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Fuga "indomable": se disparó el uso de tarjetas desde el exterior para así­ ganar con el "dólar oficial subsidiado"

La sensación de muchos argentinos es que los $4,50 que fija el Gobierno para el billete verde quedó muy barato. Al no conseguirlos, apelan a los plásticos
14/06/2012 - 10:43hs
Fuga "indomable": se disparó el uso de tarjetas desde el exterior para así­ ganar con el "dólar oficial subsidiado"

La "obsesión" oficial por el cuidado de los dólares entró ya en su octavo mes, luego de que a fines de octubre pasado la AFIP decidiera implementar un sistema de permisos para los ahorristas deseosos de hacerse de billetes verdes. 

Así, aquellos que se acercaban a la ventanilla de un banco debían pasar por el temido "semáforo" del organismo de control que, en base al cruce de datos tributarios, decidía si una persona estaba habilitada o no para adquirir divisas extranjeras.

Y, rápidamente, este primer control derivó en un controvertido cepo al dólar, que luego fue ampliando su impacto en la economía cotidiana.

Así, se comenzaron a perseguir a los arbolitos, se allanaron cuevas, se frenaron aun más las importaciones y hasta se achicaron los plazos para la liquidación de divisas de empresas exportadoras, entre un arsenal de diferentes medidas, las cuales, en plena incertidumbre por el futuro del tipo de cambio, no hicieron más que disparar la cotización del "blue".

Así, a mediados de octubre, antes de toda esta batería de iniciativas instrumentadas por el Gobierno, la brecha entre el precio del dólar oficial y el paralelo era de apenas 5%. Al día de hoy, dicho gap asciende al 30%.

"Se instaló definitivamente la percepción de que el dólar es un bien escaso y que avanza la pesificación de la economía. Este escenario, sumado a la falta de una comunicación oficial clara y consistente, derivó en una suerte de histeria colectiva que alimentó la corrida hacia el dólar paralelo", explicaron desde la consultora Analytica.

Frente a las críticas, desde el Gobierno argumentan que es clave garantizarse de divisas estadounidenses para el pago de importaciones esenciales para el sostenimiento del aparato productivo y para hacer frente a los vencimientos de deuda, tal como lo reconoció el senador oficialista Aníbal Fernández, quien advirtió días atrás que "sería un suicidio" levantar los controles cambiarios.

Sin embargo, en esta batalla sin cuartel en contra del "atesoramiento" de dólares, el Gobierno todavía tiene dos grietas a través de las cuales mensualmente se les están escurriendo cientos de millones.

Una es el "conta con liqui", mecanismo legal que consiste en comprar en pesos un bono o una acción de una empresa que cotiza en Argentina (y en el exterior) y venderla fronteras afuera en dólares.

Según el analista internacional Jorge Castro, de la mano de esta alternativa actualmente se están yendo más u$s1.000 millones cada mes. 

Sin embargo, el otro "agujero negro" a través del cual se fugan millones de dólares diariamente, es el que generan los argentinos que salen al exterior.

Cabe destacar que el Gobierno le viene declarando la guerra al turismo fronteras afuera. Con el fin de reducir la disponibilidad de billetes verdes, se aplicó una artillería de medidas, desde fijar limitaciones al retiro desde cajeros del exterior con tarjetas de débito, hasta utilizar perros para controlar los pasos fronterizos y así poder detectar billetes no declarados y ocultos en los autos, bolsos o entre las ropas de los turistas que dejan el país.

La última medida fue un paso más allá y consistió en que, para poder acceder a un monto limitado de dólares, los interesados informen sus datos personales, motivos por los que viaja, fechas de salida y de regreso y medio de transporte, entre otras cosas.

Sin embargo, fuentes de la Asociación Argentina de Agencias de Viajes y Turismo reconocieron a iProfesional.com que "hay muchísimas personas que recurren a otras alternativas de financiamiento", que les permiten sacar rédito de un dólar oficial subsidiado. 

