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Cacerolazo light: la cercaní­a de las urnas y el "efecto Rosario" jugaron en contra de la convocatoria

Miles de personas salieron a protestar, pero esta vez la concurrencia fue menor. Opositores que participaron de la marcha de abril no estuvieron presentes
09/08/2013 - 10:10hs
Cacerolazo light: la cercaní­a de las urnas y el "efecto Rosario" jugaron en contra de la convocatoria

Nuevamente las protestas se hicieron oír. Otra vez las cacerolas se apoderaron de las calles, con "indignados" autoconvocados a través de las redes sociales, aunque en esta ocasión la "voz" se escuchó más discretamente.

La particularidad de esta manifestación -que de todos modos reunió a miles personas en distintos puntos del país- fue que se organizó en vísperas de la contienda electoral del próximo domingo.

Pero más allá del debate de si correspondía o no realizar una marcha tan cerca de los comicios, la polémica cambió de eje hace dos días, cuando la trágica explosión en Rosario se transformó en motivo de duelo nacional.

Por ello, los políticos suspendieron sus cierres de campaña. Y muchos reclamaron que los organizadores del 8A hicieran lo mismo en un gesto de solidaridad con los damnificados. Sin embargo, éstos decidieron seguir adelante con la manifestación.

Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas (Cipol), explica que haber continuado con este cacerolazo fue una muestra de que persiste el "mal humor".

"Resume que hay gente que está preocupada por las políticas de este Gobierno", sostiene.

Asimismo, la politóloga Graciela Römer apunta que "hay un clima de malestar en la ciudadanía, producto de la superposición de reclamos que venían desde antes, como la inseguridad y la inflación, a los cuales ahora se le agrega el temor a la pérdida del empleo y la percepción de más corrupción". Los errores en la convocatoria

Pero entonces, ¿por qué la convocatoria fue menor a la de otras ocasiones?

No hay una sola respuesta a esta pregunta. Más bien, fueron varios los motivos. Y uno de ellos fue, sin dudas, la elección de la fecha.

A pesar de que en un principio se creía que la cercanía con las PASO y el fervor preelectoral alentarían a los argentinos a asistir masivamente al cacerolazo, los analistas políticos coinciden en que el día seleccionado finalmente no fue el más propicio.

"No tuvo la convocatoria esperada porque se realizó a sólo tres días de los comicios, en los que la gente siente que se va a poder expresar políticamente", señala en diálogo con iProfesional el experto en Marketing Político Fernando Braga Menéndez.

En la misma línea, el politólogo Nicolás Tereschuk afirma que, en vísperas de las votaciones, "algunos sectores que participaron de los cacerolazos anteriores creen que en las urnas podrán manifestar su descontento de una forma más concreta".

Por lo tanto, dice, "muchas personas esta vez no tuvieron motivación para asistir a la marcha".

Otro factor que tampoco jugó a favor de los manifestantes fue lo sucedido en Rosario. Y es que "muchos pensaban que ésta no era la ocasión ideal para protestar", en pleno duelo por la tragedia que causó al menos 10 muertes y por la que aún hay 11 desaparecidos, como indica Tereschuk.

Incluso el precandidato del Frente Renovador Sergio Massa aseguró en declaraciones televisivas tras la protesta que "lo de Rosario condicionó" el 8A y agregó que "hay una gran oportunidad para expresarse este domingo" en las urnas. 

Por otra parte, como un tercer punto, los especialistas hablan de una especie de "dilución" de lo que se podría llamar "el efecto Lanata".

En este sentido, se debe recordar que en el anterior cacerolazo los hechos de corrupción denunciados en el programa Periodismo Para Todos, respecto de Lázaro Báez y sus vínculos con el kirchnerismo, caldearon los ánimos.

Asimismo, en ese entonces, se estaba definiendo en el Congreso la llamada "democratización de la Justicia", que muchos veían como un avance sobre la independencia de este poder.

Ahora, en cambio, no había ningún "tema convocante", como asegura el director de la consultora Analytica Julio Burdman. "No hubo clima", agrega, al tiempo que considera que la campaña electoral es "un poco más pacífica que las anteriores", lo que genera menos tensión.  El impacto en las urnas, una opinión dividida

Por lo pronto, una de las primeras cuestiones que ahora está en la mesa de debate político es si esta nueva protesta tendrá alguna influencia en los millones de argentinos que este domingo irán a sufragar.

Hay analistas que creen que puede llegar a tener cierta incidencia sobre una parte de la población.

Es el caso de Rosendo Fraga, que afirma: "Un tercio de la sociedad siempre está con el Gobierno -y siempre va a estarlo- aun en las peores condiciones. Un tercio nunca va a votarlo, aunque las condiciones sean excepcionales. El otro tercio fluctúa y ése es el que se le está yendo al Ejecutivo". Aunque en el 8A es este último grupo el que parece no haber salido a la calle. 

En el mismo sentido, el analista político Jorge Giacobbe entiende que "todo lo que sucede cerca de las elecciones tiene incidencia, aunque es imposible cuantificarlo".

