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Cómo el "capitalismo de amigos" destruyó a la principal telefónica brasilera y qué debe aprender Argentina

La compra de activos de Oi por parte de sus competidores muestra sin embargo la fortaleza del sector y podría ofrecer algunas lecciones para Argentina
23/03/2022 - 11:00hs
Cómo el "capitalismo de amigos" destruyó a la principal telefónica brasilera y qué debe aprender Argentina

La recientemente aprobada compra de los activos móviles de la telefónica brasileña Oi por parte de sus tres competidores (la española Vivo/Telefónica, la mexicana Claro y la ítalofrancesa TIM/Vivendi) pone fin a la aspiración de crear una gran compañía de telecomunicaciones de capitales brasileños y proyección internacional.

Pero también demuestra la fragilidad de proyectos para crear o impulsar empresas nacionales a partir del "calor oficial" y del "capitalismo de amigos". 

Oi ("Hola") fue una compañía que teniendo todas las condiciones para despegar, terminó endeudada, vaciada y deteriorada.

La matriz de Oi era la poderosa constructora belohorizontina Andrade Gutierrez SA, involucrada en el ‘Lava Jato’ y cuyos directivos principales terminaron en prisión, corriendo la misma suerte que sus colegas de Odebrecht

El caso encierra lecciones y paralelismos que pueden resonar en la Argentina, primer o segundo socio comercial de Brasilia.

La compra de activos de Oi podría ofrecer algunas lecciones para Argentina

El episodio de la arruinada telefónica demuestra también la importancia de contar con un tribunal de defensa de la competencia independiente (como el CADE brasileño), circunstancia que no se da en la Argentina.

Asimismo, el hecho de que empresas internacionales como TIM, Telefónica y Claro estuvieran dispuestas a invertir 3.200 millones de dólares en la compra de Oi muestra un escenario que difícilmente podría darse en la actualidad en Argentina, con problemas regulatorios y macroeconómicos.  

Regulación, créditos y participaciones a medida

Oi es una empresa creada a partir de la privatización del antiguo sistema Telebrás (estatal). 

En esa época llamada Telemar, Oi era la única de las privatizadas cuyos integrantes carecían de antecedentes en telecomunicaciones. Pese a todo, al ser "incumbente" y gozar de un periodo de monopolio legal hasta abrirse la competencia, gozaba de una posición inmejorable para consolidarse y expandirse.

Con la asunción al poder del presidente Luis Inácio da Silva "Lula", las relaciones entre el gobierno y Oi – Andrade Gutierrez se tornaron estrechas. Bancos oficiales asumieron participaciones, otorgaron créditos e inyectaron cuantiosos fondos.

En 2008 el gobierno de Lula promovió la modificación de la ley de división de zonas de telefonía fija establecida en la privatización con el poco disimulado propósito beneficiar a Oi.

Oi (zona norte) pudo así adquirir a Telecom Italia (zona sur) y se quedó con toda la telefonía fija de Brasil, excepto la del estado de São Paulo y una parte de Minas Gerais, la tercera zona. 

Cómo el "capitalismo de amigos" destruyó a la principal telefónica brasilera y qué debe aprender Argentina

Esa área estaba a cargo de Vivo (ex Telesp), entonces una alianza entre Telefónica y Telecom Portugal

Telecom Italia, no obstante, permaneció en el país y se transformó luego en TIM, con una red fija alternativa y una nueva red móvil.

Con la extensión de Oi a todo Brasil (excepto en São Paulo), el gobierno de Brasil esperaba transformarla en una compañía nacional hegemónica, pero el propósito se vio frustrado por distintas razones.

Oi heredaba deudas de Telecom Italia y obligaciones de servicio universal que las predominantemente móviles Claro y hasta cierto punto Vivo (salvo en su red fija paulistana) no tenían. 

Pero Oi llegó tarde a los servicios móviles, mientras la telefonía fija iniciaba un camino descendente.

Los indicadores de servicio de Oi estaban por debajo de la mayoría de sus competidores y su inversión era ínfima. 

Participar de la fiesta

En 2010, Portugal Telecom vendió el 50% de Vivo a su socia Telefónica (España) (que se quedó con el control total) y al mismo tiempo adquirió el 23% de Oi por 3.500 millones de dólares. La transacción fue investigada en Portugal y en Brasil hubo denuncias de tráfico de influencias. 

