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Macri insinuó su campaña 2019: polarización con el kirchnerismo y asumir la recesión como un síntoma de cambio estructural

El Presidente se adelantó a las críticas al asumir los problemas como el paso inevitable para el crecimiento. Y levantó la moral de su propia militancia
01/03/2019 - 17:36hs
Macri insinuó su campaña 2019: polarización con el kirchnerismo y asumir la recesión como un síntoma de cambio estructural

Mauricio Macri empezó la campaña electoral. Y lo hizo en el propio Congreso Nacional.

El discurso del Presidente para inaugurar el año legislativo tuvo todos los condimentos de una arenga destinada a levantar la moral de la "tropa propia" y muy pocos de los que suelen incluirse en una alocución que marque la agenda parlamentaria.

De hecho, no hay prácticamente nuevos proyectos que haya mencionado en su discurso, salvo por las menciones al incremento de la Asignación Universal por Hijo, al nuevo régimen penal juvenil y a la insistencia para transformar en ley el decreto sobre extinción de dominio para casos de corrupción.

El resto fue una encendida defensa de su gestión presidencial. Y se notó el trabajo previo con su "mesa chica" para dar con el tono adecuado para este momento. Fue evidente la intención de no esconder la gravedad de la recesión ni de ignorar que, exactamente un año atrás, había declarado que "lo peor ya pasó".

En términos de discurso, lo que hizo Macri fue lo que los expertos en comunicación política habían recomendado. Es decir, tratar de transformar sus puntos débiles en fortaleza, por la vía de señalar las actuales penurias de la recesión como un síntoma de que se están atacando los problemas de fondo del país.

Y, sobre todo, mencionar esos problemas él mismo antes que lo hiciera la oposición.

Por caso, dentro de tres semanas se conocerá el dato de pobreza correspondiente al segundo semestre de 2018, y Macri prefirió adelantar ahora que el registro será malo (probablemente un retorno a los niveles de 2016), para minimizar el efecto negativo que tendrá la publicación del dato.  

Haciendo virtud de las debilidades

Pero, más que nada, lo que deja el discurso de Macri es una marca sobre el tono que tendrá la campaña y cuál será el eje discursivo de Cambiemos para confrontar con las críticas de la oposición.

Según ese nuevo "relato" esbozado por el Presidente, la gestión macrista será presentada como un punto de inflexión en la historia del país. No por casualidad, en el discurso ante el Congreso hubo abundancia de alusiones sobre "cosas que se habían postergado por 70 años", desde el celo por el equilibrio fiscal hasta obras de infraestructura vial.

En otras palabras, la intención de Cambiemos es reforzar un perfil de estadista. Cuando Macri hace referencia a en su gestión se hacen obras que antes no se encaraban porque demandan muchos años y entonces no daban rédito político inmediato, está reforzando ese concepto. El mensaje entrelíneas es que este es un gobierno que sabe que su obra no se limita a los años de su gestión sino que está dejando bases para un crecimiento de largo aliento.

El discurso pareció bien articulado pero, claro, hay un problema: la dura realidad de los datos económicos en contra. Es difícil plantear el tema de la lucha anti inflacionaria cuando la inflación no sólo sigue siendo alta sino que, para colmo, muestra otra vez señales de aceleración.

Así como también es arriesgado hacer referencia a la importancia de fomentar la cultura del trabajo cuando, dos días antes, se conoció el dato de que se perdieron 200.000 puestos de empleo en el sector privado formal.

También es peligroso hablar sobre la importancia de defender a las pymes y ayudarlas a que se transformen en grandes empresas cuando acaba de informarse que hay 3.000 empresas en concurso de acreedores, en su mayoría pymes. O hablar sobre el rol fundamental de la exportación cuando, para cumplir con la meta fiscal, se acaban de estrenar nuevas retenciones a la exportación en el sector servicios.

Esos pasajes del discurso suelen tener el riesgo de que hacer parecer al Presidente desconectado de la realidad y, por lo tanto, dejarle servido en bandeja el argumento a la oposición.

Y fue exactamente lo que ocurrió. Al término de la alocución, las declaraciones de los legisladores opositores machacaron sobre la contradicción entre el país que planteaba Macri y el que sufren los ciudadanos en su vida cotidiana.

