Uno de los temas más controvertidos que se instaló en el debate público en el último tiempo: el uso del misoprostol. Se trata de un fármaco que se emplea, en la mayoría de los casos, para las interrupciones voluntarias de los embarazos. Además, es uno de los dos tratamientos -junto a la aspiración intrauterina- recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para efectuar un aborto. La institución lo ubica también como parte de la lista de medicamentos esenciales para garantizar un mínimo bienestar de salud de la población.

En un primer momento, el misoprostol fue desarrollado para la prevención y tratamiento de las úlceras gástricas y duodenales -la última parte del estómago, que se conecta con el intestino-. Es muy común que se utilice como protector ante la gastritis, sobre todo en aquellos pacientes que toman fármacos anti-inflamatorios no esteroídicos (AINES) en forma crónica. Sin embargo, uno de los efectos secundarios que tiene esta droga es que, en las mujeres, produce contracciones uterinas. En consecuencia, se presenta como una droga que se podía utilizar en forma efectiva para interrumpir un embarazo en curso.

Sin embargo, esa normalidad ha encontrado un quiebre. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó la venta del misoprostol para uso ginecológico en todas las farmacias del país. El organismo de control ya había aprobado en agosto el proyecto del laboratorio Domínguez para producir misoprostol sin agregado de diclofenac para su administración por vía vaginal; pero en aquel momento se había limitado su distribución únicamente a hospitales.

Ahora, el organismo que regula el mercado de medicamentos en todo el país también dio el visto bueno para su venta en farmacias, siempre con previa presentación de receta archivada.

Por el momento no está definido el precio final del producto. Actualmente, el Oxaprost -el nombre comercial de la droga que se vende hasta el momento en farmacias- se vende a 4.500 pesos en una presentación de 16 unidades. La disposición 946-12/10/ 2018 de ANMAT habilita la venta del misoprostol con fines ginecológicos con dos cambios clave: una nueva presentación de venta de 12 comprimidos, dosis necesaria para interrumpir un embarazo, y la posibilidad de que el producto sea comercializado al público con receta archivada.

¿Cómo funciona el misoprostol?

El misoprostol es el medicamento más nombrado para el procedimiento que se conoce como “aborto farmacológico”, que la OMS define como un método no quirúrgico.

El primer efecto que el fármaco produce en el organismo es la inhibición de la secreción basal y nocturna de ácido. A su vez, muestra un efecto protector sobre la mucosa gástrica que puede contribuir a su eficacia en la cicatrización de las úlceras gástricas y duodenales.

Al igual que sucede con otras drogas similares, el misoprostol provoca diversos efectos sobre otros tejidos. Uno de los principales es el aumento de la frecuencia de las contracciones uterinas, lo que permite su utilización en la inducción del parto o en la interrupción del embarazo en combinación con otros fármacos abortivos.

En cuanto a su administración, se puede presentar esencialmente de dos maneras. El paciente puede tomar misoprostol oralmente, lo cual le garantizará una absorción extensa y rápida, aunque también es posible administrar este fármaco por vía intravaginal.