"Otra reunión productiva con la ministra Batakis. Le dimos la bienvenida a sus esfuerzos iniciales para reforzar la sustentabilidad fiscal y estuvimos de acuerdo en la importancia de la implementación del programa para enfrentar los desafíos económicos y sociales de la Argentina". Así se manifestó la gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, luego de la reunión mantenida en Washington con la sucesora de Martín Guzmán.

El lenguaje estilizado y diplomático lleva implícito un mensaje fuerte, casi inspirado en el inmortal Diego Maradona: "El ajuste no se mancha". Un recordatorio de la cuenta única para controlar los gastos con que debutara "la griega".

Si aquí esa promesa parece lejana y casi olvidada -no se conocen avances concretos al respecto- en el FMI la tienen muy presente. El comunicado también se destaca por la discreción de no haber mencionado la palabra prohibida: política. La espiralización de la crisis tiene su acelerador en el endemoniado sistema de "no decisiones" que caracteriza al gobierno del Frente de Todos. No se requiere de gran perspicacia para deducir que las autoridades del organismo internacional -como el resto de los mortales- quieren saber si de aquí en adelante las cosas serán más claras y concretas en términos de poder o si seguirán las dudas y contradicciones. No están solos con sus interrogantes.

"La espiralización de la crisis tiene su acelerador en el endemoniado sistema de "no decisiones" que caracteriza al gobierno del Frente de Todos"

Batakis, advertida: el FMI no se olvida del ajuste.

El cambio de gabinete, ¿alcanza?

Mientras escribo esta columna de opinión, versiones periodísticas vuelven a abrir la posibilidad de un cambio de gabinete integral con Massa de protagonista. ¿Será otro amague o está vez se materializará? Y de darse: ¿supondrá un giro al centro y un virtual nuevo hombre fuerte o, como los cambios anteriores, una modificación que no alterará la irregular y poco eficaz marcha del Gobierno?

Para nosotros, la incertidumbre es el pan cotidiano, una parte de nuestro paisaje, como el obelisco o las cataratas del Iguazú. Pero no necesariamente los otros se acostumbran a las mañas del turismo político local. O son tan refinados como Kristalina para manifestar sus opiniones.

Si ella utilizó las palabras con la misma destreza y habilidad que Leo Messi aplica con la pelota el titular del BID, Mauricio Claver Carone, apostó a la rudeza de Marcos Rojo para marcar la cancha: "Para obtener ayuda de nuestro organismo, Argentina primero debe ayudarse a sí misma. El tumultuoso historial financiero del país afecta de manera única los costos del banco".

Se ve que el hombre no olvida sus diferencias con el gobierno de Alberto Fernández que impulsó oportunamente a Gustavo Beliz para competirle el sillón. Pero más allá de esas cuestiones -y otras más- lo cierto es que expresó una opinión bastante difundida en el mercado, tanto global como local. Son pocos los que confían en el Gobierno nacional para ordenar las cuentas.

"Son pocos los que confían en el Gobierno nacional para ordenar las cuentas"

Cada declaración de los referentes kirchneristas recuerda que no existe vocación de cumplir los objetivos firmados del acuerdo para este año y el próximo. Y también refrescan la memoria que fue la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque oficialista en la Cámara de Diputados la acción que terminó de blanquear que no existe masa crítica en la administración del Frente de Todos para cumplir el stand by.

Las divergencias en el Frente de Todos, todavía una amenaza para el rumbo del Gobierno.

Acciones y metáforas del Frente de Todos

Propios y extraños saben lo que CFK y los suyos no quieren. Pero también desconocen lo que efectivamente anhelan. Más allá de las declaraciones literarias del estilo "cerrar los números con la gente adentro" o las descripciones ociosas respecto a la bimonetariedad de la economía doméstica, al momento de definir acciones y medidas puntuales reina el más absoluto silencio.

Las metáforas de la lapicera, las clases magistrales con definiciones teóricas sobre el funcionamiento de la economía global y las apelaciones al pasado glorioso 2003-2015 han demostrado su inutilidad para detener la cuádruple corrida que afecta a nuestro país: contra el peso, contra los títulos públicos, contra los precios y contra los bienes.

Ya sea a partir de un cambio de elenco ministerial o por acuerdo de sobrevivencia entre los socios fundadores, resulta imprescindible y urgente acordar acciones específicas de gobierno que permitan transitar el camino al 2023 sin un colapso general.

La inflación de tres dígitos anuales ya está en la esquina (hace un par de meses estaba a la vuelta de la esquina) y sus consecuencias pueden ser devastadoras para la mayoría de los argentinos. Tantos años de inestabilidad nos han enseñado que un país en el cual resulta muy caro ser pobre y muy barato ser rico estresa al máximo la paz social y el normal funcionamiento de las instituciones.