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El FMI ablanda su postura sobre el dólar: ¿un nuevo acuerdo que favorece la campaña electoral de Massa?

En un irónico giro, la crítica que el peronismo hacía al FMI en 2019 se revierte: ahora es Massa el favorecido con una asistencia para estabilizar al dólar
23/05/2023 - 13:00hs
El FMI ablanda su postura sobre el dólar: ¿un nuevo acuerdo que favorece la campaña electoral de Massa?

Las vueltas de la política argentina son capaces de la más fina ironía. Después de años en los que el peronismo acusó al Fondo Monetario Internacional de haber "financiado" en 2019 la campaña electoral de Mauricio Macri, empieza a percibirse en el ambiente político una sospecha en el sentido contrario: es decir, que el salvataje financiero que el Gobierno le está pidiendo al FMI terminará jugando a favor de una candidatura de Sergio Massa.

Por lo pronto, el organismo ya dio una muestra inusitada de flexibilidad al no protestar cuando, hace un mes, Massa echó mano a los dólares de las reservas para intervenir en el mercado y de esa manera frenar la escalada del dólar blue.

Y según ha trascendido de las conversaciones entre funcionarios del equipo económico y el staff del Fondo, el gran tema en la mesa de negociación es el establecimiento de un porcentaje de la suma que aportaría el organismo -se presume unos u$s10.000 millones- que puedan ser destinadas a la estabilización cambiaria.

En otras palabras, y siguiendo la lógica del análisis político peronista, el FMI volvería a contradecir sus principios tradicionales al permitir que sus dólares -que en teoría tienen el fin prioritario de fortalecer las reservas del Banco Central- puedan ser "quemados" en el sostenimiento de un tipo de cambio a todas luces atrasado.

Fue el mismísimo Fondo el que primero alertó por el atraso cambiario: en uno de sus últimos reportes situó la sobrevaluación del peso en un 25% y recomendó la aceleración de la tasa devaluatoria diaria -el crawling peg, que salvo por un breve período a fin del año pasado siempre corrió detrás de la inflación-.

Sin dólar estable no hay campaña

Sin embargo, Massa ya dejó en claro que no está dispuesto a convalidar una devaluación brusca y que si el FMI lo presionara para tomar esa medida, preferiría renunciar. Es una fácil de entender desde el punto de vista político: el manual no escrito sobre las campañas electorales argentinas establece que todo oficialismo que llegue a la elección con el dólar en suba tiene garantizada su derrota.

Es más, en el peronismo existe la convicción de que el electorado es más tolerante con la inflación que con la devaluación. En la medida en que la inflación se estabilice, aunque sea en niveles altos, puede convivir con ella -y para esos fines de habilitan las cláusulas de revisión de las paritarias-; en cambio, el nerviosismo por las corridas cambiarias siempre juega en contra.

A pesar de la inflación creciente, el peronismo ha ganado en elecciones provinciales: en el entorno de Massa creen que la clave es la estabilidad cambiaria
A pesar de la inflación creciente, el peronismo ha ganado en elecciones provinciales: en el entorno de Massa creen que la clave es la estabilidad cambiaria

Una señal confirmatoria en este sentido acaba de constatarse en las recientes campañas electorales provinciales, donde los oficialismos peronistas han conseguido victorias holgadas, a pesar de que la oposición de Juntos por el Cambio centró su campaña en la elevada inflación.

Es por eso que Massa ha hecho saber al FMI, al electorado argentino y al mundo que en su renegociación del acuerdo con el Fondo, "todo está sobre la mesa". Lo cual debe entenderse como: "todo, menos una devaluación". Y esto implica, por consiguiente, que los dólares que Massa está pidiendo como asistencia pueden ser aplicados a finalidades que, en el manual del FMI, no están permitidas, como por ejemplo defender una cotización del dólar que el propio Fondo dijo que está atrasada.

El FMI vuelve a suavizar su manual

Lo cierto es que, en una situación "normal", el FMI no tendría dudas respecto del diagnóstico: recomendaría dejar flotar al tipo de cambio -es decir, devaluar- de manera que se frenaran las importaciones y el turismo emisivo, que se impulsaran las exportaciones, que se reacomodaran precios relativos y, sobre todo, que se licuara el gasto público en términos de dólares. Recién con esa condición cumplida, su asistencia financiera se haría presente para inyectar reservas en la caja del Banco Central.

Hay una vasta colección de antecedentes en ese sentido. Como argumentó el año pasado, al firmarse el "stand by" el economista Emmanuel Álvarez Agis, la historia de los acuerdos del FMI debe ser analizada no por lo el organismo dice que quiere lograr sino por sus resultados concretos. Y la realidad es que nunca un programa del FMI ha logrado una caída de la inflación, pero todos han logrado la meta de cerrar el déficit de la balanza de pagos.

Argentina está, precisamente, mostrando una evolución peligrosa en ese sentido: este año podría terminar con un déficit de 2% en la cuenta corriente, por un mix de factores que incluyen la sequía, el déficit fiscal y el calendario de pagos de la deuda, que este año obliga a pagar más de lo que entra como préstamos (se estima un flujo negativo de casi u$s4.000 millones, a diferencia del año pasado, positivo en casi u$s8.000 millones).

Hablando en plata, ese déficit podría ubicarse este año en unos u$s12.000 millones, una cifra que hace parecer pequeño el "rojo" de u$s3.788 del 2022.

