A pasos acelerados, la Argentina ya transita la "Fase 3" del Modelo K
Después de la "maratón" de consumo vivida en los ´90, la Argentina quedó descalificada de manera fulminante con la crisis del 2001, que destruyó empleos, provocó una fuerte contracción de la economía y dejó un tendal de ahorristas golpeando las puertas de los bancos.
Pero después del vendaval, sobrevino la calma. Y el país pudo iniciar así una nueva "carrera" con múltiples objetivos: reposicionar a los productos nacionales en los mercados mundiales, recomponer el poder adquisitivo de la sociedad y reflotar un importante proyecto industrialista.
Y fue el entonces presidente Néstor Kirchner quien encontró los "materiales" necesarios para reconstruir la economía y edificar los pilares de lo que fuera bautizado como el "modelo K".
En primer lugar, tenía un gran "caballito de batalla": el dólar caro, que sirvió durante años para mantener alejados a los productos importados y para promover las ventas al mundo del "made in Argentina".
Paralelamente, el país contaba con dos escudos para hacer frente a los embates del exterior: los famosos superávit gemelos -el comercial y el fiscal-, que garantizaban gran autonomía y abundancia de dólares.
Para completar el "kit", a favor del modelo jugaban tres factores clave:
Es en este contexto en el que se desarrolló el modelo K "Fase 1", que se extendió hasta 2007.
Fue un largo período de bonanza, con tasas de crecimiento de la economía promedio de casi el 9%.
Sin embargo, estar tantos años expandiéndose a verdaderas tasas chinas -sin las inversiones suficientes- tuvo su precio: después del apogeo, la administración kirchnerista vio cómo, en plena carrera, comenzó a faltar oxigeno y se hizo cada vez más complejo fomentar el modelo productivo que había sido el espíritu inicial.
Fue justamente en 2007 cuando se ingresó en la "Fase 2". Es decir, el momento en que la "olla a presión" dio las primeras señales de recalentamiento de la economía.
Desde allí, crisis subprime mediante, se ingresó en la etapa actual, la "Fase 3" de un modelo que, a pesar de llevar el mismo nombre, se encuentra en las antípodas de aquella primera hoja de ruta que trazara Néstor Kirchner.
En efecto: de buscar posicionar en aquel entonces el Made in Argentina sin que los productos importados hagan mella en la industria nacional -gracias al dólar caro-, se pasó a ahora a un modelo exactamente opuesto, dominado por un billete verde barato -en términos reales- y con una avalancha importada que se ha transformado en una verdadera bola de nieve.
En tanto, a la industria nacional se le hace cada vez más cuesta arriba ubicar los productos en el mundo.
Además, todos los pilares que permitieron poner al país en carrera, comenzaron, poco a poco, a resquebrajarse:
- Los salarios, que antes eran competitivos, pasaron a ser muy caros en dólares
- La inflación, que en la "Fase 1" era moderada, comenzó a escalar sin control
- Los reclamos sindicales, en una primera etapa mesurados, pasaron a desbocarse
- La buena rentabilidad de las empresas comenzó a desplomarse
- Los sólidos superávit gemelos, que habían servido de escudo, empezaron a agrietarse
- y de una economía relativamente abierta el país se vio "obligado" a pasar a un proteccionismo exacerbado para mantener a flote la industria local.
En este sentido, el polémico ex ministro de Economía, Domingo Cavallo, aseguró que muy poco quedó de aquel "modelo K" de los primeros años, a punto tal que la situación actual del sector empresario "es más peligrosa que en el 2001".
"Es paradójico, pero la estrategia que prometía un tipo de cambio real alto, está dejando a la industria mucho más expuesta que en la época de la convertibilidad. Lo único que queda de la estrategia industrialista que se pregonó hasta el cansancio y se sigue pregonando, es la fuerte tendencia a la sustitución de importaciones basada no en la eficiencia sino en el proteccionismo", recalcó Cavallo.
Las últimas medidas tomadas ayer por el Ministerio de Industria no hacen más que confirmar esta tendencia: por el dólar barato, salarios en aumento y fuertes presiones inflacionarias, el Gobierno se vio obligado a multiplicar el número de barreras restrictivas al ingreso de productos importados y así intentar frenar lo que califican como la "depredación" de parte de la industria nacional.
El fin de una era, el comienzo de otra
¿Qué es lo que provocó el abrupto cambio de rumbo del modelo y que generó que la gran mayoría de los pilares que dieron inicio a esta "Fase 1" tambaleen? Para los expertos, hay un culpable: la inflación, que se exacerbó, justamente, en 2007.
"La suba de precios explica prácticamente todo. Fue la que generó el deterioro de la competitividad cambiaria y el de la balanza comercial. Fue la que también provocó malestar entre los sindicatos y la que terminó por impulsar medidas para cerrar la economía", sintetizó el economista Osvaldo Cado.
Al respecto, Martín Apaz, gerente del departamento de Economía de Deloitte, destacó que "la Argentina de hoy en día es diferente a la de la salida de la convertibilidad básicamente porque no contamos con la gran capacidad física para seguir produciendo lo que demanda la economía".
"En un contexto en el que los salarios y el gasto público aumentan el 30%, es lógico que la demanda de bienes. El problema es que la economía desde hace unos años no puede reaccionar a la misma velocidad. Esto, que no pasaba antes, se hizo visible en 2007 y hoy es cuando vemos sus efectos. Y se debió básicamente a que, si bien hubo muchas inversiones, no fueron las suficientes".
Según datos de la CEPAL, en los últimos siete años, la inversión extranjera directa creció apenas 17%, mientras que en otras economías, como en Brasil o Colombia, se expandió cerca del 160%.

