LO QUE VIENE

Un canje a medias: salvo que haya un volantazo, la oferta de Guzmán será rechazada por los principales bonistas

El comité que tiene el 32% de la deuda liderado por BlackRock volvió a criticar al Gobierno. Piden que desplacen a Guzmán y crece el malestar
ECONOMÍA - 01 de Julio, 2020

La saga de la reestructuración de la deuda sigue anotando nuevos capítulos. A esta altura, ni quiera las diversas fuentes oficiales se ponen de acuerdo en las operaciones que dejan trascender. ¿La presentación formal de la oferta final es inminente o pasará todo para más entrado julio? Una versión o la otra, con amplia diferencia, es lo que se escucha por estas horas en pasillos oficiales.

De cualquier manera, hay un dato inocultable. Qué el mayor grupo de bonistas que tienen bonos por más de 21.000 millones de dólares -algo así como el equivalente a la mitad de las reservas que ostenta en Banco Central- siguen rechazando la propuesta de Martín Guzmán y en Casa Rosada se empieza a internalizar la idea de ir hacia un canje parcial. En otras palabras, a que el default se extienda en el tiempo mientras se intenta acercar posiciones con los que no aceptaron antes de que vayan a litigar. 

"Con este ministro de Economía, ellos no van a cerrar nunca. Prefieren no entrar y forzar a que Alberto lo tenga que desplazar y poner a alguien en serio. Guzmán es persona no grata para los acreedores". El relato, de tremenda crudeza, corre por cuenta de un banquero que intentó -sin resultados- mediar entre los bonistas y la línea más técnica de Casa de Gobierno.

"Hay que entender que el tema humano es muy importante en esto, el desgaste, la falta de confianza. Es imposible llegar a un entendimiento cuando crees que del otro lado te quieren cagar (sic)", resumió este experimentado ejecutivo.

En Nueva York esperan que queden muchos holdouts si el Gobierno no arregla con BlackRock.

Los dueños de la deuda dicen no

El estado de situación, según pudo saber iProfesional, es el siguiente. Los únicos acreedores que mostraron "voluntad" de cerrar un deal es el Bondholder Group -donde se destacan UBS, Greylock y Fintech asesorados por Mens Sana Advisors-. La figura pública de este grupo es Hans Humes, el CEO de Greylock, que conoce muy bien a Alberto Fernández de cuando era Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, ya que él no aceptó el canje del 2005 y se sumó al del 2010, tiene diálogo fluido con Sergio Massa. Es considerado como un muy buen lobbista que tiene amplia experiencia en reestructuraciones de deuda: lideró el comité en la cesación de pagos de Grecia.

Otro integrante importante en ese comité, por sus negocios en la Argentina, es Fintech con el negociador David Martínez. Tiene injerencia en Telecom y la energética Genneia, donde es socio de Jorge Brito, del Banco Macro. Pero este grupo de acreedores tiene tan sólo entre el 5 y 10 por ciento de la deuda y representan, básicamente, a los inversores minoristas atrapados en bonos argentinos.

El partido, y eso lo sabía el Gobierno desde siempre, se jugaba en el Ad Hoc Argentine Bondholder Group, que tiene a las 13 compañías financieras más fuertes de Wall Street -BlackRock, Ashmore y AllianceBernstein entre otras-. Para peor, este grupo se unió al Exchange Bondholders Group (HBK Investments, Monarch, VR Capital), los denominados fondos distressed.

Estos dos grupos poseen el 32% de los bonos del canje 2005 (los llamados "Bonos Kirchner") y el 31% de los títulos Globales (los "Bonos Macri"). Tienen suficiente poder de fuego para cerrar cualquier esfuerzo de reestructuración por parte del Gobierno y es, precisamente, lo que están haciendo.

"No se ha emprendido ninguna interacción sustantiva entre nosotros y las autoridades argentinas desde el 17 de junio", dispararon en un comunicado difundido por estos bonistas el martes.

