ESTAFA PIRAMIDAL

La trama detrás de las "vacas virtuales": cómo una estafa sacude la ganadería en Uruguay

Un empresario se suicida, cientos de millones desaparecen y miles de vacas inexistentes revelan una de las mayores estafas que Uruguay vivió
Por iProfesional
LEGALES - 17 de Junio, 2025

"Engordamos tus ahorros. Invertí en el negocio más seguro de la historia", así promocionaba Conexión Ganadera, pionera en fondos de inversión ganaderos en Uruguay, un país donde hay más vacas que personas: por cada tres habitantes, diez animales. Sin embargo, lo que parecía un negocio sólido terminó siendo un esquema Ponzi, una estafa piramidal que ahora se investiga por presunto lavado de activos a gran escala.

Este escándalo golpeó con fuerza al país con la mayor cantidad de ganado bovino del mundo y evidenció las fallas de un sistema de identificación animal que Uruguay siempre presumió como único en el planeta.

El origen del fraude

Fundada den en 1999, la estrategia de Conexión Ganadera era captar fondos de inversores, principalmente locales y argentinos, bajo la promesa de conectar esos recursos con productores rurales.

El inversor aportaba el dinero, y Conexión Ganadera adquiría una cantidad equivalente de vacas que luego entregaba temporalmente a un productor para su engorde. A cambio, el inversor —sin requerir conocimientos agropecuarios— recibía una rentabilidad fija. En sus comienzos, ofrecía tasas superiores al 20% anual en dólares. Más recientemente, las tasas fluctuaban entre el 7% y el 11% anual, según el monto invertido y el plazo.

Tras un tiempo, el animal crecía lo suficiente para ser vendido a un precio mucho más alto, con lo que el productor rural obtenía ganancias para pagar el alquiler del campo, insumos, sueldos y otros costos. O al menos eso se decía.

"La vaca siempre tuvo la nobleza de producir lo suficiente para que el inversor no perdiera con este sistema," aseguró en 2023 Pablo Carrasco, uno de los dueños, durante una presentación para clientes. "Esto es ganar-ganar, y 24 años alcanzan para que uno esté seguro de que eso es así".

Hasta entonces, la firma había respondido puntualmente con los pagos. Pero no pasó mucho tiempo hasta que se destapó el fraude: el volumen de ganado que decían poseer no coincidía con la realidad. ¿Se adquirieron efectivamente esos animales? Y si fue así, ¿a dónde fueron a parar? La justicia uruguaya intenta responder esas preguntas.

Conexión Ganadera, en default: solo tenía u$s150 millones frente a deudas por u$s400 millones

A comienzos de 2025, Conexión Ganadera informó que no estaba en condiciones de afrontar los pagos a sus 4.300 inversores, quienes habían aportado un total de u$s400 millones. La firma admitió que sus activos disponibles apenas alcanzaban los u$s150 millones.

Un contador convocado para evaluar las finanzas de la empresa declaró públicamente que, "aunque no comenzó como un esquema Ponzi, terminó funcionando como tal". Esto significa que el negocio comenzó como legítimo, pero luego sustentó sus pérdidas captando fondos nuevos para pagar a los inversores antiguos.

"La única forma de mantener esto era que nueva gente diera plata para pagar los intereses y así no se caía el esquema", explica a BBC Mundo el abogado Leonardo Costa, uno de los litigantes. Esto ocurrió poco después de que otras dos empresas similares suspendieran pagos y dejaran sin dinero a miles de pequeños inversores, con un total aproximado de u$s100 millones.

Luego de la caída, Gustavo Basso, uno de los dueños, falleció tras chocar a alta velocidad con su Tesla contra maquinaria vial en una carretera uruguaya. Un fiscal concluyó que fue una "acción voluntaria."

Cuando Pablo Carrasco tuvo que dar explicaciones por la falta de pagos, afirmó desconocer lo que pasaba en la compañía y señaló a Basso como el responsable del fraude. Basso ya no estaba para defenderse.