En otras palabras, el propio modelo K llevaba en la sangre a este "virus" inflacionario, que se esparció por toda la economía, porque el lema era el de crecer a cualquier precio.
"Si el Gobierno expande el consumo para que la economía crezca al 9% pero en realidad se invierte como para hacerlo al 4%, entonces, es predecible que viéramos cómo las presiones en los precios se iban a incrementar".
Según Cado, otro de los "gatillos" de la inflación fue haber gastado "más allá de lo aconsejable" para garantizar ese crecimiento. De hecho, fue en 2007 (plena "Fase 2"), cuando el gasto público en relación al total de bienes y servicios que produce el país, alcanzó el récord de las últimas cinco décadas. Y dio inicio a varios años con tasas de variación astrónomicas.
El juego de las diferencias
En este contexto, basta comparar cómo estaban todos los pilares al inicio del kirchnerismo y cómo están hoy para comprender cómo el modelo mutó completamente:
1- Inflación, de estar controlada a subir por el ascensor
A partir de 2003, en plena "Fase 1", la Argentina gozó de todas las condiciones para crecer a tasas chinas sin fogonear la inflación, la cual, durante un par de años, se estacionó en torno al 5% promedio, tal como puede verse en el siguiente gráfico:

Sin embargo, a partir de la "Fase 2", es decir, desde 2007 el índice de precios experimentó un punto de quiebre y comenzó a dispararse, hasta llegar al 25% en 2010, "el mayor registro desde la devaluación", según Econviews, desde donde alertaron que "para 2011, es probable que se registre una nueva ronda de aceleración", con una tasa que hasta podría alcanzar el 29%.
2- Salarios, de estar bajo control al desborde sindical
Desde la UCES destacaron que en la "Fase 1", la creación sostenida de puestos de trabajo se sustentó en los bajos costos laborales, que estaban sumamente licuados luego de la mega devaluación del peso.
En efecto, los salarios en dólares en 2002 estaban un 30% por debajo de los niveles registrados durante la convertibilidad.

Así, hasta 2007 hubo un ciclo virtuoso de creación neta de puestos de trabajo y reducción de la capacidad ociosa.
Sin embargo, según Cado, fue a partir de ese año cuando, por la disparada del índice de precios, sumado a la falta de una vara de medición confiable tras lo sucedido en el INDEC, los gremios comenzaron a hacer sus propias estimaciones.
Así, tomaron a la inflación real que se iba alejando de la oficial, como la base de comparación sobre la cual exigir las mejoras salariales. Esto se exacerbó en la actualidad, dado que lo que importa ahora son las perspectivas y no la suba de precios actual.