"La falta de una interacción seria por parte de las autoridades de Argentina es sumamente preocupante, dado que el tiempo es un factor esencial y todas las partes deberían centrarse en evitar los elevados costos legales y económicos que conllevaría prolongar el incumplimiento de pagos en el que se encuentra el gobierno argentino", aseguraron los comités de acreedores.

Esta queja, que en realidad viene a desmentir ciertas versiones que indicaban un acercamiento entre las partes, es una más de tantas que ya expresó este comité, claramente distanciado de los deseos oficiales. El Gobierno, como en su momento Cristina Kirchner eligió a Paul Singer de Elliott como enemigo número uno, Alberto Fernández tiene en BlackRock a su rival mediáticamente señalado.

El mayor fondo del mundo dijo que el Gobierno sigue sin negociar con ellos.

Últimas tratativas antes del final

Este fondo neoyorquino, de los más grandes del mundo, maneja dinero de los grandes inversores institucionales como bancos, compañías de seguros, pensiones, etc. No es precisamente un fondo buitre, sino uno de real money. Pero la discusión y la falta de entendimiento con el equipo de Guzmán es tan grande y alevoso, que en la intimidad tanto el Gobierno como estos bonistas saben que es virtualmente imposible arreglar.

De hecho, los rumores en los bancos de Manhattan hablaban de que el país iría a un canje con el nivel de adhesión que pueda tener sin el arrastre de BlackRock y su comité, que estaría en torno al 40 o 45 por ciento siendo generoso. Habrá, no obstante, un último intento para acercar posiciones que tiene como protagonistas a los bancos asesores y colocadores. O sea, Lazard, Bank of America y HSBC.

Ellos son, en realidad, quienes hablan directamente con el ala política y con Guzmán acerca del feedback que van teniendo con los acreedores. Se hace, incluso, porque los fondos grandes no toleran a Guzmán y prefieren hablar con estos bancos. "Representan a la Argentina pero al menos no vienen con relato, son sensatos. Después lo que pasa de la puerta de Casa de Gobierno hacia adentro es otro tema", resumió una fuente allegada a los bonistas.

Si todas estas conversaciones fracasan de ahora y hasta el 24 de julio, fecha cúlmine para aceptar el canje, el Gobierno podría extenderlo más tiempo o cerrarlo con lo que sea que haya entrado -un canje parcial-.

La diferencia entre levantar el default o profundizarlo parece ser la decisión que tiene que tomar Alberto. Se dice que el presidente ya fue informado de las alternativas y se empieza a hablar en el Gobierno de cómo vender como un éxito una operación que será parcial y que mantendrá a un grupo importante de bonistas con ganas de a litigar a los tribunales de Nueva York. 

Algunos rumores también dicen que si eso ocurriera, Guzmán terminaría eyectado como el negociador -y como ministro de Economía- y que Alberto buscaría una figura fuerte para cerrar rápidamente con los bonistas que quedaron afuera y así ensayar un programa económico nuevo. 

En el mercado, algunos aún mantienen la esperanza de que haya un arreglo con todos los bonistas que logre despejar el horizonte de default. Sebastián Maril, director de Research For Traders y experto en la deuda argentina, sostuvo que con la propuesta económica está demasiado cerca para alejarse con las manos vacías.

"Los aspectos económicos de la propuesta han quedado atrás y ahora ambas partes se están centrando en los aspectos legales del canje. Si Argentina mejora su oferta en 2 dólares (el VPN promedio actual es de 49,7), cerraría con Gramercy, Greylock y Fintech aceptando la nueva propuesta del país, y traería consigo a bordo la mayoría de los inversores minoristas no agrupados por ningún comité de tenedores de bonos. Entonces, si además de los 2 dólares la Argentina también arroja un edulcorante no económico, entonces probablemente satisfaría las demandas de las grandes de Wall Street", afirmó. 

Entre la esperanza y la realidad, en canje se acerca a momentos decisivos. 

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