Esto es así porque observan que el valor que fija el Banco Central ha quedado muy relegado respecto del precio que el mercado estima que vale la divisa estadounidense y que ubican en una franja muy cercana al "blue". 

Para ello, los argentinos apelan a un "bastión" que el Gobierno hasta ahora no ha podido dominar: el uso de tarjetas de crédito desde el exterior.

En efecto: las compras con plásticos por ahora no están alcanzadas por el cepo al dólar, de modo que, con sólo cruzar la frontera, se permite que todas las compras realizadas se cancelen en pesos al tipo de cambio oficial, sin la necesidad de tener una cuenta en moneda extranjera, como ahora sí ocurre con las tarjetas de débito.

Claro que, posteriormente, los bancos deberán girar al exterior dólares para cancelar esos pagos. Es decir que, en la práctica, se termina alentando la "fuga" de divisas.

Pablo Rojo, expresidente del Banco Hipotecario, consideró que "frente a las limitaciones que tienen para conseguir dólares y salir al exterior, que desde mi punto de vista son inconstitucionales, a los argentinos no les quedó otra que comenzar a apelar a los plásticos".

Y los números muestran que "tarjetear" en dólares y cancelar en pesos se ha convertido en el nuevo deporte nacional.

En efecto, según datos del Banco Central, los saldos en divisas estadounidenses por compras de argentinos en el exterior o adquisiciones realizadas desde el país para contratar servicios en otro destino o importar un producto, se dispararon a niveles históricos desde la salida de la convertibilidad, fogoneadas por el cada vez más evidente atraso cambiario frente a la inflación y los mayores controles sobre el mercado de divisas.

En concreto, durante los primeros días de junio, el saldo a cancelar que acumulan los titulares de tarjetas de crédito se disparó hasta los u$s379 millones, un nivel que duplica a la cifra del mismo mes del año pasado y que es casi 90% superior al monto registrado al 31 de octubre de 2011, cuando se inició la actual era del "cepo al dólar".

En el siguiente gráfico se puede observar cómo este indicador alcanzó registros impensados tras la irrupción de los controles oficiales: 

Para tener una noción de la relevancia que tienen para el Gobierno esos casi u$s380 millones que los argentinos mantienen como saldos a cancelar, basta saber que: 

• Supera a los u$s365 millones que la Argentina exportó entre enero y abril en concepto de gas de petróleo y otros hidrocarburos.

• También, se ubican holgadamente por encima de los u$s340 millones que vendió al mundo toda la industria vitivinícola nacional durante el mismo período.

• En tanto, es un casi un 50% más que lo exportado por todo el complejo pesquero nacional.

Esto implica que los argentinos están sacándole todo el "jugo" a los plásticos, porque el hecho de que aumente el saldo implica que consumen más con la tarjeta y menos en efectivo.

Además, esos u$s379 millones son la punta del iceberg de lo que en realidad se mueve con tarjetas dado que, tal como explicó Raúl Ochoa, exsubsecretario de Comercio Exterior, "el saldo es un remanente entre lo que se va consumiendo y lo que se va cancelando, es decir que la cifra en realidad es bastante superior a ese número". 

Según el experto, "este es uno de los últimos agujeros que le queda al Gobierno y por el cual se le escapa una cifra importante, dado que cada compra que un argentino hace fuera del país con su tarjeta de crédito, para el Estado termina funcionando como una importación, dado que luego hay que girar divisas al exterior, lo que termina jugando en contra en el saldo de cuenta corriente de la Argentina".

 Consumo subsidiado

Cabe destacar que las restricciones a la compra de divisas tienen lugar en momentos en el que el atraso cambiario -producto de una cotización que se desliza mucho más lentamente que la tasa inflacionaria-, provocó una suerte de "revival" noventista.

Así, viajar y salir de "shopping" tiene como beneficio el disfrutar de un dólar barato que, encima, resulta un activo difícil de conseguir en la plaza local. 

Y un termómetro para medir este regreso del "deme dos" es la relación entre el dólar y el peso en términos reales, es decir, considerando la inflación de Estados Unidos y de la Argentina.