Uno de los propulsores del acuerdo había sido el CEO de Andrade Gutierrez y director de Oi, Otávio Azevedo. Pero también se sospechaba de la intervención en este esquema de Lula y de su amigo José Sócrates, el premier portugués socialista de entonces.

Aunque desde 2011 Lula había dejado de ser presidente, a través de su sucesora Dilma Rousseff, el partido en el poder siguió practicando una política de cercanía y de favorecimiento a Oi, pese al deterioro de sus servicios y balances crecientemente en rojo.

En medio de todo esto Azevedo anunció a fines de 2013 la fusión de Oi con Telecom Portugal. 

"Agora, a Oi vai poder participar da festa", dijo Azevedo al diario O Estado de Sao Paulo, en palabras que sonarían con un sentido muy diferente tiempo después. Con esto, Oi "pode comprar qualquer empresa no mundo", se entusiasmó Azevedo.

La fusión, por la cual los brasileños pasaban ahora a manejar Portugal Telecom, resultó un desastre. 

Oi no mejoró en Brasil en ningún aspecto, mientras Portugal Telecom quedó afectada por la quiebra en 2014 del principal banco del país (Banco Espirito Santo), inversor en la compañía y cuyo dueño estableció una privilegiada relación con Sócrates.

De acuerdo a cifras Anatel, para diciembre de 2021 Oi tenía una participación del 16,6% del mercado celular

Tan sólo de un año y medio después de la incorporación, Oi se desprendió de Portugal Telecom, vendiéndola al grupo franco-luxemburgués Altice, que aún la opera. Esta transacción tampoco benefició a la brasileña debido a su mal precio

Mientras tanto, Oi ni siquiera se presentó en Brasil para la subasta del 4G en 2014, iniciándose su rezago tecnológico. Al mismo tiempo, comenzó a acumular multas, quejas y cancelaciones de los usuarios y pérdidas multimillonarias.

Los déficits anuales comenzaron ese mismo 2014 (más de 1300 millones de dólares) y prosiguen hasta la actualidad.

Para peor, Azevedo y Andrade Gutierrez comenzaron a ser investigados por el Lava Jato, el famoso esquema de sobornos y tráfico de influencias, que tuvo ramificaciones por toda América Latina.

Asimismo, surgieron denuncias sobre negocios de Oi con el hijo de Lula o de connivencias con la autoridad reguladora cuando era gobierno el partido del exdirigente metalúrgico.

Otras denuncias apuntaron al uso indebido de fondos de Oi, que pese a su situación distribuía altos pagos para sus directores y principales accionistas. Mientras, la autoridad reguladora bursátil acusó a los controlantes de la empresa de perjudicar a los accionistas menores.

Ainda mais, la justicia comprobó que Azevedo usó información protegida por el secreto de las comunicaciones (números de Oi a los que ciertos usuarios hicieron llamadas) para fines no aclarados. 

En 2016 y aun con lo recaudado tras la venta de Portugal Telecom, Oi protagonizó la mayor quiebra en la historia brasileña y quizás latinoamericana por la friolera de 20.000 millones de dólares

La revista IstoÉ describió ácidamente la situación como "el fin de Tele-Lula" y opinó que era la falencia de una política que privilegiaba a los amigos del expresidente. El ex CEO Azevedo, que colaboró con la investigación del Lava Jato como "arrepentido", vio su condena inicial reducida.

De acuerdo con cifras del regulador Anatel, para diciembre de 2021 Oi tenía una participación del 16,6% del mercado celular. En telefonía fija, Oi contaba en ese mes y año el 30,1% de las líneas

En banda ancha fija, Oi participaba el 12,6% del mercado (ADSL telefónico y fibra óptica) y en TV paga, el 20,3% del mercado (cable y satélite). 

La novedad en medio del proceso de deterioro de Oi fue el auge de prestadores pequeños y locales-regionales, frecuentes en las ciudades medianas y chicas y que resultaron ser bastante eficientes.

Pasaron a ofrecer del 10% (2014) al 37% (2021) de los accesos de banda ancha fija, en parte por el vacío dejado por Oi.

En fibra óptica son hoy responsables de más del 60% de los accesos totales de fibra al hogar (cifras de Abrint, organismo que agrupa a estos operadores).

Un voto de desempate (que fue positivo)

Así se llega a la situación de insostenibilidad financiera y en parte operacional de Oi. 

