Caputo borra competencia para comprar dólares, vuelve la brecha y el mercado se queja del "giro massista"
Un temor insólito se instaló en el mercado financiero: que Javier Milei vire del "anarco capitalismo" a un intervencionismo con el sello de Sergio Massa. La medida de urgencia tomada por el Banco Central para limitar la operatoria del dólar "contado con liqui" fue interpretada como un regreso parcial del cepo cambiario y generó una ola de críticas.
La argumentación oficial es que la medida se hacía para impedir un "rulo" que beneficiaba a los "especuladores" y que generaba distorsiones en el mercado cambiario. La operatoria consistía en comprar dólares en el mercado oficial -aprovechando la caída de la cotización- y luego vender en el mercado del dólar MEP o "contado con liqui" para hacerse de pesos a una paridad mayor.
Era, en definitiva, una típica operación de arbitraje -también conocida como "puré"-, que podía dejar una ganancia de 4% luego del "efecto Bessent". Ante la mejora en la expectativa sobre la deuda argentina y, además, con la perspectiva del shock agroexportador por u$s7.000 millones, el tipo de cambio oficial bajó a una velocidad mucho mayor que la de los "dólares financieros". Y eso generó la nueva oportunidad de ganancia.
Ante una situación así, el manual liberal es claro: dejar que el propio mercado sea el que encuentre su equilibrio, permitiendo las operaciones de arbitraje. Si mucha gente compraba en el oficial y vendía en el paralelo, entonces llegaría el momento en que la brecha se haría mínima, ya fuera por un encarecimiento del dólar mayorista o por una baja del CCL.
Pero el gobierno volvió a demostrar que considera que estos son tiempos difíciles, donde lo que debe primar es el pragmatismo si se quiere llegar a la fecha de las elecciones con un mercado en relativa calma.
Es por eso que, en vez de fomentar el rulo, lo reprimió con una medida que hizo recordar a las regulaciones cotidianas de los tiempos de Sergio Massa en el ministerio de Economía y Miguel Pesce en el BCRA. Se prohíbe, por 90 días, la operación de venta en el mercado del MEP y el "contado con liqui" a quienes antes hayan comprado en el oficial.
La consecuencia fue de manual: se agrandó la brecha cambiaria, que saltó hasta un 11% -o un 9% si, en vez de considerarse el tipo de cambio mayorista, se toma el dólar Banco Nación-. Fue un efecto casi instantáneo. Y no se limitó al mercado cambiario, sino que también contagió a los bonos de deuda soberana.
Gente enojada con el Gobierno
En un mercado que ya estaba caldeado por las quejas de los productores sojeros sobre la manera en que se implementó el beneficio de las "retenciones cero", esta medida del BCRA, anunciada en el medio de la rueda, generó una oleada de reproches.
¿Qué gana el gobierno con esta restricción? La explicación oficial corrió por cuenta de Federico Furiase, director del Central y mano derecha del ministro Toto Caputo: "La medida del BCRA no impide que las personas humanas compren dólares para ahorrar en el Mercado Libre de Cambios. Pueden comprar los que su situación patrimonial les permita. Lo que no permite es que con esos dólares abastezcan el mercado de dólares financieros. La decisión busca evitar distorsiones en el mercado de cambios".
Las respuestas fueron lapidarias, sobre todo, de los economistas y operadores que más abogan por una liberalización completa del mercado cambiario.
"Me parece que distorsión es lo que ustedes siguen agregando al mercado. A ver si soy claro: la distorsión son ustedes", fue el duro juicio de Carlos Rodríguez, ex rector de la Ucema y ex vice ministro de Economía, que durante la campaña de 2023 había coordinado al equipo de economistas de Javier Milei.
Por su parte, Héctor Torres, ex representante argentino ante el Fondo Monetario Internacional, también se mostró muy crítico: "¿Encepar para evitar distorsiones? El efecto Bessent era la oportunidad para poner el peso a flotar".
Y esa fue la tónica generalizada de los comentarios. "No es auspicioso que tras el apoyo del tesoro de USA y el diluvio de agrodivisas, la semana termine con nuevas restricciones cruzadas a personas físicas", sostuvo Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Equilibra.
"No, gente, no es por ahí. ¿No era que no había que tenerle miedo a la libertad? Jamás pensé verlos aplicar técnicas massistas, es decepcionante", se lamentó Fernando Vuelta, consultor de empresas agropecuarias.
