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El paí­s "se quedó sin cambio": billetes de $100 vuelan y argentinos sufren el sí­ndrome del "estrés de bolsillo"

Un billete con la cara de Roca, el de mayor denominación de la economía argentina, hoy sólo rinde para una compra cotidiana de rutina
18/05/2012 - 10:23hs
El paí­s "se quedó sin cambio": billetes de $100 vuelan y argentinos sufren el sí­ndrome del "estrés de bolsillo"

Suele decirse que la relación entre la sociedad y la moneda de un país está definida por el tipo y cantidad de billetes que sus habitantes necesitan llevar en el bolsillo.

Es decir, si son de baja denominación, de alta, o si se requieren de muchos o de algunos pocos.

Lo cierto es que resulta llamativo que el billete "más grande" en Argentina, es decir, el de $100, apenas alcance para un viaje de ida y vuelta en taxi desde algún barrio porteño al microcentro.

O, por ejemplo, sorprende que sirva para pagar una estadía de tan solo 24 horas en un estacionamiento de la avenida Corrientes, o dos "combos" premium en algún local de comida rápida.

Ejemplos de este tipo abundan, los hay de toda clase y para todos los gustos. Hablando de esto último, es notorio que para comprar un "kilo" de helado -en cadenas como Persicco, Volta o Freddo- ya se tenga que "desenfundar" uno de $100 para recibir apenas $8 de vuelto.

Aquel que diga "yo invito con una docena de empanadas", por ejemplo en cadenas como Kentucky, debe saber que llegará casi justo si a eso le agrega una bebida.

No hace mucho tiempo era común avisarle al taxista, antes de subir, que no se contaba con cambio. Y se apelaba a su buena onda y amabilidad para ver si éste era capaz de aceptar un billete con la carita de Julio Argentino Roca.

Hoy eso ya no corre más. Incluso, si el viaje es largo, hasta el pasajero se pregunta si le alcanzará.

Argentina, "sin cambio chico"Cuando se creó el actual billete de $100, con la ley de convertibilidad, allá por 1992, uno de estos billetes -que ahora vuelan de los bolsillos- equivalía a unos 100 dólares.

Actualmente representa tan sólo u$s22,5. Es decir, menos de un cuarto de lo que valía en aquél entonces.

Esta tendencia, que se percibe en lo cotidiano, queda plenamente comprobada si se analizan las cifras oficiales del Banco Central:

  • En la actualidad circulan en total unos 2.800 millones de billetes de distintos tipos y "colores".
  • De esa cantidad, más de la mitad (54%) corresponden a la denominación más alta (1.500 millones de "papeles" con la carita de Roca).

Los datos impactan aún más si se considera el fenómeno no por la cantidad física que circula en el país, sino por su "valor cambiario".

En este sentido, los de $100 representan casi el 90% de todo el caudal que se moviliza en la economía argentina.

El siguiente cuadro muestra cómo se distribuye la cantidad en circulación de las distintas unidades físicas en la actualidad:

De hecho, en los últimos años, 7 de cada 10 billetes puestos "a rodar" por el Banco Central correspondieron a los de mayor denominación.

La economista Marina Dal Poggetto, del estudio Bein y Asociados, aporta un dato contundente que los argentinos perciben a diario.

Señala que en los últimos años el billete de "100" perdió el 80% de su valor como consecuencia de la inflación, y hoy es equiparable a lo que significaban $20 pesos en el 2001.

Frente a esta situación, "lo único que puede hacer el Banco Central es compensarlo con más billetes", completa la especialista.

En tanto, Federico Bragagnolo, economista de Econviews, da cuenta de un enfoque similar: "Existe una contradicción. Por un lado hubo una inflación acumulada del 400% desde 2002, pero nunca se subió la mayor numeración monetaria. Por ende, para cada transacción se necesita una mayor cantidad de billetes".

El analista da cuenta de lo problemático que resulta el hecho de que la moneda de más alta denominación tenga en la actualidad un poder de compra tan limitado.

Y agrega: "Cada vez se irá haciendo más engorrosa la situación. Se necesitará una mayor dosis de unidades, se vaciarán más rápido los cajeros y escaseará aún más el cambio".

En buen romance, apunta que los "papeles chicos" irán perdiendo cada vez más protagonismo, al punto de ir desapareciendo de la economía, en cuanto a su peso específico, si la tendencia no se revierte.

"Los billetes de 2 pesos se ven cada vez menos, no sólo porque su poder de compra ya es demasiado bajo sino, además, porque resulta costoso seguir emitiéndolos", destaca Bragagnolo a iProfesional.com.

La realidad de los cajeros automáticos

Los inconvenientes mencionados se reflejan en la carga que debe efectuarse en los cajeros automáticos.

"Hace algunos años dispensaban billetes de $10, $20, $50 y $100. Hoy ya casi no hay equipos que provean ni de $10 ni de $20, y cada vez son menos los que cargan de $50", explica Jorge Nure, consultor independiente del sector y ex integrante de NCR.

Y agrega que con la elevada inflación, un producto que hace 5 años costaba $20 -que representa a la cuarta denominación monetaria disponible- hoy puede valer $60, por lo que, para pagarlo, ahora se debe utilizar la mayor numeración del mercado, la cual "ya no tiene otras instancias superiores de soporte".

Por ello, menciona que en una economía normal, si se tiene 6 variedades de billetes, el de mayor circulación debería ser aquél que esté entre la tercera y cuarta denominación, sirviendo las otras de soporte a éstas.

De modo tal que, considerando las 6 "variedades" ($2, $5; $10, $20, $50 y $100), los que deberían verse en la calle con mayor frecuencia son los de $10 y $20, algo que ya hace mucho tiempo dejó de suceder.

