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Se apunta a pesificación natural "por las buenas" y a vivir con un dólar de varios colores

Se apuntará a que el mercado "se acomode solito" a la falta de billetes verdes y a que no se ensanche la brecha entre el "blue" y el cambio oficial
07/06/2012 - 10:21hs
Se apunta a pesificación natural "por las buenas" y a vivir con un dólar de varios colores

Atrás van quedando las palabras del titular de la UIF, José Sbatella, cuando sentenciaba que había que "desdolarizar la economía por las buenas o por las malas".

Tras semanas de especulación sobre el anuncio de un paquete de medidas -se rumoreaba desde una pesificación forzosa hasta un desdoblamiento oficial del dólar- empieza a consolidarse la sensación de que ése no será el camino que elegirá el Ejecutivo para salir del "atolladero" que le genera la falta de billetes verdes. 

Más bien, empieza a cobrar forma la idea de que el Gobierno buscará un reacomodamiento "natural" del mercado.

Es decir, no habrá "dólar barato para todos" -una suerte de activo subsidiado- la AFIP mantendrá la canilla cerrada pero, a la vez, tampoco habrá grandes anuncios oficiales tendientes a alterar las actuales condiciones en las que opera el mercado.

En buen romance, no habrá una pesificación forzada pero -al no haber billetes verdes- particulares y empresas deberán "por las buenas" acostumbrarse a convivir con el peso a la hora de pactar algunas operaciones.

Esto es así porque, por una parte, es conocida la negativa del kirchnerismo a los pomposos "planes" que fueran tan populares en los años '70 y '80.

Pero, por sobre todo, porque hay un convencimiento entre los funcionarios K de que "convivir" con la situación actual, quizá con algunos retoques, resulta ser lo más conveniente o, al menos, el plan "menos malo".

"El Gobierno viene aplicando una serie de medidas en el mercado de cambios, en las importaciones y en los subsidios. Todas van en una misma dirección, pero busca evitar expresamente los anuncios del tipo ‘paquete', característicos de los planes económicos de antaño. Ha sido el estilo de todos los gobiernos K y no va a cambiarlo ahora", afirma Julio Burdman, director de la consultora Analytica.

En definitiva, como dijo la secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri, al reconocer la situación de escasez de dólares, "el Ejecutivo no va a hacer otra cosa que sostener el actual modelo económico".

Y luego de la desmentida que el viceministro de Economía, Axel Kicillof, realizara respecto de un eventual plan pesificador o de un desdoblamiento cambiario explícito, empresarios y analistas están haciéndose a la idea de qué es lo que viene de cara a los próximos meses.

Para empezar, habrá que acostumbrarse a convivir con un desdoblamiento cambiario que opera de hecho, aunque no "reconocido" de forma oficial. Es así que actualmente coexisten:

Un dólar de $2,90 para los exportadores de soja (después de aplicadas las retenciones).

Otro de $4,50, válido para importadores y para turistas.

Otro financiero, en torno de $5,50, para particulares que buscan el "blue" como forma de ahorro.

Otro "celeste" (a mitad de camino entre el oficial y el blue) para agencias de autos, algunas operaciones inmobiliarias y para quienes buscan cubrirse de subas en costos de reposición de insumos.

Otro de $6 para aquellos que quieran fugar divisas del país.

Así están las cosas hoy día y, seguramente, así seguirán. Y los distintos sectores del mercado deberán acostumbrarse a tener "su color" del dólar. Todo esto, sin paquetes.

Plan no anunciado

Todo indica que el Gobierno así irá "surfeando la ola", fiel a su estilo de dejar que las cosas -cuando pintan complicadas- se vayan acomodando solitas.

Este plan no anunciado coincide con las sugerencias que miembros del Gobierno propician para esta nueva etapa del país.

Una pista al respecto la dio la propia Cristina Kirchner, que se ha encargado de desmentir explícitamente un desdoblamiento al estilo de los años '80. 

Sin embargo, no escrito, tal desdoblamiento ya existe en los hechos. Y tampoco el Gobierno cuenta con suficiente "margen de maniobra" para erradicarlo.

De modo tal que una "sana" convivencia parece ser lo que más convence al Ejecutivo.

Dante Sica, director de la consultora Abeceb, recuerda que los desdoblamientos formales no han sido históricamente efectivos en la historia económica argentina.

"No funcionaría como un freno de la inflación, debido a que los precios se fijarían de acuerdo con la evolución del dólar financiero y no con base en el precio pagado por los importadores en el mercado oficial", sostiene.

Además, argumenta Sica, un mercado explícitamente desdoblado provocaría un incentivo mayor a la especulación y volvería más difícil el control de las tasas de interés, porque no estarían atadas al valor del oficial sino a la expectativa de suba del paralelo.

Mientras tanto, la existencia de hecho de varios tipos de cambio permite que haya sectores (el agroexportador sobre todo) que financien los desajustes y le provean al Estado las divisas que necesita para cumplir con sus pesadas obligaciones externas.

En todo caso, lo que sí cuidará el Gobierno es que los costos en dólares no se desborden y que tampoco se torne demasiado grande la brecha entre el dólar oficial y el paralelo.

Para ello, ya ha tomado cartas en el asunto.

La primera medida -que ya puso en práctica- ha sido la de acelerar la suba del oficial: pasó de un ritmo de 0,6% mensual, a comienzos de año, a otro de 1,3% en mayo.

"El Banco Central, sin comunicarlo, empezó a mover más rápido la tasa de devaluación", afirma el influyente economista Miguel Bein, quien estima que el billete verde en todo el año subirá un 15%. Es decir, más de lo previsto inicialmente.

