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Con "Super Moreno" al poder, Cristina arrancó su segundo mandato y creó el Ministerio de la "Sintoní­a Fina"

Con "Super Moreno" al poder, Cristina arrancó su segundo mandato y creó el Ministerio de la "Sintoní­a Fina"
12/12/2011 - 13:27hs
Con "Super Moreno" al poder, Cristina arrancó su segundo mandato y creó el Ministerio de la "Sintoní­a Fina"

Ya es oficial. La "sintonía fina" no sólo es una expresión para describir la corrección que viene para la economía argentina -producto de un necesario y obligado "service" al modelo K-, habida cuenta de que ahora el viento de cola no soplará tan a favor como en otros años.

Es también, a partir del acto de reasunción del sábado pasado, la doctrina rectora que regirá el segundo período de Cristina Kirchner.

Tal es así que ahora hay un nuevo marco institucional ad hoc, con ámbitos y organismos específicos para llevar a cabo esa tarea de sintonización.

Para empezar, la nueva supersecretaría que englobará las funciones de comercio exterior e interior reafirma la importancia que el kirchnerismo le otorgará al control de los dólares que entran y salen del país.

Esta secretaría será, de hecho, un organismo con poder equiparable a un ministerio. Y si bien formalmente dependerá de Economía, se descuenta que funcionará con amplia autonomía.

Por si fuera poco, el nuevo "ministerio de sintonía fina" estará a cargo de Guillermo Moreno, el pintoresco y controvertido funcionario que, lejos de alejarse del poder, aparece cada vez más "idolatrado" y encaramado en el escalafón.

"El mensaje es el de un intervencionismo claro. Y es consistente con su nombramiento. Será el verdadero ministro de Economía al manejar el comercio interior, exterior y mantener la relación con las empresas", analiza Sergio Berensztein, de la consultora Poliarquía.

Después de haber asumido todas las tareas que requirieron "mano dura" durante los últimos ocho años -control de precios minoristas, supervisión de la cadena productiva agrícola, restricciones a la importación y hasta el dar batalla contra el dólar blue- Moreno dio muestras de lealtad y de estar dispuesto a ejercer su tarea "a cara de perro".

La Presidenta ya había dado pistas de que tenía un "lugarcito bien guardado" para él, al agradecer su labor de manera pública y hacer oídos sordos a los reclamos de muchos empresarios, que se quejaban por sus malos tratos y amenazas.

"Es cierto que cuando uno tiene que cuidar determinados intereses, resulta antipático para otros intereses", afirmó en un discurso pronunciado a las pocas de que se conociera el nuevo Gabinete.

Este sábado -en la asunción de su nuevo mandato- volvió a referirse a los nuevos desafíos que implica la etapa que viene de "sintonía fina".

Y explicitó qué es lo que espera de la nueva Secretaría, con "Super Moreno" a la cabeza: que no deje ningún resquicio abierto para que haya dólares que se cuelen sin control oficial.

"¿Saben qué observé? Que hay varias ventanas con los mismos fines. Y entonces los que tienen experiencia van tocando cada ventana, a ver dónde pueden sacar ventaja", explicó la mandataria.

Esa situación de falta de articulación lleva, según ella definió, a que se genere "un Estado bobo". A lo que agregó: "Y yo quiero ser cualquier cosa menos boba".

Sentado en la primera fila del palco del congreso, y ante la mirada de todos los que sabían que se estaba refiriendo a él, Moreno asentía ante cada palabra de la Presidenta.

"Se va a tratar de atender el interés empresario, pero no con una política general sino con muchas medidas discrecionales. La Presidenta privilegia el modo de decisión en el cual, cuando las cosas se complican, recurren a Moreno", afirma Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas.

Del otro lado del mostrador, el CEO de una alimenticia líder confiaba a iProfesional.com sus nuevos temores: "Si antes metía miedo y había que bancarle sus desplantes y malos tratos, no me quiero imaginar lo que nos espera ahora que ganó más poder".

"El duro", "el guardián de los precios", "el matón", "el intratable". Recibió todo tipo de apodos, tanto en despachos oficiales como en los directorios intervenidos de empresas privadas.