"Era un encantador de serpientes": el testimonio de un inversor que perdió u$s270.000

Martín Fablet, empresario y figura mediática uruguaya, comenzó a invertir en Conexión Ganadera en 2011. Fue un colega periodista agropecuario quien le presentó el producto y lo acercó a Basso.

"Era un encantador de serpientes," dice ahora, sin muchas esperanzas de recuperar sus u$s270.000 invertidos. Durante años, Fablet tuvo dudas sobre el negocio, especialmente porque la rentabilidad que le pagaban no le cerraba. "No puede ser que dé esa guita (plata), porque tengo amigos que tienen campo y no les da ese número," le decía a Basso.

Expertos del sector coincidían en que la ganancia real era menos de la mitad de lo ofrecido por la empresa. Fablet intentó confrontar a Basso y llevó contadores para entender cómo podían obtener esas ganancias, pero siempre encontraba excusas convincentes.

La estafa de las vacas fantasma: cómo falsificaron el sistema de trazabilidad en Uruguay

La estafa se apoyó en el sistema uruguayo de trazabilidad del ganado, que permite identificar cada vaca desde su nacimiento hasta su consumo final. Cada animal lleva una etiqueta analógica en una oreja y una digital en la otra, ambas codificadas, además de una marca a fuego y documentación oficial.

Ese código representaba para los inversores la garantía de que su vaca estaba debidamente registrada en el Ministerio de Ganadería. Pero la investigación judicial reveló que muchas de esas vacas no existían. Se encontraron identificadores guardados en cajas y se comprobó que el sistema se basaba en declaraciones juradas falsificadas.

Carrasco ponía la cara, Basso manejaba la plata: así funcionaba Conexión Ganadera

La firma gozaba de gran prestigio en Uruguay. Pablo Carrasco era su rostro visible, participando en programas de debate político y mostrando proyectos ambiciosos. "Los roles estaban bien separados. Carrasco era la imagen, el personaje que hacía vendible el producto. Gustavo Basso captaba dinero," comenta Caorsi.

Políticos, profesionales y sacerdotes invirtieron sus ahorros confiando en el esquema. "La gente confiaba como si le estuviera dando su dinero a un banco. Decían ‘deposité mi dinero’," explica Nicolás Ghizzo, abogado de víctimas.

El modelo creció y fue imitado por otros, aunque no podían cumplir con lo prometido. Según Rafael Ferber, presidente de la Asociación Rural del Uruguay, la ganadería tradicional se financia con capital propio, bancos y proveedores, no con fondos ganaderos. Además, Conexión Ganadera y otros fondos evitaron el control del Banco Central modificando contratos para parecer operaciones productivas y no financieras.

¿Y dónde está el dinero?

De acuerdo con la investigación liderada por la fiscalía, una parte sustancial del dinero aportado por los inversores no fue utilizado para adquirir ganado, como estipulaban los contratos, sino que se desvió hacia otros destinos.

"La mayoría de los inversores, el 70%-75%, no tienen un solo animal", afirma Juan Pablo Decia, uno de los abogados que representa a las víctimas.

Felipe Caorsi sostiene que Gustavo Basso habría redirigido fondos de Conexión Ganadera hacia emprendimientos personales, incluyendo un frigorífico, préstamos a otra planta frigorífica, la compra de campos, vehículos de lujo, desarrollos inmobiliarios y cuentas bancarias fuera del país.

"Hay dinero aparentemente en el exterior que también sería de los inversores y que no habría sido contemplado en el número inicial (de activos)", advierte Ignacio Durán, abogado denunciante.

"Cuando hicimos una ampliación de denuncia dimos información de una cuenta en un paraíso fiscal, en Andorra", agrega. Según Santiago Alonso, otro de los letrados que actúa en la causa, "son unas 30 empresas satélite. Eso fue lo que la Fiscalía les informó a los abogados de los damnificados". Por este motivo, se estima que la cantidad real de afectados sería menor a la informada por la propia empresa. "Agrega, entonces, que la cantidad de damnificados no sería de 4.300, como había comunicado Conexión Ganadera inicialmente, sino la mitad, por u$s220 millones".

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