Al respecto, según cálculos del Banco Ciudad, desde el mes de enero pasado el tipo de cambio real bilateral regresó al controvertido "1 a 1", posibilitando que salir a descansar afuera sea tan conveniente como en el último tramo de la convertibilidad, especialmente en momentos en que los precios del mercado interno se distancian cada vez más de los valores internacionales. 

En el rubro tecnológico, por ejemplo, por la maraña impositiva, el control a las importaciones y la dinámica inflacionaria, un artículo electrónico puede cotizar a mucho más del doble en el país que en Estados Unidos, lo que se convierte en un "anzuelo" tentador para los bolsillos de los argentinos que, a falta de dólares, ahora salen con sus tarjetas a sacarle todo el jugo a este nuevo "1 a 1".

Para tener una noción de las abismales diferencias de precios, basta tomar una cámara digital, como la Samsung SH100. Este modelo se consigue en la Argentina a un valor de $2.100 (equivalente a u$s466 al tipo de cambio oficial):

Como contrapartida, en un local de Miami puede obtenerse a un precio un 79% más bajo, por apenas u$s96 (u$s89,9 + impuestos):

En el caso de una notebook Asus K53E con disco rígido de 500 GB, en la Argentina se consigue a $3.549, equivalente a u$s788

En cambio, en Miami cotiza a u$s513, es decir, unos u$s275 menos: 

En este contexto, Ochoa destacó que el hecho de que subsistan libertades para el uso de tarjetas de crédito "está ayudando a sostener el fenómeno de los microimportadores. Es decir, argentinos que salen a hacer shopping a Chile, Uruguay y Miami, y después venden todo en portales de comercio electrónico locales, sacando rédito de las grandes diferencias de precios". 

Según el economista Tomás Bulat, el hecho de que los argentinos que viajan al exterior y consuman con tarjeta en dólares, y luego puedan cancelar sus saldos al tipo de cambio oficial, "claramente está actuando como una suerte de subsidio al consumo", especialmente en un escenario en el que o

tras actividades no pueden escapar a la realidad del "cepo". 

"Esto mismo pasa con los autos importados que cotizan al tipo de cambio oficial y que le permiten obtener un ´descuento´al que tiene dólares en la mano. Cuando se llega a este nivel de atraso cambiario se termina subsidiando a algunos sectores", opinó el experto. Y los turistas que pueden cruzar las fronteras e ir de shopping son también beneficiarios.

¿Llegan nuevos controles? Conscientes de este nuevo agujero que se está generando vía plásticos, la AFIP mantiene en plena vigencia un fuerte control sobre los gastos con tarjeta que superen los $3.000 mensuales, ya sea por compras en el mercado interno como por operaciones realizadas fuera del país o desde la Argentina pero en moneda extranjera. 

A través de la resolución general 2743, el organismo a cargo de Ricardo Echegaray viene aplicando un régimen de información que pone la mira sobre las empresas emisoras y los titulares de los plásticos.

Lo que está haciendo el fisco nacional en la actualidad es confrontar el nivel de vida que surge de los consumos informados contra lo declarado en el Impuesto a las Ganancias y Bienes Personales.

Y si bien en un primer momento esta normativa fue publicada para detectar incongruencias en el nivel de gastos de titulares de tarjetas con bajos aportes tributarios, la realidad es que esta medida pasó a cobrar mucha más relevancia en el contexto actual donde se busca monitorear la salida de dólares.

Al respecto, Bulat consideró que "no hay que descartar posibles restricciones a las compras con tarjetas en moneda extranjera. Es una posibilidad que está latente, pero sería un error porque el impacto negativo que esto traería en la industria del turismo sería mayor que el beneficio que el Gobierno intentaría obtener".

En la misma línea, Ochoa consideró que "si bien el uso de tarjetas de crédito para compras en dólares por ahora no tiene controles férreos, esto no va a ser eterno, seguramente comenzarán a aplicarle trabas porque va a aumentar la desesperación oficial ante un segundo semestre en el que habrá una menor cantidad de divisas".