Pero no es una creencia generalizada que el ruido de las cacerolas -al menos medido en términos de votos- le signifique una gran pérdida al Gobierno.

Los politólogos afines al kirchnerismo señalan que este tipo de protestas es como "cazar dentro del zoológico", en alusión a que el oficialismo ya tenía perdidos buena parte de esos votos.

Es así que consideran que si bien fue una nueva protesta contra Cristina Kirchner también lo fue contra el arco opositor, ya que aun siendo el tercer cacerolazo en menos de dos años, ninguna figura política supo captar la aceptación mayoritaria de los "indignados 2.0".

La oposición, la gran diferencia

Una diferencia que caracterizó al último cacerolazo del 18 de abril, había sido la participación abierta de los dirigentes opositores al kirchnerismo.

Y fue notorio no sólo que no hayan sido hostilizados por los manifestantes, sino que además hasta parecieron disfrutar de estar rodeados por una multitud anti K.

En cambio, en este 8A los políticos no sólo estuvieron ausentes en las calles, sino que hasta evitaron referirse al tema en redes sociales.

Y los pocos que lo hicieron, como Patricia Bullrich, se mantuvieron "en un gris": "Estoy con el corazón, junto a ustedes, pero el duelo me lo impide #8A". O Elisa Carrió, que también "miró de lejos": "Lamento no poder acompañarlos, estoy en Rosario. Necesito estar acá. Bendiciones".

"El cacerolazo anterior fue mucho más político. Los opositores que en este momento están en campaña electoral no se van a dejar llevar porque les puede jugar en contra", evalúa Burdman. 

Inseguridad, corrupción... ¿y la economía?En las pancartas se observaron todo tipo de quejas contra la actual administración.

Las más notorias consignaban reclamos vinculados con la inseguridad, inflación y la corrupción, pero con una visibilidad sustancialmente menor debido a que los hechos como la reforma judicial o la posibilidad de re-reelección fueron quedando lejos.

Según Artemio López, un politólogo también cercano al Gobierno, la corrupción "no es un tema que mueva el amperímetro en términos electorales". El analista sostiene que la gente sabe que siempre hubo y posiblemente siga existiendo, más allá del partido que gobierne. 

"En cambio -añade- hay un 25% de los votantes, de ingresos medio-bajos cuyo apoyo al kirchnerismo es fluctuante y que "decide su voto en función de sus condiciones materiales de existencia, en especial por el nivel de empleo y consumo".

Uno de los interrogantes que plantea es "qué tan culpable" es la situación económica del país a la hora de fogonear esta nueva manifestación o si, por el contrario, la misma puede vanagloriase de no haber sido una de las responsables.

Al decir de Artemio López, en el caso de empleo y consumo, si bien se observan desmejoras en ambos indicadores, sostiene que todavía no revisten la gravedad suficiente como para que la opinión pública perciba una crisis.

El gran interroganteUna vez más, otro gran interrogante respecto del país post-cacerolazo reside en si el movimiento de "indignados" podrá evolucionar hasta transformarse en una corriente de opinión con cierta representación electoral.

O si, por el contrario, quedará limitado a un rol testimonial sin consecuencias en las urnas, tal como ocurrió en España o con los "Occupy Wall Street".

La sensación de los analistas es que hay más probabilidades de que suceda lo segundo antes que lo primero.

Ricardo Rouvier, experto en opinión pública, no ve con muchas posibilidades "que alguien de la oposición capitalice mayoritariamente estos reclamos a favor de su partido".

En su visión, cuando llegue la hora de votar, la población decidirá en función del bolsillo y de lo que cree que le convendrá hacia adelante, y no pesará tanto una reflexión sobre lo pasado.

"Lo que definirá el apoyo será la buena o mala gestión que se haya hecho y no la acción de los opositores", afirma.

¿Influyen estas marchas en el accionar del Gobierno? Fraga es de los que cree que no: "El kirchnerismo tiene un estilo de liderazgo que, ante los desafíos, lo lleva a redoblar la apuesta. No creo que haya un cambio en el sentido de querer modificar los lineamientos de su gestión".

Más aun, algunos especialistas creen que la menor convocatoria terminó jugando a favor del kirchnerismo, haciendo las veces de un "cierre de campaña". Y es que el 8A pareció reflejar un menor malestar que en ocasiones anteriores debido a la menor concurrencia. 

Julio Burdman es de los que cree que los cacerolazos están condenados a tener poca influencia electoral.

"La propia característica inorgánica de la protesta lleva a que tenga consignas muy generales, sin posibilidades de que eso se plasme en un programa concreto, por lo cual no hay mucho para capitalizar", afirma.

Y en este sentido se vuelve a dar una suerte de paradoja: la misma espontaneidad -que es vista como la gran virtud de estos movimientos de protesta- es, a su vez, la principal debilidad.

Es que el ruido de las cacerolas se volverá a alejar -hasta su próxima aparición- sin que nadie capitalice electoralmente a esos "indignados" que salen a las calles a reclamar contra el Gobierno pero también contra la oposición.

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