La compañía que podía "comprar cualquier empresa mundial" terminó vendiendo sus principales activos a sus tres grandes competidores en Brasil, todos de actuación internacional.

Con esta transacción el número de grandes operadores celulares en Brasil se reduce de cuatro a tres, en un proceso de consolidación que también ha tenido lugar en países como Estados Unidos, Alemania, el Reino Unido o en parte en Argentina.

Pero la diferencia es que Brasil ahora carece de una empresa "nacional" importante en el rubro móvil.

Con los nuevos clientes agregados, TIM pasará a tener el 27,6% del mercado móvil (antes 20,6%)

Por ahora, Oi conserva la red telefónica fija y la de TV cablesatelital, dos negocios con futuro limitado, aunque puede ofrecer Internet a través de ellas. Pero también quedará afuera del 5G.

La venta de los activos móviles de Oi se había negociado a fines de 2020 pero faltaba el visto bueno del Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE), el tribunal antimonopolio.

Pese a que el regulador Anatel había dado su aprobación preliminar, la fiscalía de Brasil emitió un dictamen (no vinculante) por el cual se oponía a la transacción, citando la posibilidad que las tres compañías hubiesen incurrido en una conducta concertada entre competidores y en prácticas de exclusión.

Por su parte, la transacción fue aprobada recientemente en el CADE con un voto de desempate. Tres de sus miembros votaron a favor y los otros tres en contra. Uno de los consejeros que se inclinó por la negativa afirmó que los activos móviles de Oi debían usarse para promover la aparición de un nuevo operador.

Hubiera sido una quinta compañía móvil con red propia —un número que casi ningún país tiene— porque en la reciente subasta del 5G ya se adjudicó espectro a un cuarto operador: Winity II, de un fondo de inversión.

Le tocó desempatar al presidente del organismo, Alexandre Cordeiro. quien votó a favor argumentando que no se creará una concentración perjudicial que afecte la competencia. 

Además, expresó sus temores que Oi llegara a desaparecer por completo, lo que interrumpiría el servicio a millones de clientes.

Cada una de las compañías adquirentes aportó montos variables. TIM se quedará con el 44% de los activos celulares de Oi por unos 1405 millones de dólares. Vivo/Telefónica con el 33% (1050 millones) y Claro con el 22% (700 millones), con las consiguientes porciones de espectro.

Con los nuevos clientes agregados, TIM pasará a tener el 27,6% del mercado móvil (antes 20,6%), Vivo el 37,8% (antes 33,1%) y Claro el 32,7% (antes 27,7%), una partición de mercado parecida a la de muchas naciones. Habrá que ver qué parte del mercado captará Winity II cuando esté en pleno funcionamiento.

¿Lecciones para Argentina?

Una publicidad famosa de Brasil de los 80, aun recordada, mostraba a un consumidor de un whisky barato en un encuentro con él mismo al día siguiente con una fuerte resaca: "Eu soi voce amanhá" (yo soy vos mañana).

Argentina puede ser lo bueno de Brasil mañana si adopta pasos para que en el sector de las comunicaciones puedan subastarse sin retraso las bandas del 5G en forma transparente, quizás con un nuevo operador, como ocurrió en el país de la samba.

También para que existan inversiones tan importantes como las realizadas por los operadores históricos brasileños por parte de todas las compañías, en un marco de seguridad jurídica.

Argentina debe subastar sin retraso las bandas del 5G

Para la mayoría de los actores del sector, esto supone cambios regulatorios, como revertir los efectos del DNU 690/20 sobre "servicio público" y control de tarifas, inexistentes en Brasil y hasta hace dos años en Argentina.

Asimismo, nadie puede negar la importancia de un clima institucional procompetitivo. Las autoridades antimonopolio de la Argentina dependen aun del secretario de Comercio, con escasa autonomía, mucha vinculación política y, a veces, sin un perfil técnico adecuado.

Brasil, aun con sus problemas, muestra también las ventajas de una macroeconomía liberada de la inflación, sin presión impositiva irracional en el sector y (a veces) sin tampoco tramiterío inconducente. 

Esto posibilita que las grandes empresas de comunicaciones hagan las correspondientes inversiones: las mismas que, por ejemplo, permitieron salvar a los activos de la deteriorada Oi de un destino incierto.

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