El trágico desenlace del rescate a los tripulantes del sumergible Titán, desaparecido desde el pasado domingo mientras realizaba una exploración de los restos del Titánic, puso fin a una operación de rescate contrarreloj donde la posibilidad de encontrar con vida nunca a los cinco participantes fue remota desde el principio.

De entre las posibles razones tras la desaparición de la nave, "la implosión catastrófica" fue barajada desde el principio por los expertos. Una hipótesis que se confirmó este jueves y que implica la muerte instantánea de la tripulación ante una actividad de riesgo.

Aunque los basticafos como el Titán están preparados para aguantar las grandes presiones que se dan en las profundidades del océano, cualquier falla o debilidad en su estructura puede resultar en un error fatal, tal y como explica a ABC.es el Capitán de Corbeta del Centro de Buceo de la Armada Española, Cristian Gimeno.

La lectura positiva es que los cinco miembros del Titán no sufrieron la angustia de permanecer atrapados durante días, ya que la implosión se dio por una fuga o daño en la estructura del batiscafo ante la diferencia de presión entre el interior y exterior de la nave, en cuestión de nanosegundos.

La presencia de la ventana que utilizaban los tripulantes para contemplar los restos del Titánic es un ejemplo, ya que son más vulnerables que la estructura metálica y esférica del resto de la nave. Ocurre lo mismo con los pasacables que requiere para comunicarse y conectar los dispositivos electrónicos con el exterior. "Son vehículos que van a una altura muy baja, por lo que son de alto riesgo", señala a ABC el Capitán de Corbeta.

Gimeno señala como por cada diez metros de profundidad, la presión aumenta en una atmósfera. En otras palabras, por cada diez metros de sumersión la presión que se ejerce sobre los objetos es el doble de la que se experimenta en la superficie de la tierra. Por ello, la "brutal" presión aproximada de 200 atmósferas a la que supuestamente se vio expuesto el Titán fue "instantánea".

¿Qué es una "implosión catastrófica" y por qué sucedió en el submarino Titán?

El recipiente a presión estaba fabricado utilizando una combinación de titanio y fibra de carbono compuesta, lo cual es inusual desde una perspectiva de ingeniería estructural. Esto se debe a que el titanio y la fibra de carbono son materiales con propiedades muy diferentes, especialmente cuando se trata de inmersiones en aguas profundas.

El titanio posee una elasticidad que le permite adaptarse a diversas tensiones sin sufrir deformaciones permanentes medibles después de volver a la presión atmosférica. Se contrae para ajustarse a las fuerzas de presión y luego se expande cuando dichas fuerzas se alivian. Por otro lado, el compuesto de fibra de carbono es mucho más rígido y no muestra la misma elasticidad.

En relación a la combinación de estas dos tecnologías, solo podemos especular sobre lo que sucedió, ya que no se comportan de la misma manera dinámicamente bajo presión. Sin embargo, casi podemos afirmar con certeza que se produjo algún tipo de pérdida de integridad debido a las diferencias entre estos materiales, informa ABC.es.

Un material compuesto puede experimentar un fenómeno conocido como delaminación, que ocasiona la separación de las capas de refuerzo. Esta situación generó un defecto que resultó en una implosión instantánea debido a la presión submarina. En un lapso menor a un segundo, el buque se hundió rápidamente por completo bajo el empuje del peso de una columna de agua de más de 3.000 metros.

A diferencia de las más comunes explosiones, la implosión es el proceso inverso, por el que las paredes de un objeto se contraen al contar con una presión inferior a la del exterior, que en este caso lo superaba en al menos 200 veces.

En el caso contrario, la explosión consisten en la liberación violenta de energía que expulsa presión al exterior en forma de ondas de choque con capacidad destructiva. Asimismo, la presión suele estar acompañada de altas temperaturas y la liberación de gases.