Antes, la bancada del kirchnerismo tuvo su momento de protagonismo cuando, en forma irónica, se puso de pie para aplaudir luego de una frase de Macri en la que se jactaba de cómo, hasta el momento de cambio de contexto internacional, el país estaba creciendo, con mayores inversiones y con 700.000 nuevos puestos de empleo.

Eje en la corrupción, ante un kirchnerismo con "consignas zen"

Mucho más cómo para el Presidente fue la parte del discurso en la que se refirió a la lucha contra la corrupción y a las medidas para mejorar la ética en la función pública.

También quedó en claro que ese será el otro gran eje que sustentará la campaña electoral de Cambiemos.

Y, de la misma forma en que se adelantó a la mención de los problemas económicos, también aquí Macri eligió ponerse por delante de posibles críticas y ser él quien recordara que la justicia está investigando a integrantes de su familia.

Transformando el defecto en virtud, Macri presentó esa situación (su padre y su hermano indagados en causas de sobornos) como una muestra de la transparencia gubernamental y de independencia de poderes del Estado.

Y, como ya habían esbozado los dirigentes de Cambiemos en los últimos días, Macri decidió utilizar a fondo, políticamente hablando, el voto negativo de los legisladores peronistas para transformar en ley el DNU sobre extinción de dominio.

En lo que fue la "chicana" más directa de su discurso, desafió a la oposición a "que cada quién que se opone diga dónde está parado y a quién busca proteger, porque se acabó el tiempo de que los delincuentes se salgan con la suya mientras la enorme mayoría trabajamos para sacar el país adelante".

Ante cada una de estas frases, la bancada kirchnerista hizo ruido, aunque lo cierto es que esta vez se notó menos agresividad en comparación con los tres discursos de los años previos. Se vio con claridad en los ya clásicos carteles que llevaron al recinto y pegaron sobre las mesas.

Antes proliferaban las frases de denuncia, las protestas por los recortes presupuestales o los que aludían a la investigación Panamá Papers y al parentesco con el empresario Angelo Calcaterra, investigado por corrupción.

Ahora, en cambio, llamó la atención un cambio de estilo. Casi todos los carteles tenían la consigna "#Hay Otro Camino".

Lo cual dejó entrever que, primero, hubo una coordinación interna para dar un mensaje unificado y coherente. Y, segundo, que se quiere evitar un exceso de agresividad.

El nuevo eslogan es sintomático. El kirchnerismo quiere mostrarse como futuro y no como pasado.

Y ya desde esa señal pueden inferirse pistas sobre cuál será el tono de la campaña de la oposición. Lejos del tono confrontativo que no obtuvo buenos resultados en la elección legislativa de 2017, se busca el mensaje esperanzador.

De todas formas, a diferencia de lo que ocurrió otros años, los carteles se vieron poco. La televisación oficial se centró en Macri, y pocas veces hubo planos que permitieran leer las consignas de la bancada opositora.

Dado los antecedentes, fue evidente que se buscó cuidar la imagen presidencial ante un discurso que se preveía como un duelo de barras bravas, con interrupciones, gritos y cánticos de protesta.

Final con catarsis

En definitiva, Macri dejó un discurso que evidenció la plena vigencia de la "grieta", con una apuesta a exacerbar la lógica del "ellos y nosotros".

El repaso al realineamiento internacional fue el ejemplo más claro. Sobre todo, con la alusión a la condecoración que Cristina Kirchner le había otorgado a Nicolás Maduro en 2013. De esa forma, Macri explotó uno de los flancos más débiles que ofrece el kirchnerismo.

Por cierto, la ex presidente y ahora senadora no estaba ocupando su banca. Lo cual no fue sorpresa para nadie, porque el año pasado había tenido la misma actitud, y dos días antes del discurso había tenido una fuerte intervención en el Senado, en la cual no sólo reiteró que sufre persecución judicial sino que hasta insinuó que la embajada de Estados Unidos estaba detrás de las acusaciones en su contra.

Pero, más que confrontar con el kirchnerismo, la sensación que dejó Macri es que su preocupación fundamental fue hablar a su propio electorado y a la base militante de Cambiemos. Y el presidente apeló a una fórmula que ya se probó exitosa: la del recobrado respeto internacional.

Por eso, el recuerdo del G20 le dio pie para el final con la arenga emotiva y el coro de "Argentina, Argentina", que sonó a catarsis para los legisladores y partidarios de Cambiemos, necesitados de una inyección de optimismo luego de la seguidilla de noticias negativas proveniente de la economía.