FINANZAS DE LA CRISIS

Massa quiere evitar la recesión preelectoral y mantiene importaciones altas aun con la escasez de dólares

La balanza comercial registró otro déficit, por la caída exportadora. La importación se mantiene alta, en un intento por no agravar la situación industrial
ECONOMÍA - 19 de Julio, 2023

El déficit comercial ya se confirma como la tónica de este año: en junio, la balanza que publica el Indec volvió a dar números en rojo, por cuarto mes consecutivo y acumulando un saldo negativo de u$s4.387 millones para el primer semestre del año.

En una situación "normal", un resultado de este tipo podría ser interpretado de inmediato como una señal contundente de que hay un retraso cambiario que requiere una corrección devaluatoria. Sin embargo, este año hay condimentos especiales que pueden distorsionar el análisis.

La primera conclusión es que se evidencia un desplome exportador, sobre todo en los rubros vinculados al campo, como efecto lógico de que la campaña agrícola tuvo una reducción de más del 50% respecto del año anterior. Este mes, además, ese fenómeno se vio agravado por el "efecto del día después" del régimen de incentivo para los productores sojeros.

Es decir, como ha ocurrido desde que Sergio Massa, ante la necesidad de acumular reservas, empezó a aplicar este mecanismo en septiembre del año pasado, se produce un repunte en las ventas mientras dura el tipo de cambio preferencial y luego sobreviene un desplome exportador. Es así que la venta de productos primarios y la de manufacturas de origen agropecuario cayó respecto de mayo. Pero, sobre todo, registra un desplome de 36% cuando se compara con los números del año pasado.

Con estos números a la vista, y considerando la acuciante situación de las reservas del Banco Central -con tenencias netas negativas por unos u$s7.000 millones-, resulta entendible que en el mercado haya vuelto con insistencia la versión de que Massa implementará un "dólar soja 4".

Si los productores sojeros ya son de por sí conservadores al contar con poco stock remanente en las silobolsas -alrededor de 10 milones de toneladas, menos de la mitad de lo que había guardado hace un año-, el solo hecho de que se hable de una cuarta edición del régimen de dólar preferencial pone una nota extra de cautela a la hora de vender.

El efecto de la sequía se está reflejando en la caída de 36% de la exportación en productos primarios y manufactura agroindustrial

En consecuencia, las perspectivas de que la exportación pueda mejorar en el correr del año son mínimas. Al menos, así lo entiende el grueso de los economistas, que revisaron a la baja su pronóstico en la encuesta REM del Banco Central.

Así, el top 10 de los pronosticadores corrigió en u$s2.177 millones su pronóstico del mes anterior, y ya recortó u$s12.321 desde comienzos de año. Y aun así, no deja de ser un pronóstico con cierto optimismo, dado que supone que, desde aquí a fin de año, las exportaciones promedio mensuales estarán en el orden de u$s5.800 millones, un número que supera el registrado en el primer semestre, que es cuando se produce la mayor parte de la venta de la cosecha agrícola.

Importaciones altas, pese a todo

Pero el dato verdaderamente llamativo es el de las importaciones, que a pesar de las consabidas dificultades por la escasez de divisas se mantienen en un nivel relativamente alto. Esto habla de una decisión de política económica, que ante el efecto de la "frazada corta", ha preferido sacrificar reservas antes que agravar la situación de enfriamiento de la economía. Como es consenso de los economistas, para que el PBI crezca un punto, se necesita que las importaciones lo hagan en tres puntos.

En junio se registraron compras desde el exterior por u$s7.177 millones, un nivel apenas por debajo del de mayo. Es decir, se confirma la tendencia a aumentar las importaciones, que en el primer cuatrimestre habían caído a un promedio mensual de apenas u$s5.814 millones. De hecho, hay que remontarse hasta agosto del año pasado, en pleno récord de la importación de gas, para encontrar una cifra más alta.

Es cierto que las importaciones de junio siguen siendo bajas cuando se las compara con el nivel de hace un año -hay una caída de 17,2%- pero debe tenerse en cuenta que en 2022 los números estaban distorsionados por las compras récord de gas licuado, dada la crisis de oferta local, combinada con la disparada de los precios en el mercado global tras la invasión rusa a Ucrania.

En aquel momento, el rubro de combustibles representaba un 23% en el total de las importaciones. Ahora, en cambio, se redujo a un 14,4%.

Hablando en plata, cuando se exceptúa el rubro de energía y de bienes finales, y se considera sólo las importaciones para insumos de la industria local, el volumen se mantiene relativamente estable respecto del año pasado, con una caída de apenas 7%.

