos frustró el intento de apertura hacia acuerdos extrabloque para entretenerse en un club extremamente proteccionista, lo que le fue reclamado y admitió Lula en su retiro de presidentes del 30 de mayo en Brasilia.

Lula tuvo en cambio un acierto icónico que reiteró en Puerto Iguazú en su discurso de asunción de la presidencia pro tempore del Mercosur. Tomó dos veces la mano en alto de Alberto Fernández mientras hablaba, junto al martillo recién adquirido. Los demás presidentes entendieron el mensaje: "estas manos estrechadas son el eje que sostiene la razón por la que ustedes -Paraguay, Uruguay y Bolivia- están acá, a cuenta de otros que vendrán".

Reescribiendo la historia

Una semana antes de su sexta reunión, los presidentes de Argentina y Brasil se sobregiraron de afecto sin cepo en Brasilia, en su celebración por los 200 años de relaciones diplomáticas. Si no estuviera pendiente sacando apuntes, en vivo por Youtube, hubiera ido a comprar una gaseosa para "cortar con tanta dulzura". Argentina, primera en aceptar esa independencia, admitió este año con pedidos su dependencia.

El 25 de junio de 1823, el enviado de Bernardino Rivadavia desde las Provincias Unidas del Río de la Plata se entrevistó con el emperador Pedro I de Brasil en Rio de Janeiro.  Insistiendo con reescribir historias, Lula citó al primer presidente argentino sin aclarar que se convertiría en tal recién en 1826. En ese momento era el ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores solo de la provincia de Buenos Aires.

Reafirmando su "alianza", Lula edulcoró que "nuestra integración económica significa una interdependencia".  Salteándose 350 años de roces, Fernández opinó que nacieron para estar "indisolublemente unidos". Hasta la guerra de Malvinas, las FF.AA. de Brasil guardaban la opción extrema de guerra de inundar Misiones con la represa de Itaipú.

Así Lula y Fernández reescribieron la historia del inicio de relaciones, como la del origen del Mercosur atribuida a Alfonsín-Sarney, con su Declaración de Iguazú de 1985. En su numeral 32, ambos apenas dicen que "que el proceso de democratización que vive el continente debe reconducir a una mayor aproximación e integración entre los pueblos de la región" en "atmósfera de alta cordialidad y simpatía". Ni amigos ni amigotes, ni siquiera socios: vecinos con ideas que sus gobiernos no plasmaron. No es un instrumento de libre comercio como el de Menem-Collor.

Lula asume la presidencia pro témpore del Mercosur de manos de Alberto Fernández: diplomacia de amiguismo y escasos avances
Lula asume la presidencia pro témpore del Mercosur de manos de Alberto Fernández: diplomacia de amiguismo y escasos avances concretos

Roces bajo retórica amiga

Al recibir el gran collar de la orden Cruzeiro do Sul, Alberto agradeció a "mi querido amigo presidente de Brasil" y resaltó que "sé que estoy en una tierra amiga". Mal parafraseó a Atahualpa Yupanqui quien dijo que "un amigo es uno mismo con otro cuero". Al traspasar la presidencia rotativa del bloque, una semana después, siguiendo esa lógica Fernández se autotraspasaría tal honor, por propiedad transitiva, al considerarse Lula "con otra cara". 

Hasta ahí lo meloso se solucionaba con otro buche de gaseosa pero no deja de ser protocolar, salvo cuando llega a declarar que "tus decisiones son nuestras decisiones". ¿Se lo tomará a pecho actuando como emperador regional, como viene de hacer retrasando cuatro meses la respuesta a sus socios para que no pudieran consensuar antes de Bruselas? ¿Espera Alberto que su amigo presida el G-20 en 2024 y le deje a cargo Unasur (o como la llamen) cual hizo Lula con Kirchner, en Quito? ¿O irá Fernández de peludo de regalo, a "revitalizar" y presidir el Comité de Representantes del Mercosur en Montevideo?

Un diplomático ducho sabe vestir con una sonrisa a su acidez, insultar con eufemismos o hacerse el desentendido de un ataque, pero a puertas cerradas. No tiene los flashes cegándolo y no se agravia porque su contraparte quiera lo contrario. Son funcionarios de la continuidad del Estado, soldados cuya tarea es defender líneas rojas y atravesar las del otro, disfrazándolo de ‘win-win’.

Si el interés de los socios dependerá de afinidades, amiguismos o química, los logros futuros de este laboratorio regional brillarán por su ausencia, tan frustrados en conseguir acuerdos internacionales relevantes como en el pasado tercio de siglo, aunque (Alejandro Lerner dixit) el amigo sea "una luz brillando en la oscuridad".   

(*) Carlos Montero Gaguine es analista de política internacional y editor de La Síntesis Económica Mercosur

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