Paradójicamente, todas estas connotaciones negativas ahora son vistas como "las" cualidades que le sirvieron para escalar en el organigrama K.

Entrelíneas, la sintonía fina requerirá dosis mayores de intervencionismo y estará centrada, como siempre, en el control de "la caja", aunque en esta oportunidad no sólo es la interna sino, especialmente, la que contiene dólares.

¿Llega el plan "Competitividad para todos"?

"El país tiene una alta fuga de capitales y elevada salida de divisas para el pago de deuda privada y compra de insumos. En cambio, tiene muy poca entrada de dólares por inversiones o préstamos", señala Jorge Todesca, ex viceministro de Economía, para quien el problema más urgente a resolver es el de desacople financiero.

De ahí la importancia que tendrá Moreno en su rol de "ministro de la Sintonía Fina".

Pero el anuncio de lo que viene no se agotó en la creación de la secretaria de Comercio Exterior, que viene a complementar la ya existente de Comercio Interior.

La Presidenta también anunció la creación de una subsecretaría de la Competitividad, con funciones todavía no muy claras.

Y, además, anticipó la convocatoria a mesas de articulación tripartita entre el Estado, las empresas y los sindicatos.

Será una tarea "sector por sector y empresa por empresa", que será coordinada por los ministros.

Berensztein, de Poliarquía, se manifiesta sorprendido por el hecho de que el abordaje de este tema sea sobre una base de "caso por caso" y no mediante una mejora global del financiamiento y la infraestructura.

"Es algo que me hace ruido. No veo la necesidad de meterse con cada empresa, cuando los mismos empresarios deben hacerlo. En el resto del mundo la competitividad es mejorar la regulación para todos los sectores, no en forma personalizada", señala.

Lo cierto es que en la nueva agenda presidencial, la palabra "competitividad" pasó a tener un rol preponderante.

Y esto ya de por sí es motivo de algarabía entre los industriales, que ya habían aplaudido rabiosamente a la Presidenta cuando pronunció su discurso en la Unión Industrial, de fuerte impronta "productivista".

"Tengo que rescatar la ratificación de tomar como prioridad la valorización productiva por sobre la financiera", dijo complacido -tal como era de esperar- José Ignacio de Mendiguren, titular de la entidad.

Claro está, que no necesariamente lo que la Presidenta entiende como políticas para favorecer la competitividad son las mismas que ven otros.

Así, mientras para la mayoría de los economistas el problema es la inflación, el atraso cambiario y el alto nivel de los salarios medidos en dólares, la mandataria tiene otro foco.

De hecho, una de sus frases más contundentes en el discurso del sábado fue la referida a que la competitividad será recuperada "pero no como quiere el club de los devaluadores ni el club de los endeudadores".

Conspiradores en la mira

Entre las marcas del estilo K que no cambian figura la tendencia a ver conspiraciones.

Así, la Presidenta considera que los episodios de corridas cambiarias fueron orquestados por "las corporaciones".

Y, de esa forma, justificó su intervencionismo en el mercado cambiario mediante los controles a la compra de billetes verdes.

Pero, además, su referencia a que los conspiradores intentaron que el Gobierno cediera y generara una devaluación da a entender que, al menos en el corto plazo, el objetivo oficial será es el de hacer subir al dólar muy de a poco, como forma de transmitir estabilidad financiera.

La gran incógnita, entonces, es cómo mejorar la competitividad sin corregir el atraso cambiario (frente a la inflación) y sin recurrir al endeudamiento externo.

Los economistas mantienen su visión respecto de cuál es la forma más rápida para lograr una mejora en la economía.

"En realidad, el tipo de cambio no se puede tocar demasiado. La manera de mejorar la competitividad es poner en caja la suba de los precios", apunta el analista y catedrático Victor Beker, para quien "más que con una nueva secretaría, se lograrían mejores avances con un control de la inflación".

Aplausos y críticas

Por lo pronto, Cristina mencionó como receta a la mejora de la productividad, gracias a la innovación en tecnología y apostando a la educación.