De este modo, de mejoras salariales de un dígito, se llegó a exigencias que parten del 25% y, en muchos casos, superan el 30%, algo que, según la UCES, está generando que la economía crezca prácticamente sin generar nuevos puestos de trabajo.
3- Dólar, de estar "súper alto", a quedar anclado
Esta disparada de la inflación y la exacerbación de los reclamos salariales, afectaron el valor real del dólar y pincharon parte del colchón cambiario del que tanto había gozado la Argentina durante los primeros años de la era K.
En esa primera etapa del gobierno Néstor Kirchner, el tipo de cambio real multilateral -que considera la canasta de monedas de los países con los que comercia la Argentina-, era un 130% más competitivo que el del 1 a 1, mientras que con respecto al dólar la diferencia era del 100%.
Gracias a esto se inició el proceso de sustitución de importaciones más pujante y exitoso en años y del cual todavía pregona el Gobierno.

Sin embargo, ese tipo de cambio competitivo -uno de los grandes pilares del modelo K "Fase 1" y que actuaba como una barrera para los bienes importados-, se resquebrajó aceleradamente hasta llegar a lo que ocurre hoy en día.
Según Ecolatina y tal como puede verse en la infografía anterior, la relación peso-dólar, en términos reales, antes de que finalice 2011 regresará a los niveles del 1 a 1. ¿Qué implica esto? Un aliento a importar en lugar de fabricar localmente y que la moneda local se vuelva rehén de lo que suceda con el real brasileño.
4- De los "gemelos" fuertes al ocaso de los escudos
Según Ecolatina, "los superávit gemelos -el fiscal y el comercial- brindaron autonomía a las decisiones del Estado así como respaldo para minimizar el impacto de shocks externos. Sobre esta base, la recuperación fue veloz y el crecimiento elevado".
Sin embargo, la aceleración del gasto y las importaciones creciendo al doble que las exportaciones, no hicieron más que "diluir esos pilares del modelo productivo" inicial, alertaron desde Ecolatina. Los siguientes gráficos dan cuenta de ello:

En efecto, si se excluyen los ingresos extraordinarios, el resultado financiero positivo de 2010 se convierte en un déficit de $18.000 M.
En la misma línea, el superávit comercial -expo menos impo- del año pasado fue un 30% inferior al de 2009, el más bajo en términos del PBI tras la salida de la convertibilidad. Y, para 2011, ya se estima que el mismo podría caer un cerca de un 20%.

5- Del modelo agresivo al modelo defensivo
A partir de la devaluación, en el inicio de la "Fase 1", en la Argentina se vivió un verdadero boom exportador. En efecto: entre 2002 y 2004 la cantidad de empresas que salieron al mundo, de la mano del dólar caro, se disparó un 30%, al pasar de 9.000 a casi 12.000 firmas.
De la misma manera, gracias al tipo de cambio, los productos importados prácticamente no podían competir en el plano local.
Sin embargo, a medida que se fueron exacerbando las presiones inflacionarias, tal como destaca Cavallo, del modelo pro industria se pasó a uno que, paradójicamente, "desalienta las exportaciones industriales".
Así es como el foco hoy está puesto en frenar a toda costa el ingreso de bienes importados, más que en promocionar el "made in Argentina".
En este contexto, el Gobierno lanzó una estrategia en dos frentes: por un lado, multiplicó la cantidad de medidas restrictivas, tal como hizo este martes al aplicar nuevas licencias no automáticas a productos metalúrgicos, hilados y tejidos, autos de alta gama, vidrio y hasta bicicletas.
Por otra parte, está intimando a diversos sectores para que dejen de importar y comiencen a desarrollar procesos productivos en la Argentina. Primero lo aplicó en rubros como calzado y electrónica, y ahora la exigencia apunta a automotrices y hasta a comercializadores de maquinaria agrícola.
En este contexto, Alejo Espora, economista del Banco Ciudad, pronosticó que, si se sigue profundizando el atraso cambiario, "el Gobierno avanzará cada vez más en medidas del tipo defensivas".
"Los funcionarios están tomando nota del aumento de las importaciones y por eso aplican estas restricciones. Pero lo cierto es que están atacando más las consecuencias que las causas. Es decir, en lugar de solucionar el problema inflacionario, se meten con las importaciones", recalcó.
Frente a esto, el consenso entre los analistas es que, a medida que avance la "Fase 3" y haya salarios más caros en dólares y precios internos en alza, habrá que acostumbrarse a más medidas proteccionistas para frenar ala avalancha importada, que ya se transformó en el gran chivo expiatorio del modelo K, cada vez más dependiente de la soja y de lo que suceda con el real brasileño.