Sergio Massa ya calcula que el año próximo habrá un ahorro importador de u$s4.200 millones en la cuenta de gas, gracias al aporte del gasoducto Kirchner

La nueva cuenta de los combustibles

La energía sigue siendo, por lo tanto, un aspecto clave en el análisis del saldo comercial y la escasez de las divisas que amenaza a la economía. En junio, las compras por este rubro fueron de u$s1.035 millones. Son números que parecen pequeños en comparación con los de hace un año: en plena crisis por falta de gas, las compras argentinas ascendían a u$s1.953 millones.

La expectativa del Gobierno es que ese peso de los combustibles en las importaciones empiece a moderarse en las próximas mediciones, gracias a dos situaciones. La primera es que se adelantaron en el primer cuatrimestre compras de gas, con el objetivo de beneficiarse con los precios más bajos de la "contraestación". Fue por eso que durante el verano se importaron u$s1.846 millones. 

Si, además, se considera el aporte del gasoducto Kirchner, que acaba de ser inaugurado por Massa, junto a Alberto Fernández y a Cristina Kirchner, la cuenta de importación para este año se podría reducir en u$s1.700 millones.

Massa ya se entusiasma con el ahorro de importaciones de gas que pueda haber el año próximo, cuando con el gasoducto funcionando a pleno en el nuevo tramo de 573 kilómetros, la cuenta final de compra de combustibles podría abaratarse en u$s4.200 millones respecto del récord del año pasado.

La penuria actual y los pronósticos de boom

En todo caso, lo que deja en claro el nuevo déficit de la balanza comercial es que el Gobierno se propuso el objetivo de atenuar la recesión, proveyendo los insumos que necesita la industria. Aun así, después de un primer cuatrimestre aceptable, volvieron a verse números negativos en términos de actividad.

La industria, después de alcanzar en abril su pico de uso de la capacidad instalada -con un 68,9%- volvió a caer. Y el índice de producción industrial, que había comenzado el año con variaciones interanuales relativamente altas, se empezó a enfriar: en mayo creció apenas un 1,1%.

Mientras tanto, el EMAE -indicador que adelanta las variaciones del PBI- tuvo en mayo una caída de 5,5% contra el mismo mes del año pasado, y hace presagiar un final de año con recesión.

Sobre ese punto, la consultora LCG proyecta una caída de 2,7% en el nivel de actividad, y argumenta que uno de los factores principales para ese clima recesivo será la dificultad que tendrá el Gobierno para mantener los actuales niveles de importaciones.

Los yuanes del swap chino pueden ser la clave para que se mantenga estable el nivel de importaciones, pero eso requeriría que no sean usados para el pago al FMI

La realidad es que para que se cumpla el pronóstico de la encuesta REM -que espera importaciones por u$s71.903 millones-, tendría que garantizarse un nivel de compras por u$s5.667 millones como promedio mensual. Es cierto que a primera vista no parece un número muy desafiante -es bastante menor que el promedio de las importaciones en el segundo semestre de 2022, que fue de u$s6.686 millones mensuales-, pero en el contexto de crisis de reservas, y con un exigente calendario de pagos al Fondo Monetario Internacional, significaría todo un logro.

El factor que hace dudar a los economistas es el del swap con el Banco Central chino, que podría liberar el peso sobre las reservas y, de esa manera sostener el flujo de las importaciones. Claro que, para eso, los yuanes tendrían que usarse preferentemente para el canal comercial y no para saldar las cuotas pendientes con el FMI, que es lo que el ministro Massa ha venido haciendo desde junio.

Se estima que todavía queda disponible un monto de u$s1.600 millones en yuanes, como excedente del primer tramo del swap. Y, además, se podría negociar la activación del nuevo tramo de u$s4.800 millones. En total, sería casi el equivalente a un mes de importaciones.

Mientras tanto, el Gobierno intenta transmitir optimismo hacia el futuro. Este miércoles, coincidiendo con la publicación de la balanza comercial de junio, el Banco Central dio a conocer un informe en el que pronostica que Argentina tendrá, en el año 2030, un potente superávit comercial de u$s41.800 millones, gracias a una explosión exportadora, que llegará al volumen de u$s144.000 millones -es decir, el doble del nivel actual-.

La publicación tiene el objetivo de hacer más tolerable la escasez de dólares que atraviesa el país, planteando que las penurias actuales son pasajeras, mientras las fortalezas del país son estructurales.

Así, los dos rubros que mayor aporte harían para llegar a esas cifras son el de combustibles -que sobrepasará en importancia al agro- y el de minería, que llegará a u$s15.600 millones. Son pronósticos que ya anticipan un posible conflicto político, como dejó en claro Cristina Kirchner en la inauguración del gasoducto: mientras Massa hablaba sobre la exportación de gas, ella planteaba la necesidad de priorizar al mercado interno y de abaratar las tarifas domésticas.

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