¿Brecha dólar mata "efecto Bessent"?
Y esas críticas no son lo peor: los pronósticos sobre cómo seguirá el mercado tras esta medida son negativos, al punto que muchos analistas creen que puede neutralizar la euforia inicial del "efecto Bessent".
En los bancos recuerdan que este tipo de restricciones, por su propia naturaleza, van generando nuevas distorsiones que, a su vez, deben ser arregladas con nuevas medidas. "Es un camino de ida que lleva a poner un cepo en el dólar oficial", afirma el ejecutivo de uno de los principales bancos.
Por otra parte, la recreación de una brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo implica un desincentivo adicional para las exportaciones. De hecho, se pasó de ofrecer "retenciones cero" a una situación que equivale a haber subido las retenciones de la soja otra vez al 33%.
La cuenta es así: si un productor vende hoy -nuevamente con el 26% de retenciones- podrá embolsar -suponiendo que logre el precio de venta de Chicago, u$s276 por toneladas, una vez descontado el impuesto. Lo debe vender al tipo de cambio oficial, con lo cual obtendrá unos $368.000 según la conversión que surge del nuevo desplome del dólar oficial. Y, si con esos pesos, va a comprar al mercado "contado con liqui", donde la cotización subió a $1.470, le quedarán en su cuenta bancaria u$s248 por tonelada.
Es decir, el efecto de la brecha cambiaria es que al productor hoy le quedaría un 67% del precio de la soja en Chicago, que cotiza a u$s373. En otras palabras, un descuento del 33%.
Esto lleva a que muchos analistas teman que el efecto de la nueva medida restrictiva traiga más problemas que ayuda, sobre todo en un momento en el que el clamor del mercado es que se aproveche el contexto positivo para recomponer reservas.
¿"Masterclass" o error histórico de Luis Caputo?
"Increíble, en vez de seguir desarmando el cepo, lo vuelven a armar. ¿La próxima medida cuál será, que las personas físicas solo puedan comprar u$s200 por mes?", ironizó el economista Christian Buteler, en alusión a la cuota que rigió al final del período macrista y al inicio del gobierno de Alberto Fernández.
En, tanto, el diputado Luciano Laspina, asesor económico de Mauricio Macri, también dejó ver su escepticismo: "Algunos colegas medecían ‘no hay más cepo’ porque ‘muerta la rabia, se acabó el perro’. No era tan así, según parece. El perro estaba vivo y apareció la rabia".
La queja, en definitiva, es que muchos en el mercado percibieron que nunca hubo una mejor oportunidad para dejar flotar el tipo de cambio, pero creen que el gobierno no se animará, lo cual lo empujará a endurecer regulaciones.
El cambio de expectativas generado por el anuncio de ayuda de Estados Unidos, más el ingreso masivo de divisas, era percibido como una garantía suficiente de que no habría un "overshooting" del dólar. El pedido de liberalización incluyó desde ex funcionarios peronistas, como Gabriel Rubinstein, hasta la influyente ex vicedirectora del FMI, Gita Gopinath.
Pero, evidentemente, en el gobierno no comparten esa visión. Hay una decisión política de no alterar el esquema cambiario, como mínimo hasta la elección legislativa de octubre.
Y, en el interín, el Tesoro hará lo posible por captar una parte sustancial de lo que liquiden las empresas cerealeras. Algunos ven ahí la justificación real de la nueva medida: es una forma de sacar competidores del mercado cambiario, lo cual le permitiría a Caputo comprar dólares a una baja cotización.
El grueso de la liquidación agrícola se producirá hasta el martes próximo -por el plazo impuesto por el gobierno a los exportadores para ingresar las divisas-. De manera que en las próximas jornadas quedará en claro si la estrategia de Caputo funcionó.
Si la suma comprada por el Tesoro es una porción sustancial de los u$s7.000 millones y, además, la adquisición se hace a un precio que el mercado considera muy bajo -en torno de los $1.300-, entonces no habrá que descartar que la nueva restricción rija sólo en el corto plazo.
En ese caso, habrá quienes vuelvan a hablar de una "masterclass" del ministro Caputo que compró reservas a precio de saldo. Pero, si no es así, se corre el riesgo de que la confianza que había mostrado el mercado empiece a deteriorarse. Y, como todo el sistema financiero recordó, lo mejor que se puede hacer con el swap del Tesoro estadounidense es "mostrarlo para nunca tener que usarlo".