iProfesionaliProfesional

¿Vuelve la "fórmula Moreno" para garantizar los dólares que pemitan que "siga el show"?

El plan requiere un superávit comercial de u$s12.000 millones que luce difícil de cumplir. Y las viejas medidas intervencionistas son cada vez más notorias
10/02/2021 - 17:00hs
¿Vuelve la "fórmula Moreno" para garantizar los dólares que pemitan que "siga el show"?

En estos días en que el plan económico del Gobierno empieza a parecerse cada vez más al viejo "modelo K", los memoriosos recuerdan que Guillermo Moreno, en sus días de mayor poder, explicaba a la militancia K cuál era el sentido de cerrar las importaciones en un mundo donde Argentina no tenía crédito.

"Si tenemos un superávit comercial de entre 10 y 12 mil millones de dólares, el show puede continuar. Si estamos debajo de 10 mil millones, vamos a estar complicados y si llegamos a estar debajo de los 6 mil, olvídense", fue su célebre frase en una reunión partidaria del año 2012.

Esa cuenta era la que, para el modelo, permitía pagar obligaciones, reforzar la caja del Central, impedir una suba del dólar y seguir fogoneando el consumo.

El polémico ex secretaro de Comercio tenía métodos poco ortodoxos para lograr su cometido: por ejemplo, poner como condición que cada industria que necesitara un dólar para importar un insumo, compensara con la exportación de otro bien, cualquiera que fuera. Era así que, en casos que enriquecieron el anecdotario económico nacional, aparecían automotrices exportando maníes, por ejemplo.

Sin llegar a esos extremos, en estos días están apareciendo señales que hacen acordar a la prédica morenista. Por ejemplo, las empresas son obligadas a presentar ante la Secretaría de Industria un plan anual de importaciones, y la regla general es que la cifra aprobada siempre es menor a la solicitada, salvo que se trate de empresas que, además de requerir divisas para importar, también exporten por una cifra mayor.

Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio Interior del kirchnerismo.
Guillermo Moreno, ex secretario de Comercio Interior del kirchnerismo.

En su momento, gracias a ese criterio discrecional para decir quién podía y quién no, Moreno logró su cometido: ese año de 2012 hubo un superávit de u$s12.000, gracias a una dura restricción de importaciones que hizo que las compras del exterior cayeran u$s5.000 millones, y no solamente en rubros "de lujo": la mayor caída, de 16% se dio en los bienes de capital.

Lamentablemente para sus planes, ese no era un año electoral, con lo cual el Gobierno se quedó con el malhumor social por la falta de productos importados pero no pudo aprovechar el rédito electoral. En cambio, al año siguiente, el superávit se redujo de manera estrepitosa a la cifra de u$s1.521, y eso que en pleno boom sojero se exportaron u$s75.963 millones, una cifra con la que en estos días de 2021 nadie se atrevería a soñar ni siquiera en medio de un nuevo boom de los commodities.

Más bien al contrario, el consenso de los economistas argentinos es que este año se venderá al exterior menos de u$s60.000.  Y eso, claro siempre y cuando el Gobierno, en su afán de "desacoplar" los precios internos y los externos no desestimule las ventas de productos como el maíz, el trigo y la carne.

Los permisos discrecionales a la importación, una máxima de la filosofía morenista que amaga con volver
Los permisos discrecionales a la importación, una máxima de la filosofía morenista que amaga con volver

Pero volviendo a los tiempos de Moreno, ¿qué había pasado para que de un año a otro prácticamente se esfumara el superávit comercial? Las exportaciones cayeron u$s6.000 millones y, en simultáneo, las importaciones subieron casi u$s7.000 millones. En ambos años, el precio de la soja, producto estrella del complejo agroexportador nacional, había alcanzado niveles rutilantes, por encima de los u$s600 en Chicago. El famoso "viento de popa".

Sin embargo, el kirchnerismo sufrió en 2013 una dura derrota electoral, en medio de caceroleos de la clase media indignada y sin dólares y hasta con quejas del sindicalismo moyanista que no quería estar alcanzado por el impuesto a las ganancias.

