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La crisis turca pone en estado de alerta a los países emergentes y en especial a la Argentina, ¿cuál es el temor?

El temor es que se repita lo sucedido en 2018 cuando se cortó el crédito internacional y obligó al Gobierno de aquel entonces a recurrir al FMI
22/03/2021 - 11:53hs
La crisis turca pone en estado de alerta a los países emergentes y en especial a la Argentina, ¿cuál es el temor?

Una vez más el todopoderoso presidente de Turquía, Recep TAyyip Erdogan puso a su país en el foco de las preocupaciones a nivel global, debido a que en el fin de semana movió una pieza clave de su gobierno y provocó una situación de incertidumbre política que va mucho más allá de sus fronteras.

Todo comenzó con el desplazamiento sorpresivo del gobernador del Banco Central, Naci Agbal, apenas cuatro meses después de nombrarlo en el cargo.

La repercusión internacional fue instantánea, tal cual lo reflejan los analistas del banco Societé Générale, que en un informe advierten que "Turquía está otra vez envuelta en una crisis de política monetaria", al tiempo que describen un sombrío panorama al afirmar que con este desplazamiento el país "pierde una de las últimas anclas que le quedaban de credibilidad institucional".

Agbal, que anteriormente había sido ministro de Finanzas, es el tercer gobernador del Banco Central destituido por Erdogan en menos de dos años. Aparentemente, el motivo de su cese fue porque se lo relacionó con la decisión tomada apenas unos días atrás de elevar las tasas de interés de referencia del 17% al 19%.

Con esta última suba, Agbal prácticamente duplicó los niveles que encontró al inicio de su gestión, como respuesta a la demanda de los mercados para hacer frente a la elevada inflación que afecta al país.

 

Claramente esta escalada no fue del agrado de Erdogan, quien es un conocido crítico de los movimientos alcistas de las tasas de interés y de sus efectos sobre la economía real, ya que considera que elevarlas genera inflación, cuando la ortodoxia financiera asume lo contrario.

Cabe señalar que la inflación anualizada supera el 15%, aun algunos analistas la ubican por encima, en tanto que pese a la pandemia, la economía turca creció cerca del 2 por ciento.

A partir de estos movimientos, Turquía deja de lado la posibilidad de contar con un Banco Central autónomo, un factor considerado como clave para gestionar la economía y moneda de un país. Y ello pegó fuerte en el ánimo de los inversores.

De hecho, como consecuencia de la salida de Agbal, y como ya sucediera en 2018, los inversores decidieron deshacer posiciones y vender liras turcas de forma masiva, lo que va a tener un impacto negativo sobre la economía, la inflación, que se espera trepe otro escalón.

En tal sentido, desde Oxford Economics apuntaron que "El desplome de los activos turcos evidencia la preocupación de los inversores... que ahora presagian una flexibilización prematura de la política monetaria y una nula credibilidad del banco central turco"

Por su parte, el economista sueco Erik Meyersson sostuvo que "Es probable que la inflación se acelere debido a la caída de la lira, a un aumento de las expectativas negativas y a otros factores globales que agraven aún más la situación".

Pero lo peor de todo, según su opinión, es que "Se necesitará mucho de las autoridades turcas para evitar otra crisis financiera en los próximos meses".

El nuevo presidente del Banco Central es Sahap Kavcioglu, un doctor en Finanzas, que ha trabajado en el pasado en bancos privados y estatales del país se ha comprometido a "utilizar las herramientas de política monetaria de manera efectiva en línea con el objetivo principal de lograr una caída permanente de la inflación".

Pero desde Oxford Economics, sus analistas aseguran que estas promesas "suenan huecas en el contexto del despido de Agbal, quien había pasado los últimos meses tratando de reconstruir la confianza perdida... Además, ahora la debilidad resultante de la lira turca elevará la inflación y es posible que el nuevo gobernador no tenga la libertad de actuar para controlar eficazmente estas presiones".

Tras este golpe de mando de Erdogan, la lira se derrumbó estrepitosamente ya que este lunes ha llegado a perder cerca de un 14% en su cruce con el dólar, siendo este su mayor desplome desde 2018.

"Es una decisión verdaderamente absurda de Erdogan y los mercados están expresando sus opiniones con una reacción desagradable", apunta Timothy Ash, de Bluebay Asset Management.

La divisa, que había recuperado un 18% con Agbal, se ha convertido en un gran dolor de cabeza para el país en los últimos años. De hecho, el anterior gobernador del Banco Central, que fue despedido en noviembre pasado, perdió su puesto pues no pudo evitar que la lira perdiera un tercio de su valor en 2020.

El impacto en los mercados de capitales fue inmediato, pues la bolsa de Estambul llegó a caer un 10% en el inicio de la semana, en tanto que el fondo cotizado en bolsa iShares MSCI Turquía, que cotiza en Nasdaq, registraba pérdidas que superaban el 18% en la apertura de Wall Street.

En tanto que los bonos turcos reflejan en sus precios el miedo inversor, con rendimientos que para los de diez años llegaron a dispararse 500 puntos básicos, hasta superar el 19%.

Esta situación trascendió las fronteras, pues las compañías y bancos con negocios en el país también sufren el impacto, siendo uno de los casos mas notables el de BBVA, cuya cotización caía casi 8% en la Bolsa española, a partir de su participación accionaria en el segundo banco privado más grande del país. Otras entidades bancarias afectadas eran el BNP Paribas, el holandés ING y el italiano Unicredit.

El amargo recuerdo de 2018

¿Por qué hay que tener en cuenta lo que pasa en un país tan lejano? La respuesta se encuentra viajando en el tiempo apenas tres años, hasta 2018, cuando otro derrumbe de la lira turca paralizó el crédito internacional a países emergentes, incluyendo la Argentina. Como resultado de ello, el Gobierno se vio obligado a recurrir al FMI. Y ya se sabe que sucedió después.

 

Volviendo a la actualidad, puede esperarse que si no cede la volatilidad, el mayor impacto en los países emergentes vendría por el lado de la depreciación de sus monedas, aunque también se pueden ver afectados sus bonos, con el consiguiente aumento del riesgo país y del costo del crédito, como consecuencia de la mayor salida de capitales.

En el caso de Argentina, esta situación puede alterar los planes oficiales de mantener a raya el tipo de cambio, pues todo dependerá del ritmo de ajuste que apliquen sus principales socios comerciales a sus respectivas monedas. Pero además, puede entorpecer las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para alcanzar un nuevo acuerdo que estire los plazos del que curiosmente se concretó a partir de la crisis turca de 2018.