Alerta por altas temperaturas: cómo detectar un golpe de calor y qué hacer para evitar riesgos
El aumento sostenido de las temperaturas en diversas regiones de Argentina pone en alerta a los especialistas en salud, quienes advierten sobre los riesgos del agotamiento por calor y el golpe de calor. Esta condición médica, que se produce cuando el cuerpo pierde la capacidad de regular su propia temperatura interna, puede afectar a cualquier persona, aunque tiene un impacto mucho más severo en los grupos considerados de riesgo, como niños pequeños y adultos mayores.
La exposición prolongada a ambientes cálidos o la realización de esfuerzos físicos intensos bajo el sol directo son los principales desencadenantes de este cuadro. Entender que el golpe de calor no es simplemente un malestar pasajero, sino una urgencia médica que puede comprometer funciones vitales, es el primer paso para minimizar las consecuencias de las olas de calor que atraviesa el territorio nacional durante la temporada estival.
Cuáles son los síntomas del golpe de calor
Detectar a tiempo las señales que envía el organismo es crucial para intervenir antes de que el cuadro se agrave. Uno de los indicios más claros de un golpe de calor es la alteración de la piel, que suele presentarse enrojecida, muy caliente al tacto y, en casos avanzados, llamativamente seca, debido a que el cuerpo agotó su capacidad de transpiración. A esto se suma una temperatura corporal que puede superar los 40 grados, lo que genera una situación de estrés extremo para los órganos internos.
Además de los cambios físicos visibles, el sistema nervioso suele manifestar síntomas de desorientación. Es común que la persona afectada sufra de dolores de cabeza punzantes, mareos, náuseas o confusión mental. En situaciones de mayor gravedad, pueden aparecer convulsiones o incluso la pérdida total del conocimiento. El ritmo cardíaco y la respiración también tienden a acelerarse de manera notable, reflejando el esfuerzo que realiza el corazón para intentar enfriar el sistema circulatorio.
Métodos de prevención y medidas de emergencia ante un golpe de calor
Para evitar llegar a estas situaciones críticas, la hidratación constante es la herramienta más efectiva. Los médicos recomiendan beber agua de manera frecuente durante todo el día, incluso si no se siente sed de forma inmediata, ya que la sensación de sed es a menudo un indicador de que el proceso de deshidratación ya comenzó. Se debe priorizar el agua potable y los jugos naturales por sobre las bebidas con cafeína, alcohol o altos contenidos de azúcar, las cuales pueden favorecer la pérdida de líquidos en lugar de reponerlos.
En cuanto al entorno y la vestimenta, lo ideal es permanecer en lugares ventilados o con refrigeración artificial en las horas de mayor intensidad solar, generalmente entre las 10 y las 16 horas. El uso de ropa holgada, de materiales livianos como el algodón y de colores claros, ayuda a que el aire circule mejor por la piel. Si es necesario circular por la vía pública, se recomienda el uso de sombreros de ala ancha, anteojos de sol y protector solar, además de reducir cualquier tipo de actividad física exigente.
En el caso de encontrarse frente a una persona que ya presenta signos de un golpe de calor, lo primero es solicitar asistencia médica inmediata llamando a los números de emergencia locales. Mientras se aguarda la llegada de los profesionales, se debe trasladar al afectado a un lugar con sombra y aireado. Es fundamental intentar bajar la temperatura corporal de forma externa, mojando la ropa con agua fresca, aplicando compresas húmedas en la nuca y las axilas, y —solo si el paciente está consciente— ofreciéndole pequeños sorbos de agua fresca para iniciar la rehidratación.