Ahí es donde puede sintetizarse la suma de todos los miedos kirchneristas: que este año, tal como había pasado en los tiempos de Moreno, un superávit comercial que parecía robusto se esfume y desaparezcan los dólares imprescindibles para sostener una economía estable y dar pelea en la elección legislativa.

¿Cómo fue que en 2013 el kirchnerismo se quedó sin los recursos de un año a otro y se cumplió el fatídico pronóstico de Moreno? Gran parte de la explicación está en la brecha entre el tipo de cambio oficial y el dólar blue. Durante 2012, la diferencia se mantuvo dentro de un "razonable" 30%, mientras que un año después se disparaba encima del 80%, lo cual llevó a que en 2014 el entonces ministro Axel Kicillof debiera convalidar una devaluación del 25%.

Demasiados parecidos históricos y demasiados antecedentes negativos como para que en el kirchnerismo se pueda mantener la calma. Es por eso que en estos días cada vez más gente está prestando atención al dato clave de la balanza comercial. Un dato que, si se repitieran las profecías morenistas, debería dejar preocupados a los dirigentes kirchneristas en este año electoral.

La paradoja de la recuperación que "quema" dólares

Después del superávit de u$s12.528 millones alcanzado en el pandémico 2020 -en el que todo el volumen del comercio exterior argentino se redujo un impactante 15%, equivalente a u$s17.000 millones- todo el mundo preveía un cambio radical para este año.

Lo que no parece claro es cuál será el sentido de ese cambio. El Gobierno, en sus proyecciones oficiales, pronostica otro superávit de u$s12.000 millones. Pero todo apunta a que ese pronóstico será muy difícil de cumplirse. De hecho, desde mayo pasado, el saldo mensual viene achicándose mes a mes, hasta el punto de que en enero, en medio de un conflicto portuario, se quebró la tendencia y volvió a quedar en rojo.

El síntoma positivo de estos números es la recuperación de la economía: según el consenso de los economistas, por cada punto del PBI que crezca la economía, se necesita que las importaciones crezcan tres puntos, dado que la actividad es altamente dependiente de la importación de insumos, partes y bienes de capital. El típico fenómeno que los economistas afines al Gobierno llaman "la restricción cambiaria" y con el cual justifican el cepo.

Pero ahí está la contradicción: si se reprimen las importaciones no sólo se puede poner en riesgo la recuperación económica, sino que se hace más grande la brecha entre el tipo de cambio oficial y el dólar paralelo, lo cual trae otra vez la expectativa de devaluación brusca.

Para ponerlo en términos de Moreno: ¿que posibilidades hay de que este año "siga el show"? Los economistas hacen proyecciones inquietantes. 

Por caso, el economista Esteban Domecq, aunque la cuenta corriente -es decir, la diferencia entre los dólares que entran y los que salen- sigue dando un resultado positivo por u$s 3.100 millones, pero que el número se torna negativo cuando se considera la cuenta financiera: por pagos al exterior, en 2020 salieron u$s5.100 millones, a lo que se debe sumar la "fuga" de ahorristas por u$s3.040 millones. En definitiva, con uno de los cepos más duros y restrictivos, la cuenta neta fue una pérdida de reservas por u$s5.040 millones en el año.

Y Martín Redrado observa que, aun cuando haya una buena negociación que limite la salida de dólares por obligaciones financieras, y aun cuando se mantenga a raya la fuga de los pequeños ahorristas, las cuentas aparecen complicadas. En un escenario positivo, habría un saldo de cuenta corriente favorabe por u$s5.000 millones y una salida neta de u$s4.200 millones. Una modesta mejora de u$s800 millones para las arcas del Central.

Pero advierte que siempre puede ocurrir situaciones que alteren los planes: "Si se verifica una brecha entre el saldo cambiario y el comercial proporcional a la observada en 2020, el ingreso de divisas podría resultar inferior en u$s4400 millones". 

Pese al boom de precios agrícolas, hay escepticismo sobre el cumplimiento del superávit comercial proyectado a nivel oficial
Pese al boom de precios agrícolas, hay escepticismo sobre el cumplimiento del superávit comercial proyectado a nivel oficial

La pelea por el superávit comercial

Ante situaciones de este tipo, el reflejo condicionado del kirchnerismo es la represión a las importaciones. Ya había empezado el año pasado, pero va incrementándose con nuevas medidas, que a veces tienen consecuencias contraproducentes.

