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Ante la catástrofe y las muertes, ¿Cristina se "scioliza" y Macri se "cristiniza"?

En notorio cambio de actitud respecto de otras tragedias la Presidenta se hizo presente, al igua que Scioli.El jefe de gobierno porteño echó culpas 
04/04/2013 - 09:49hs
Ante la catástrofe y las muertes, ¿Cristina se "scioliza" y Macri se "cristiniza"?

La reacción de los gobernantes ante las tragedias puede marcar un giro inesperado en la forma en que los ciudadanos evalúan su gestión.

La historia muestra casos de dirigentes que venían con problemas y "salvaron" su carrera política por demostrar liderazgo ante una catástrofe y, viceversa, en casos donde administradores correctos se mostraron sin reacción ante un desastre.

Los politólogos recuerdan cómo el canciller alemán Gerard Schroeder tenía todo para perder en las elecciones de 2002 y logró revertir el resultado, por la firmeza con la que hizo frente a las inundaciones en la zona oriental del país.

Todos los alemanes lo vieron en televisión recorriendo las zonas inundadas, organizando el salvataje con los recursos del ejército, ofreciendo ayuda de 500 euros, además de ropa y comida para los damnificados.

Algo similar ocurrió en Chile con Michele Bachelet, quien sufrió un devastador terremoto en los días finales de su gestión. Su gobierno había formado un fondo anticíclico que fue aprovechado por su sucesor, Sebastián Piñera, en las tareas de reconstrucción.

Bachelet hoy día sigue siendo una de las políticas de mayor popularidad y se habla sobre su eventual regreso a la presidencia.

En otro plano, también el alcalde neoyorquino "Rudy" Giuliani, que venía con un plafón bajo de popularidad, se catapultó al estrellato político estadounidense tras su resuelta presencia en las tareas de ayuda el 11 de septiembre de 2001, el fatídico día del ataque a las torres gemelas.

Las imágenes de Giuliani organizando a los equipos en la zona de desastre, y luego corriendo por su vida cuando la torre colapsó y la nube tóxica se aproximaba a toda velocidad, fue de altísimo impacto para la opinión pública estadounidense.

"Las tragedias naturales pueden hasta beneficiar a un político si la gente lo ve al mando y comprometiéndose con la situación. En muchos casos, en varios países, se ha demostrado que esto es así. O puede ocurrir al revés, si el político no actúa bien", sostiene Diego Dillenberger, experto en comunicación.

Claro está que siempre existe por parte de los gobernantes un compromiso humano que resulta natural. Y obligaciones en dar respuesta ante hechos trágicos.

Pero cada uno, según su perfil (y por el modo que encuentra de "hacerse cargo") suele reaccionar de manera diferente.

En este sentido, el "manual" de los consultores suele aconsejar la presencia en casos de desastre. Lo cual no es una garantía de que no vaya a toparse con problemas y situaciones incómodas.

Lo comprobó el ex gobernador santafecino Carlos "Lole" Reutemann en 2003, cuando al recorrer las zonas afectadas por la gran inundación que devastó a la ciudad debió sufrir los insultos de parte de pobladores enfurecidos.

Pero, en todo caso, los analistas tienen cierto consenso respecto de que deben enfrentarse esos riesgos, porque nada es peor que desaparecer de la escena.

"La dirigencia política argentina, en general, no está a la altura de las circunstancias en los casos de catástrofes. Suele quedar en evidencia la falta de liderazgo y el desconocimiento sobre cómo manejar estas situaciones", señala Julio Burdman, director de la consultora Analytica.

Hasta el día de hoy, una las mayores críticas que se la hacen al fallecido Néstor Kirchner fue su ausencia en la tragedia de Cromañón.

Y, ya en la gestión de Cristina Kirchner, es difícil encontrar un momento de mayor impopularidad que la reacción ante el accidente ferroviario de la estación Once.

Aquella ocasión ha sido calificada por los analistas como uno de los peores casos de comunicación en la historia, por la falta de disposición para asumir responsabilidades.

En ese entonces, la Presidenta desapareció de la escena. Y cuando finalmente habló, destacó que si los trenes estaban atiborrados de gente era porque había mejorado la situación económica.

Antes, los funcionarios del área de transporte habían protagonizado una de las peores conferencias de prensa de la historia, culpando de la tragedia a la costumbre argentina de querer viajar todos en el primer vagón.

En aquella oportunidad, hasta los propios dirigentes K reaccionaron con indignación y pidieron una "perestroika" del kirchnerismo.

Una nueva actitud, forzada por la emergencia¿Cambió la forma en la que el Gobierno encara este tipo de catástrofes?

Por lo visto, en las horas siguientes a las trágicas inundaciones que causaron 56 muertes, parecería que hay una intención diferente.

Al menos, ahora la imagen de Cristina Kirchner, recorriendo el terreno más afectado en las afueras de La Plata, hablando con los vecinos e incluso exponiéndose a ser increpada, parece marcar un punto de inflexión.

"Cristina adoptó la actitud que la gente espera respecto de un gobernante en una situación de este tipo", afirma Ricardo Rouvier, analista de opinión pública.

En la misma línea opina Burdman, de Analytica, para quien "se planteó en la sociedad una enorme demanda de presencia política, y ella esta vez aprovechó para absorberla".

En todo caso, lo que queda en claro es la diferencia de actitud respecto de situaciones anteriores.