Pero todos saben que esas políticas, si bien son loables, sólo dejan sus frutos en el largo plazo.

En el "mientras tanto", se requiere de financiamiento para la obra pública y para el mantenimiento de los planes de asistencia social con los que se pretende seguir motorizando la economía.

También aquí el círculo se cierra alrededor de Moreno, dado que para que la economía pueda sostener el ritmo de consumo interno es necesario agrandar el actual superávit comercial de u$s10.000 millones (dólares que entran por ventas al mundo menos los que se van por compra de productos importados).

Y, tal como ya ocurrió durante la crisis global de 2009, el superministro de la "Sintonía fina" tendrá a su cargo frenar con toda su fuerza la avalancha de productos importados que llegan a la frontera.

Otro tema importante, en el que seguramente el "todopoderoso Moreno" tendrá injerencia, es en el reparto de los créditos. En definitiva, también se hará un tiempito para echarle un vistazo a cómo se otorgan y quiénes los reciben.

En este sentido, la Presidenta se jactó de cómo estos, en los últimos años, se habían direccionado más a las pequeñas y medianas empresas que a las grandes firmas.

Su referencia a que el sector financiero tuvo grandes rentabilidades y a que no debe "escupir hacia arriba" también ofrece una pista respecto de la voluntad oficial por canalizar los flujos financieros hacia determinadas actividades.

Por otra parte, la Presidenta dio indicios importantes sobre su gestión, al marcar un fuerte contraste en la forma en que se dirigió a la industria y al sector agropecuario.

Tras haber ponderado largamente el crecimiento industrial y el nivel de inversión de los empresarios, hizo apenas una mención al campo, para recordar a los productores que hoy estarían mejor si se hubiese aprobado hace tres años la polémica Resolución 125.

"No me sorprende, es la actitud que ella ha tenido con el campo. Lo que más nos preocupa es que se crea que la ´sintonía fina´ se logra con el bloqueo a las exportaciones", afirma Ernesto Ambrosetti, economista jefe de la Sociedad Rural.

También la mandataria hizo un espacio en su discurso para recordar lo bien que le va a la Argentina, en comparación con la difícil situación que atraviesan otras naciones, en particular las europeas.

De hecho, allí estuvo su única mención a la inflación. Y no fue para reconocer que es un problema de la Argentina, sino, por el contrario, para relativizar las bondades de los países que recurren a las metas inflacionarias.

"No gobiernan con metas de inflación, sino con metas del crecimiento del negocio financiero. En cambio nosotros nos fijamos metas de crecimiento", destacó la mandataria, en otra afirmación de la "batalla cultural" contra las políticas liberales.

Vigilados de cerca

La convocatoria a empresarios y sindicatos para formar parte de la nueva fase de "sintonía fina" estuvo presente en el mensaje inaugural, tal como se preveía. Pero vino acompañada de "advertencias para todos".

A los empresarios, con insinuaciones sobre qué se debe hacer y qué no se puede hacer con el dinero. Es decir, invertir sí, comprar dólares no.

Y a los sindicatos, con explícitas menciones a no confundir el derecho constitucional de la huelga con las políticas de chantaje.

"Todos los hombre son buenos, pero si se los vigila de cerca son mucho más buenos", señaló, dejando en claro que ella también cree en la célebre máxima de Juan Domingo Perón. Muchos de los allí presentes entendieron a quién iba dirigido el mensaje.

Por otro lado, reiteró que no va a tolerar a "las corporaciones" generando corridas bancarias, ni a los sindicatos provocando desestabilización.

Y por si no alcanzara con la advertencia, hizo saber que tiene un funcionario que velará por que todos presten ayuda en su nuevo mandato.

Esa persona es, ni más ni menos, Guillermo Moreno, quien será el encargado de establecer- bajo sus propias reglas- la "tolerancia cero" a la indisciplina.

Los hombres de negocios ya se imaginan lo que viene.

Y temen por la discrecionalidad y por los métodos que aplicará el ahora encumbrado ministro de la "Sintonía Fina".