Día Internacional de la Mujer. Tiene su origen y se relaciona, sabemos, con la libertad que la mujer logró hace poco más de 100 años.

Tanto ha evolucionado la mujer que, hoy, puede ocupar cualquier lugar que antes ocupaba el hombre. No queda duda al respecto.

Pero le costó, y le cuesta, llegar a esos lugares, ser escuchada, respetada en sus ideas y en su interés por desarrollarse.

Siglo XXI y todavía hay discriminación, maltrato, desprecio... Consideremos que el 70% de los puestos que se tratan de cubrir lo solicitan como "preferentemente hombre" y que la mitad de ese porcentaje, es "hombre excluyente".

Sin embargo, aquí estamos. Cada día asumiendo mayores responsabilidades. No pedimos nada, sólo que nos escuchen, nos respeten y nos den oportunidades.

Pero, los prejuicios siguen su curso y, lo que es peor, es que nosotras mismas nos discriminamos. Muchos de los que solicitan ese 70%, son mujeres "que prefieren trabajar con hombres porque tienen menos problemas."

Lo que para esas personas son problemas, para nosotras son desafíos y circunstancias que nos obligan a ocuparnos de diez cosas en el mismo momento: estudio, casa, trabajo, hijos...

Podemos. Todo lo podemos. Pero parecería no ser suficiente cuando del empleo se trata.

Los otros días me contaba una mujer que su jefa -leyó bien: jefa con "a"- le dijo que tenía que definir a qué le daba prioridad, si a su familia o al trabajo, porque si la primera era la respuesta no iba a poder trabajar.

Todo porque su hijo estaba afiebrado y sólo quería retirarse temprano para llevarlo al médico.

Las mujeres no necesitamos pensar en cuál es la prioridad, vamos para adelante sin descuidar ningún tema.

Administrando los tiempos y reconociendo lo importante de ese momento. No existe una continuidad en las prioridades, ahora es una y luego puede ser otra. Todas serán resueltas. Somos capaces de manejar diez temas al mismo tiempo.

Proponemos la igualdad, pero no la igualdad ciega sino razonada, con valoración de nuestras capacidades, nuestra particular sensibilidad y nuestro aporte al mundo. Valorar la diferencia es también parte de la igualdad en el respeto como personas, parte de una sociedad que más se enriquece cuanto más integra.