Las PASO, momento bisagra para la economía: por qué la crisis puede dar un giro luego de las elecciones primarias
Las dificultades económicas parecen introducir rangos de incertidumbre mucho mayores a los que genera la propia incertidumbre política-electoral, y la combinación de ambas nos depositan en una situación en la que la incertidumbre es la única certidumbre. En este país, lo único que se sabe es que no sabemos qué va a pasar mañana, y eso ha sido una constante en los últimos años. Tal es así que a medida que nos hemos acercado al inicio del proceso electoral, la sensación es que todo lo que teníamos como relativamente cierto, ha entrado en una extraña nebulosa y hoy solo sabemos que no sabemos qué puede pasar de aquí al 10 de diciembre.
La crisis económica y la falta de definición inquieta al Frente de Todos
Lo curioso es que toda esta incertidumbre política-electoral, es causa y a su vez consecuencia del incierto contexto económico que se vive por estas horas. La economía suele condicionar al proceso político, pero podríamos decir que en este caso lo condiciona más que nunca. No solo porque la inflación es la principal preocupación ciudadana y pareciera estar fuera de control, sino también porque los fundamentals de la economía están crujiendo por los desequilibrios (y las penurias como la sequía) que se han acumulado en los últimos tiempos, y porque las señales políticas dan cuenta de que no hay ni fortaleza ni plazo político para que la coalición de Gobierno pueda atender los problemas urgentes que demanda atender la economía.
El punto es que semejante incertidumbre económica no permite ver nada de lo que pueda ocurrir en un poco más de 3 meses cuando vayamos a votar en las PASO. Antes de votar necesitamos saber cómo se va a resolver esta suerte de turbulencia que se está evidenciando en las variables económicas: dólar, reservas, precios, salarios, etc. Pero los rangos de incertidumbre que ofrece hoy la economía amplifican los rangos de incertidumbre que hoy ofrece la política, en parte por la indefinición de la oferta (todavía falta conocer al candidato del oficialismo y saber quiénes de la oposición se van a bajar), pero también en parte porque la situación económica puede ser determinante para definir la verdadera competitividad del oficialismo.
¿Qué sabemos y qué no sabemos del proceso electoral? Quizá lo que más claro se ve es la alta probabilidad de que tengamos alternancia política al final de proceso electoral. Los niveles consistentemente mayoritarios de tendencia de voto opositor, el nivel de rechazo de los dirigentes del Frente de Todos, las dificultades económicas (inflación acelerando y actividad económica languideciendo) y la mala experiencia que ha dejado la funcionalidad de la Coalición de Gobierno hacen pensar que será difícil que el oficialismo pueda sacar la elección adelante. Por ello muchos dan por perdida la elección y se acepta, casi sin discusión, que hay que escuchar a los candidatos opositores para ver qué ocurrirá en la Argentina a partir del 10 de diciembre.
¿Qué podría pasar en las elecciones de octubre?: los eventuales escenarios
También se ve con bastante claridad que es muy probable que la elección se defina en un balotaje. Pero en este punto ha crecido mucho la incertidumbre respecto de cómo se dará ese tránsito hacia ese balotaje:
A la luz de la distribución de los apoyos electorales (distribución que se ha ido emparejando entre los 3 principales contendientes), hoy es posible pensar en dos tipos de escenarios de segunda vuelta:
¿De qué depende que tengamos uno u otro escenario? De varios factores, pero podemos resaltar algunos de los más importantes que pudieran incidir en ello:
Independientemente de lo que suceda en estos tres planos, cuando uno mira la escena pareciéramos estar viendo una que presenta probabilidad de ocurrencia de múltiples combinaciones posibles. Pero el resultado de las PASO dejará una probabilidad de ocurrencia más clara de los escenarios posibles. Con dos actores que ofrecen más riesgo e incertidumbre sobre el futuro (la continuidad del Frente de Todos y la posibilidad de un triunfo de Milei) y uno que ofrece menos riesgo y menos incertidumbre sobre el futuro, Juntos por el Cambio.
Esto es así porque hay dudas sobre la capacidad que pueda tener el Frente de Todos de gobernar con Cristina Kirchner imponiendo sus restricciones nuevamente al candidato que lleve el oficialismo, y porque hay dudas sobre las condiciones de gobernabilidad que ofrecerá Javier Milei si ganara la elección.
Precisamente, por esos riesgos es que observamos que una vez ocurrida las PASO, si Juntos por el Cambio hace una elección que lo deje con altas chances de entrar a una segunda vuelta, ya sea contra el oficialismo o contra Milei, siempre tendrá amplia ventaja para dar esa pelea. Por las virtudes posicionales (está ubicado en el centro, lo que lo vuelve competitivo contra cualquiera de los extremos, sea por izquierda o sea por derecha). Y porque al presentar menos riesgos en materia de gobernabilidad (hoy, Juntos por el Cambio proyecta ser el espacio que tenga los bloques legislativos más amplios), se vuelve una opción tentadora para el electorado.
Ergo, si todo esto se confirmase en las PASO, esta instancia podría ser un bálsamo para la incertidumbre económica y, posiblemente, las tensiones en el mercado empiecen a ceder frente al incremento de la probabilidad de que la Argentina se encamine a un camino más cierto en términos de las condiciones políticas para intentar avanzar en un proceso de corrección de desequilibrios menos turbulento y traumático.
Considerando todo esto, quizá el puente que necesite el Gobierno para atravesar la incertidumbre económica no sea uno que lo lleve hasta el 10 de diciembre, sino uno que le permita llegar a las PASO. Y que esa instancia electoral clarifique lo suficiente el escenario para calmar la tensión y regar de más previsibilidad el futuro inmediato de la Argentina. Siempre y cuando las PASO no se transformen en un cisne negro en sí mismo.