Incluso, otros analistas proyectan un deslizamiento aun mayor. Dentro de este grupo se encuentra el consultor Federico Muñoz, quien prevé un alza del 19% y ve a la divisa estadounidense en $5,15 para diciembre. 

La pata restante en este "plan no anunciado" es la que se está viendo en estos días: aceptar la existencia del mercado blue pero con un intento de "disciplinarlo", de manera que la brecha se ubique en un rango sostenible. 

"Aquél que quiera pagar un dólar más caro como modo de atesoramiento que lo haga. Que vaya al blue y que locompre ahí", señala una fuente cercana al Gobierno, al tiempo que agrega que los particulares se irán acostumbrando, solitos, a pensar en pesos o a convalidar un valor más elevado para el billete verde.

Apostando al poder del "relato"

Otro aspecto del plan oficial consiste en dar la "batalla cultural" para que se minimice el uso del dólar en las transacciones económicas.

El mercado inmobiliario, sector dolarizado por excelencia, es el que se muestra más reacio a este cambio propuesto por el Gobierno.

Sin embargo, el grifo cerrado durante un buen tiempo puede ir flexibilizando esta postura.

"Creo que la dinámica propia irá haciendo que las operaciones inmobiliarias se pasen a pesos de modo natural", afirma Federico Weil, presidente de la desarrolladora inmobiliaria TGLT.

En su visión no se tendría que ir a un sistema de pesificación compulsivo. "El mercado irá haciendo solito su trabajo", agrega.

Para darle una ayudita a esta "cultura pesificadora" -que no nació de modo natural sino de forma obligada por la falta de divisas- la propia Cristina, como era de esperar, se puso al frente de la batalla.

Como parte de su apuesta al poder del "relato" anunció que pasará a moneda local su plazo fijo de u$s3 millones, que consta en su declaración jurada, e instó a sus funcionarios a hacer lo mismo.

El objetivo político es transmitir confianza y ser ella misma la que transforme una crisis cambiaria en una "epopeya épica", tal como diera cuenta iProfesional.com (ver nota: El "poder del relato" en su test más difícil: convertir crisis del dólar en "epopeya épica" para que argentinos piensen en pesos). 

Por cierto que la jugada de Cristina Kirchner implica ciertos riesgos asociados. El más claro es el desestímulo para que los tienen dólares en los bancos se queden dentro del sistema.

Es probable que si hasta ahora se venía dando un retiro diario cercano a los u$s100 millones, el anuncio presidencial tienda a exacerbar esta salida.

La otra señal que el mercado espera, para el éxito de esta convocatoria a pesificar, es la suba de las tasas de interés.

En un nivel de 10%, no solamente pierde frente a la inflación, sino que ahora también frente a la devaluación esperada, que es el referente clave tomado por los ahorristas.

De hecho, al contrario de lo que afirman los funcionarios K, solamente quienes piensan en términos de dólares pueden ver atractivo el tener un plazo fijo en pesos, porque no les importa la inflación alta: miden la ganancia de sus depósitos según cómo cotiza en moneda estadounidense.La hora del ajuste inevitable

El plan no anunciado tiene otra gran pata para que los costos argentinos no sean tan altos en dólares, que es el control de la inflación.

Se trata de la tarea más complicada de ejecutar y el Gobierno sabe que resulta antipática para un sector de la población sustancialmente más grande que el de los ahorristas en dólares.

Es que estas medidas implican una contención de los salarios y del gasto público.

Pero también allí se están tomando medidas, como quedó evidenciado por la disposición de la jefa de Estado a enfrentar a los líderes sindicales y advertir el riesgo de desempleo en caso de que hubiese desbordes salariales.

"El Gobierno decidió que la fase de redistribución del ingreso por la vía de los incrementos salariales ya llegó a su fin", analiza el politólogo Jorge Giacobbe, para quien la pulseada con los sindicatos recién comienza y será dura.

Lo cierto es que, a pesar de que la conflictividad de las últimas semanas daba la sensación de que no podría dominar la situación, finalmente hubo gremios relevantes que cerraron acuerdos dentro de los parámetros que el Gobierno pidió. Es decir, cercanos a la inflación.

"En medio de esta vorágine, pasa desapercibido el éxito a medias que el Ejecutivo viene consiguiendo en su intento por frenar la nominalidad salarial", observa Bein.

"Lejos del 18% que se pretendía hace unos meses, las paritarias empiezan a cerrarse con un techo del 24% que contrasta con el 35% promedio de 2011", agrega.

Mientras tanto, hay otro componente del "plan sin anunciar" que implica un desafío para el Gobierno: bajar los niveles de gasto público.

Las últimas cifras de recaudación tributaria dejan en evidencia que ya no puede estirarse más una situación de erogaciones que crecen al 30% anual mientras los ingresos lo hacen a menos del 25%.

Es todo un desafío para el "relato", que ha evitado siempre cualquier alusión que suene a ajuste tradicional.

Pero hay algunos indicios respecto de lo que puede venir, especialmente en el pesado rubro de los subsidios al sistema de transporte (sólo en el primer trimestre implicó un gasto de $5.800 millones).

Por lo pronto, el hecho de que la Presidenta haya convocado a un organismo conjunto formado por la Nación, la Ciudad y la Provincia, para atender los problemas del Gran Buenos Aires da la pauta de que quiere aliviar la carga de esa erogación, intentando que las autoridades provinciales y municipales asuman el costo político de una suba tarifaria.

En conclusión, el Gobierno tiene un plan no anunciado. Y es dejar que el mercado se acomode solito a las nuevas reglas de juego.

Y parte de este plan incluye a la propia Cristina Kirchner queriendo pesificar la economía de modo natural y tratando de erradicar la cultura dolarizadora de la mente de los argentinos.