"A medida que avanza la inflación, deberían ir apareciendo nuevos valores y así ir descartándose los inferiores", concluye Nure.

¿Qué sucede en otros países?En Brasil, por ejemplo, el billete más grande es el de 100 reales, que equivale a unos u$s50.

Algo parecido ocurre en Chile, donde la máxima figura es la de 20.000 pesos chilenos, que representa unos u$s40.

Y en Uruguay el máximo papel es de 2.000 pesos uruguayos, unos u$s100.

Todas estas más altas denominaciones de los países vecinos están muy lejos de los u$s22,5 que significan los $100 argentinos.

También importa el grado de bancarización de la economía.

En Estados Unidos, por ejemplo, más del 85% de la población tiene acceso al sistema bancario. En cambio, en Argentina este índice es bajo, porque existe una "economía en negro del 35%. Por eso es más problemático el tema de los billetes", comenta off the record un economista.

Los comercios y el problema del vuelto

El limitado poder de compra de la moneda de mayor denominación del país trae aparejado diversos inconvenientes para los comercios, porque les implica trasladar "un mayor volumen físico de dinero hacia el banco", sostiene Juan Blas Taladrid, secretario de la Unión del Comercio, Industria y Producción (UCIP) de Mar del Plata.

Y agrega: "Con un billete de $100 no se puede dar vuelto porque es el del mayor valor. Por ende, no recircula en el sistema y ocupa más espacio en la caja, generando problemas en el almacenamiento de los negocios chicos y medianos. Hoy ir a depositar un fajo de 10.000 pesos es normal, antes era una fortuna".

El otro inconveniente que sufren los comercios es que escasea el cambio y algunas monedas no se consiguen con facilidad.

"Sobre todo, porque las personas tienden a extraer de los cajeros billetes de $100", alerta Taladrid, al tiempo que destaca que "la mayoría de las máquinas sólo proveen papeles de esa cifra o de $50".

Esto se debe a que los bancos llenan los compartimientos con las más altas denominaciones. Sobre todo los fines de semana, para que no se vacíen tan rápido y así evitar las quejas de los usuarios.

La psicología del bolsillo

La "huida" a alta velocidad del papel de mayor denominación genera, a su vez, distintas secuelas psicológicas en buena parte de la sociedad.

"Da sensación de una mayor falta de control del presupuesto de cada uno. El hecho de que se vayan de los bolsillos más rápido genera en varias personas la sensación de que la situación se torna inmanejable. A muchas de ellas, esto les provoca ansiedad y angustia", apunta Maria Gabriela Fernández, licenciada en psicología e integrante del Centro de Estudios para el Estrés y Ansiedad Hemera.

Mientras un individuo mantenga un alto poder de compra y observe que su situación económica resulta controlable, el hecho de tener que "desenfundar" permanentemente billetes de $100 no lo afecta tanto.

Pero en el caso de otras personas, que ven que sus ingresos no pueden satisfacer su presupuesto mensual, el hecho de tener que "quemar" a diario los billetes de mayor denominación sí le puede ocasionar algún impacto psicológico.

Los analistas hacen referencia a este fenómeno con el nombre de "estrés de bolsillo".

"Ven vulnerados sus valores internos y sociales y entran en conflicto, algo que les ocasiona angustia, ansiedad y estrés", advierte Fernández.

En la misma línea que sus colegas, la psicoanalista miembro de APA Any Krieger, destaca: "El billete de $100, al ser el de mayor denominación y, a su vez, el de mayor uso, produce en muchas personas la sensación de que no pueden controlar su propia economía, lo que a su vez les genera cierto grado de bronca y frustración".

Presente y futuro incierto

La pregunta del millón es cuánto más puede el país y sus habitantes manejarse con billetes que, en su "grado más alto", apenas cubren un viaje en taxi de unos 30 minutos de ida y de vuelta o un kilo de helado.

Al respecto, las opiniones de analistas aparecen divididas.

Algunos sostienen que el Gobierno, en su afán de no querer dejar en evidencia los altos índices inflacionarios, mantendrá el actual esquema durante el mandato vigente.

Otros apuntan que la situación se tornará difícil de manejar pasados los próximos dos años, de mantenerse una suba de precios de entre el 20% y 25% anual.

Lo concreto es que hoy existen 15 series impresas con la cara de Roca por la Casa de Moneda (de la A a la Ñ). A ellas se les deben sumar otras 2 (S y T) que se generan en Brasil desde hace más de un año, debido a que el Gobierno no da abasto para aprovisionar la gran demanda local.

Por lo tanto, el remanente total disponible son 10 series: -de la O a la R y de la U a la Z- que de acuerdo con la emisión proyectada se completarían en los próximos dos a tres años, al menos así como están planteadas las series hoy en día.

Hasta el momento, el Gobierno puso paños de agua fría a las iniciativas tendientes a emitir billetes de $200 y $500 que, según coinciden en destacar los economistas, aliviaría la cantidad del circulante necesario.

En gran medida, para no mostrar que la inflación terminó por "torcerle el brazo" en esta materia y, asociado a ello, porque significaría demostrar que el INDEC no fue una herramienta confiable en estos últimos años para medir la suba de precios.

Esta reticencia se da a pesar de que hasta le resultaría más barato avanzar en la impresión de papeles de mayor valor: "Sería más económico para el Estado porque circularían menos unidades. Por ejemplo, hacer de $200 reduciría el volumen de los de $100 a la mitad", apunta Bragagnolo.

Por lo pronto, este parece no ser el escenario más probable de corto plazo.

Así, sin cambios a la vista, los argentinos deberán seguir "cargando" sus bolsillos con esos billetes violetas que alguna vez sirvieron para pagar una buena cena y hoy, apenas, para dos combos Premium en Mac Donald´s.