"Parecía que iba a repetir los errores de otros tiempos, sobre todo por su postura del martes, cuando mantuvo en pie la cadena nacional por el tema Malvinas mientras todo el país estaba pendiente de la inundación en Capital. Pero luego reaccionó cuando se extendió el problema a La Plata", observa Dillenberger.

Según el experto, la Presidenta "entendió que esta vez no podía cometer la equivocación de borrarse, posiblemente la hayan advertido respecto de que en las redes sociales la gente la estaba criticando a ella tanto como a Mauricio Macri".

Lo cierto es que este miércoles se vio a una Cristina diferente a la que los argentinos están acostumbrados a ver: lejos de los "aplaudidores" oficiales y de la barra de La Cámpora, mojándose las botas en la zona del desastre y, sobre todo, mostrándose con el control de la situación.

Cristina no solamente anunció planes de asistencia a los damnificados, sino que además explicó que le había dado indicaciones a funcionarios que trabajan en el área del gobernador Daniel Scioli, como cuando instruyó a Ricardo Casal para un operativo de seguridad.

"Esto puede interpretarse como que la Presidenta, esta vez, no está dispuesta a dejarle el centro de la escena a Scioli, y que quiere aparecer personalmente manejando la emergencia", agrega Dillenberger.

La actitud de Cristina lleva inevitablemente a la comparación con el gobernador bonaerense, que siempre adopta la postura de hacerse presente en los lugares conflictivos, incluyendo casos policiales de gran repercusión social.

Los kirchneristas suelen quejarse sobre la condición de "incombustible" que parece ostentar Scioli, quien mantiene su popularidad en niveles altos y relativamente estables, aun cuando su provincia tenga cifras preocupantes en materia de seguridad. O cuando los empleados estatales tengan problemas para cobrar su aguinaldo.

"En esta inundación, Scioli se mantuvo fiel a su estilo, tratando de pasar por alto los conflictos", afirma Carlos Fara, experto en opinión pública.

De todas formas, destaca que la población valora el hecho de que los políticos estén "in situ" y que, por ese motivo, "la imagen de Cristina no va a verse perjudicada".

Macri, irritado y con excusas

En principio, los analistas creen que la situación de peleas y "pases de facturas" -en casos de desastre- perjudica a todos los dirigentes políticos.

De manera que la reacción inicial por parte del kirchnerismo, que fustigó a Macri por encontrarse fuera del país y por la imprevisión con que se manejó ante la amenaza de la inundación, no es algo que necesariamente beneficie al Gobierno nacional.

De todas formas, la presencia directa de Cristina, tanto en Tolosa como en el barrio porteño de Saavedra, ayuda a neutralizar esa eventual opinión negativa.

"Es una forma de comunicarse directamente con la sociedad, y eso es algo que los dirigentes buscan aprovechar. Si ven un vacío, tratan de llenarlo", afirma Burdman, de Analytica.

En cambio, los analistas marcan puntos débiles en el Ejecutivo porteño, donde se notó lentitud de reacción, pero sobre todo errores de comunicación por parte de Macri, a quien se lo vio irritado y focalizado en derivar culpas hacia el Gobierno nacional, algo muy típico del "estilo K".

"Tuvo un desempeño pobre a nivel mediático, y es probable que termine pagando más costos políticos que Cristina y que Scioli", afirma Fara.

Su visión es que la estrategia de "victimizarse" por la falta de apoyo del kirchnerismo hacia las obras de infraestructura puede terminar jugándole en contra, en una suerte de efecto boomerang.

"Lo que se notó fue una carencia de respuesta. Y el tono de Macri no fue el adecuado, porque esto pasó en la Ciudad y porque hubo muertos de por medio. En una situación así, la gente ve mal que un gobernante parezca preocupado por echarle culpas a otro", agrega Fara.

En el mismo sentido, Dillenberger cree que el jefe del Gobierno porteño sufrirá cierta erosión en su imagen.

"Son demasiadas excusas para una intendencia que ya lleva seis años. La gente lo escucha quejarse de Cristina y es como si le dijera ‘te entiendo, pero igual quiero que me resuelvas mi problema'", argumenta.

Lo curioso, señalan los analistas, es que la opinión pública ve con buenos ojos la implementación de acciones coordinadas y que, por el contrario, rechaza la pelea en un momento donde emerge la tragedia humana.

Las expresiones de los damnificados, entrevistados por los medios de comunicación, son elocuentes al respecto. Un habitante del barrio Los Hornos, una de las zonas más afectadas por la inundación, se quejaba sobre la actitud del Gobierno nacional de recortar el envío de recursos presupuestarios para obras en la provincia.

De manera que uno de los desafíos de este momento, en un país de fuertes enfrentamientos políticos, es el de la cooperación entre áreas gobernadas por dirigentes de diferentes filiaciones partidarias.

"Por unos días la pelea política se va a congelar. Van a evitar un enfrentamiento hasta que pase el tema de la inundación", confía Rouvier.

Hasta ahora, no queda claro que sea así. De hecho, una de las ocupaciones principales de los funcionarios nacionales y de la Ciudad ha sido la de intercambiar acusaciones sobre mala gestión o falta de colaboración.

En todo caso, lo que es seguro es que, a diferencia de los ejemplos internacionales -en los que las tragedias dieron lugar a que emergieran grandes liderazgos políticos- en estas inundaciones parecen confirmarse algunos de los peores vicios de la política argentina.