Por caso, un informe de Rodrigo Alvarez en la consultora Analytica observa que, pese a la recesión que desplomó el consumo en 2020, uno de los rubros de mayor aumento fue el de indumentaria -subió 60% mientras que los alimentos lo hicieron un 42%-. Y atribuye el hecho a "una progresiva restricción a las importaciones y a que, dadas las restricciones a los viajes al exterior, los segmentos de mayores ingresos deben adquirir la vestimenta en el mercado local".

Este fenómeno tiene altas chances de profundizarse en el 2021. Algunos economistas escépticos con el modelo no ahorran "chicanas" al respecto. Como Gabriel Caamaño, que escribió en las redes sociales: "Flipean los mercantilistas. La combinación de CEPO + política monetaria inconsistente se comió el superávit comercial. La Restricción Externa son sus políticas inconsistentes, muchachos. Ahí están las razones de los endurecimientos y trabas incrementales de diciembre y enero".

Mientras tanto, en el sector agropecuario están resignados a lo que ven como inevitable: una intervención total, destinada a asegurar las divisas para que llegar con oxígeno a las elecciones.

"Estos funcionarios son algo así como Moreno de buenos modales, pero la filosofía es la misma. A este Gobierno le encanta meterse entre la oferta y la demanda", afirma Salvador Di Stefano, consultor de fuerte prédica entre los productores rurales. Y expresa su convencimiento de que el Gobierno tomará las medidas que sean necesarias para garantizarse su meta de superávit comercial, lo cual implica un cierre importador más duro de lo que se está insinuando.

Escuchando a Moreno

Y a todo esto, ¿qué dice Moreno? Frases duras, como que "a esta altura, el gobierno de Alberto Fernández ya es peor que el de Mauricio Macri. Tal vez pueda achacarse ese enojo a cierta aspiración a ser tenido en cuenta en el Gobierno. Un sentimiento humano altamente explicable en política.

Pero Moreno no se queda ahí, sino que da consejos prácticos. Por ejemplo, no cerrar exportaciones compulsivamente como se intentó hacer con el maíz sino establecer mesas sectoriales en las cuales se acuerde sobre cantidades específicas que se podrá exportar y cuántas irán al mercado interno.

Su prédica es "una sana administración del comercio", sobre la que viene editorializando desde hace meses. Su concepto central es que el Gobierno debe intervenir para transferir recursos. Por ejemplo, subsidiando la energía y costos logísticos a los productores de alimentos.

O cambiando la lógica de arriendos de tierra en la pampa, de manera que la unidad de referencia deje de ser el precio de la soja y sea sustituido por un nuevo indicador vinculado a los derechos de exportación.

Respecto de las medidas que causaron revuelo en el mercado, Moreno que fue un error del Banco Central haber limitado la adquisición de dólares para los importadores en el mercado. Su visión es que, ya que el dólar es el bien más escaso, la forma inteligente de regular las importaciones antes de que éstas se realicen, y no la de condicionar sus pagos, perjudicando a las empresas.

Como ejemplo, critica que el Gobierno permita que se realicen ofertas sobre ventas de autos importados y ofertas de viajes al exterior, cuando no hay certeza de que el Central tendrá divisas suficientes como para abastecer a estos rubros y además a la industria.

En parte, estos consejos ya empezaron a ser aplicados por el Banco Central. Y son un preanuncio de la filosofía que se impondrá en un 2021 escaso de dólares.

De hecho, la práctica que se está dando en estos días, de reclamarle a las empresas una proyección anual de importaciones y luego, con criterio discrecional, comunicar cuánto de la solicitud será aprobado, tiene una inconfundible impronta morenista.

El objetivo, se presume por las declaraciones de funcionarios como el ministro Matías Kulfas, es priorizar a la industria, de cuya recuperación de 4,9% interanual se jactó como un logro del Gobierno "y no por arte de magia, sino por el resultado de políticas activas".

En definitiva, puede ser que, para el estilo conciliador del nuevo Gobierno, un funcionario como Moreno ya no tenga lugar, pero los hechos de las últimas semanas están dejando en claro que su impronta sigue vigente.