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Revelan de dónde proviene la adicción al chocolate

El placer de degustar el alimento podría ser producido por una sustancia química similar a los compuestos liberados cuando se consume cannabis 
30/07/2013 - 18:00hs
Revelan de dónde proviene la adicción al chocolate

Para la mayoría de las personas el chocolate es un placer que genera culpa. Provoca ganas de comerlo porque sabe muy bien y porque es dulce, a pesar de que no se trata de uno de los alimentos más sanos. 

{noticias-relacionadas}Estudios científicos revelan que, en promedio, los británicos comen alrededor de 11 kilos de chocolate por año, lo que convierte a Reino Unido en el tercer mayor consumidor de este producto a nivel mundial, luego de Suiza y Alemania.

Sin embargo, un reciente estudio sugiere que los deseos por el chocolate no son un fenómeno moderno. De hecho, la adicción a este alimento podría datar de más allá del siglo XVIII.

Hace unos 2.000 años los mayas ya tomaban una bebida que preparaban con agua y granos de cacao que asaban y molían.

En el siglo XIV los aztecas usaban esos granos para tratar una serie de dolencias comunes y lo utilizaban también para hacer bebidas dedistintos sabores. 

Sin embargo, en el siglo XVIII un joven médico de México llamado José Bartolache comenzó a considerar al chocolate como algo dañino. Consideraba que su excesivo consumo provocaba la histeria que padecían algunas mujeres de su país.

Durante una ponencia presentada el pasado fin de semana en el Congreso Internacional sobre Historia de la Ciencia, la Tecnología y la Medicina en la Universidad de Manchester, revelaron que el cacao era muy popular en el México del siglo XVIII y se acostumbraba a servirlo caliente o frío con fines medicinales y también por placer.

Las monjas mexicanas de esa época eran parcularmente privilegiadas, explicó el doctor Mauricio Sánchez Menchero. Ellas "podían comer tanto chocolate como quisieran sin importar cuánto costara".

Incluso un fuerte incremento en los precios no afectaba sus niveles de consumo, añadió el investigador.

Por eso, cuando se emitieron nuevas leyes que impidieron a las religiosas seguir teniendo sirvientes personales y debieron comenzar a preparar sus propias comidas y bebidas, el consumo del cacao disminuyó drásticamente y hubo una gran cantidad de ataques de histeria.

Esto hizo pensar al doctor Bartolache que el cacao jugaba un papel fundamental en determinados problemas de salud. Sin embargo, también atribuía la problemática a otros factores como usar ropa ajustada e irse a dormir tarde.

Los placeres de la anandamida

El chocolate amargo de ese entonces no tiene nada que ver con el dulce y saborizado producto elaborado con leche que disfrutamos hoy en día.

Muchas personas afirman sentir antojo por esta golosina y disfrutar de la sensación que induce su degustación.

La clave de esta sensación podría ser una sustancia química llamada anandamida, que es similar a los compuestos liberados cuando se consume cannabis (marihuana).

Cuando lo comemos, la anandamida se libera en pequeñas cantidades y crea una sensación relajante.

El profesor Philip K. Wilson, coautor del libro "Chocolate as Medicine - A Quest over the Centuries", afirmó que lo que verdaderamente hay detrás de las cualidades afrodisíacas del chocolate todavía están por descubrirse.

"Es difícil determinar qué sustancias químicas están contribuyendo a cuáles funciones psicológicas. Hay más de 500 sustancias químicas en los chocolates que consumimos, por lo que deben realizarse análisis que tardarán toda una vida", advirtió Wilson.

Su impresión es que su textura "casi seductora" es tan importante como sus ingredientes.

Placeres del sabor y del aroma

El doctor Barry Smith, director del Centro para el Estudio de los Sentidos de la Universidad de Birkbeck en Londres, concordó con Wilson.

Smith comentó que la combinación de la suavidad y la cremosidad del chocolate en la boca, la dulzura de su sabor, impulsado por aromas como el de la vainilla, incluso antes de que llegue a las papilas gustativas, hace que comerlo sea una experiencia sumamente placentera.

"El queso puede oler muy mal pero puede saber muy bien. Un café recién preparado siempre huele fantástico, pero no es el mismo sabor cuando se bebe. Y eso es decepcionante", comparó. 

"Pero con el chocolate, el placer de la anticipación y la recompensa de comerlo coinciden. El aroma y el sabor es el mismo. Y eso es importante porque hay dos clases de placeres que se satisfacen", añadió.

Experimento con chocolate

Smith recomienda hacer un experimento: tomarse el tiempo para saborear un trozo de chocolate. Y, después, comparar la experiencia comiéndolo rápidamente.

"Cuando lo empiece a degustar, dele vuelta en la boca para que se derrita y acaricie la lengua", explicó y agregó que "los receptores que tenemos en la lengua responden a esta caricia y provocan una sensación diferente a lo que pasa simplemente cuando hay un contacto rápido".

"Por eso nos gusta un vino aterciopelado o la crema doble. Es la sensación producida", afirmó. 

Tanto los hombres como las mujeres pueden experimentar el placer del chocolate, pero el sentido superior del olfato de las mujeres implica que ellas pueden ser más propensas a disfrutar de esta sensación.

Y sin embargo, no todos los países y las culturas sienten antojo por este producto.

El deseo de lo prohibido

Hay una teoría que afirma que como es percibido como un "mal alimento", debido a su contenido de azúcar y grasa, y tratamos de evitar su consumo, esto nos lleva a desearlo, porque es algo que está prohibido.

Sin embargo, en los últimos años su imagen en la prensa ha mejorado hasta el punto de que ahora se sabe que tiene algunos beneficios para la salud.

El tipo de polifenoles presentes en los granos de cacao, conocidos como flavonoides, son antioxidantes y hay alguna evidencia de que su acción puede ayudar a proteger el corazón. Pero sólo como parte de una dieta sana y equilibrada.

En cuanto a si el chocolate realmente puede mejorar nuestro estado de ánimo, hay pruebas limitadas sobre ello, según consignó BBC Mundo.

Sin embargo, millones de mujeres (y monjas) no pueden estar equivocadas, ¿no?

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