El déficit de la cuenta corriente está otra vez bajo la lupa del mercado: los economistas proyectan un déficit de 2$ del PBI
El déficit de la cuenta corriente está otra vez bajo la lupa del mercado: los economistas proyectan un rojo de 2$ del PBI

Las reservas netas están en terreno negativo -los economistas calculan un "rojo" de u$s800 millones- al tiempo que el déficit de la balanza comercial empieza a hacerse crónico. Y con un agravante: ante la falta de dólares, se acumula una deuda de los importadores, que ya llega a u$s12.000 millones y se financia con un crédito comercial de muy corto plazo.

Los antecedentes históricos muestran que crisis de ese tipo se han "solucionado" con devaluaciones. Y el FMI ha sido siempre un entusiasta de ese remedio: una devaluación brusca corrige el desequilibrio de balanza de pagos y frena la sangría de reservas del Banco Central.

Sin embargo, para el caso argentino, las cosas son diferentes. Tanto que está ahora el FMI está dispuesto a asistir a Massa y permitirle que use las divisas para defender un tipo de cambio en el que el organismo ya avisó que no cree.

Los argumentos de 2019 se dan vuelta

En el mercado financiero se debate sobre si hay posibilidades de que se modifique el esquema cambiario del "cepo", por ejemplo con un desdoblamiento que implique un tipo de cambio controlado para el comercio exterior de bienes de primera necesidad, junto con otro dólar más cercano al valor del "contado con liqui" para el turismo y las importaciones no esenciales.

Entre quienes han argumentado sobre este punto se encuentran consultoras tan influyentes como Consultatio y el Ieral de Fundación Mediterránea. Y está el antecedente de que el propio Gabriel Rubinstein, antes de ocupar el cargo de viceministro, planteaba un desdoblamiento de ese tipo.

En todo caso, hay dos cosas que todos en el mercado descartan: que el FMI exija una devaluación brusca -a lo sumo, insistirá en su consejo de acelerar el crawling peg- y que se niegue a que parte de los dólares de la asistencia sean vendidos para atenuar la volatilidad del dólar paralelo.

Lo cual pone a Massa en un curioso espejo con los ex funcionarios de la gestión macrista. En 2018, también se planteó el argumento de que Argentina es un caso diferente al resto, por su economía bimonetaria, y que una suba del dólar no resolvería los problemas porque sería rápidamente neutralizada por un pico inflacionario. Curiosamente, el mismo argumento que Cristina Kirchner plantea hoy para pedir la revisión del acuerdo "stand by".

El FMI bajo la dirección de la francesa Christine Lagarde compró el argumento y en pocas semanas se esfumaron miles de millones de dólares sin que se pudiera evitar una sucesión de derrotas contra el mercado. Cuando se pidió la ayuda al Fondo, en mayo de 2028, el dólar había saltado a $23, y en menos de un mes ya estaba en $29 a pesar de las ventas que había realizado Federico Sturzenegger, que renunció el 14 de junio.

Christine Lagarde con Mauricio Macri: el peronismo acusó al FMI de haber sido concesivo con el ex presidente, pero hoy se plantean acusaciones similares en el sentido contrario
Christine Lagarde con Mauricio Macri: el peronismo acusó al FMI de haber sido concesivo con el ex presidente, pero aquellos argumentos pueden ser hoy un boomerang

Su sucesor, Luis "Toto" Caputo intentó un sistema de subastas diarias, que le permitió un respiro de un mes y medio, pero a mediados de agosto la cotización saltó de $28 a $30 e inició una escalada que llegó hasta los $40 por dólar a fin de mes. Cuando Caputo renunció, el 25 de septiembre, el dólar ya cotizaba a $42. A esa altura, el FMI había desembolsado u$s15.000 millones sin que Argentina pudiera cumplir las metas macroeconómicas comprometidas, y con un fracaso total en la defensa del tipo de cambio.

Los dirigentes peronistas, en ese momento en la oposición, calificaban como "irresponsables" a los funcionarios del FMI que los consultaban para saber qué opinaban de la marcha del "stand by", que preveía desembolsos trimestrales de u$s5.400 millones. Y se mostraban contrarios a que el organismo siguiera haciendo salvatajes con dólares que rápidamente se "fugaban".

De todas formas, ya con Guido Sandleris en el BCRA y un nuevo sistema cambiario de bandas de flotación, el Fondo liberó desembolsos adicionales por u$s19.000 millones.

Cuatro años después, otra vez en un irónico espejo, el actual representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, acusó a economistas de Juntos por el Cambio de sabotear la asistencia financiera por mostrarse críticos de la política económica.

Y lo cierto es que cada vez son más abundantes los comentarios sobre la excesiva permisividad del FMI para con la política de Massa. Como esta elocuente frase de Marcos Buscaglia, ex directivo del Bank of America Merrill Lynch: "Sería un crimen que el FMI le diera más financiamiento al Gobierno a cambio de nada. Si no viene acompañado de una devaluación y de un ajuste fiscal adicional, cualquier préstamo adicional sería simplemente ‘quemado’ a un tipo de cambio totalmente desalineado".

La rueda sigue girando. Y así como en 2019 el argumento del peronismo era que el FMI se había convertido en el principal aportante a la campaña de Macri, hoy se empieza a hablar de una inusitada flexibilidad del Fondo para con Massa, un ministro que cada día oculta menos su ambición de postularse a la presidencia.