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¿Puede la ciencia explicar por qué algunas personas tienden a la depresión?

Estudios sobre gemelos hallaron que los genes pueden influir. También el cariño materno tiene que ver. El pesimismo puede afectar a la salud
12/08/2013 - 22:03hs
¿Puede la ciencia explicar por qué algunas personas tienden a la depresión?

Debbie y Trudi son gemelas. Tienen mucho en común, excepto que Trudi es alegre y optimista mientras que Debbie sufre de ataques de depresión profunda.

Es posible que su depresión fuera provocada por un evento importante en su vida, aunque no está claro cuál podría haber sido.

Es por eso que el profesor Tim Spector, del hospital St. Thomas de Londres, Reino Unido, ha estado tratando de resolver interrogantes fundamentales sobre la manera que se forma nuestra personalidad. Y para ello investigó el caso de mellizos idénticos como Debbie y Trudi.

¿Por qué hay personas más positivas sobre la vida que otras? Al parecer, la respuesta podría estar en los genes. Y es que Spector pudo identificar un puñado de genes que están activos en un gemelo y no en el otro.

Concretamente, se encontraron cambios en sólo cinco genes en el hipocampo del cerebro, los que sospechan disparan la depresión.

Los estudios con mellizos indicaron que, cuando se trata de la personalidad, cerca de la mitad de las diferencias entre seres humanos se debe a factores genéticos.

Pero Spector agregó que a lo largo de la vida, respondiendo a factores ambientales, los genes constantemente van ajustando la intensidad con que se expresan, en un proceso conocido como epigenética.

El profesor, que se describió a sí mismo como un optimista, aseguró que espera que esta investigación lleve a mejores tratamientos para la depresión y la ansiedad.

"Solíamos decir que no podemos cambiar los genes. Ahora sabemos que existen estos minimecanismos que pueden prenderlos o apagarlos. Estamos recobrando el control de nuestros genes", aclaró en palabras citadas por la BBC Mundo.

"Culpa de la mamá"

Aún más sorprendente es la investigación que ha identificado cambios en la actividad de los genes causada por la presencia o ausencia del amor maternal.

El profesor Michael Meaney, de la Universidad McGill en Canadá, está investigando la manera de medir cuántos receptores de glucocorticoides están activos en el cerebro de una persona.

El número de receptores de glucocorticoides activos es un indicador de la habilidad de la persona para soportar el estrés. Y es posible que también sea una medida de cuán bien fue cuidada cuando era joven, reflejando cuán ansiosa o estresada estaba la madre y cómo eso impactó en la cantidad de afecto que recibió en los primeros años.

"Yo soy uno de un pequeño puñado de personas a las que les han hecho el examen y tiene los resultados. Aún no le he dicho nada a mi madre", indicó el experto citado en la nota del medio británico.

Mentalidad afectiva

Meaney explicó que se considera a sí mismo como alguien que tira más hacia el extremo pesimista del espectro, pero aseguró que le gustaría cambiar y por eso, fue a visitar a la psicóloga y neurocientífica Elaine Fox en su laboratorio en la Universidad de Essex, Reino Unido.

{noticias-relacionadas}Fox quiere entender cómo nuestra "mentalidad afectiva", la manera en la que vemos el mundo, nos define. Y no lo estudia sólo con cuestionarios, sino que también ella y su equipo buscan patrones específicos de actividad mental.

"Empezaron midiendo los niveles de actividad eléctrica en ambos lados de mi cerebro con un electroencefalograma", recordó Meaney, quien agregó: "Resulta que tengo una actividad eléctrica más alta en mi corteza frontal derecha que en la izquierda".

Eso, explicó Fox, está asociado con personas que son proclives a niveles más elevados de pesimismo y ansiedad.

Después, Meaney relató que le hicieron otro examen, diseñado para medir su "sesgo negativo".

"Con los cables aún conectados, me pidieron que apretara un botón cada vez que viera puntos brillando en un patrón particular detrás de los rostros que me mostraban en una pantalla de computador. Me dijeron que no me concentrara en las caras, sólo en los puntos", contó.

Y recordó que Fox le contó más tarde que "a veces había una cara enojada cerca de los puntos y a veces una feliz" y le reveló que "su respuesta ante los puntos que aparecían cerca del rostro disgustado era más rápida".

"La razón es que ya le había llamado la atención ese rostro, aunque usted no se hubiera dado cuenta", le resumió la especialista a Meaney, según el artículo que el mismo escribió para la BBC Mundo.

Mucho más que sólo un estado mental

Es así que el autor de la nota de la BBC se encontró con que las pruebas habían confirmado que tenía fundamentalmente un sesgo negativo.

Para contrarrestarlo, Fox sugirió un corto tratamiento de modificación de sesgos cognitivos y meditación con atención plena.

Y es que ser pesimista tiene sus desventajas: estar constantemente pendiente de lo que puede ir mal hace que uno esté más estresado y ansioso.

En otras palabras, es más que un estado mental: está poderosamente conectado con la salud.

En un estudio que empezó en 1975, científicos le pidieron a más de mil habitantes del pueblo de Oxford, en Ohio, EE.UU., que completaran un cuestionario sobre sus empleos, salud, familia y actitudes frente a envejecer.

Décadas más tarde, la profesora Becca Levy, de la Universidad de Yale, EE.UU., fue a ver qué había pasado. Cuando revisó los registros de muertes encontró que quienes se habían mostrado más optimistas frente a la vejez habían vivido, en promedio, unos siete años y medio más que los pesimistas.

Fue un descubrimiento notable que tuvo en cuenta otras posibles explicaciones, como el hecho de que la gente que era más pesimista podría haber sido influenciada por enfermedades o depresión.

Resultados similares emergieron de un estudio encabezado por Deborah Danner en la Universidad de Kentucky, EE.UU.

Examinaron los diarios de 180 monjas católicas, escritos cuando entraron en los conventos en los años '30.

Monjas que viven en una comunidad cerrada son un buen grupo de estudio pues comparten el mismo entorno la mayor parte de sus vidas, comen igual y tienen experiencias similares.

Marcaron rigurosamente los diarios de acuerdo a la visión optimista y pesimista.

Cuando los investigadores rastrearon lo que había sido de ellas, descubrieron que aquellas que habían expresado emociones más positivas sobre la vida cuando estaban en sus 20 vivieron hasta 10 años más que las otras.

"En lo que a mí concierne, tras siete semanas de modificación de sesgos cognitivos y meditación con atención plena me sentí más calmado y volví al laboratorio de Fox a hacerme más pruebas", sostuvo Meaney, quien agregó que "los resultados fueron extremadamente alentadores".

"Al parecer, incluso tarde en la vida uno puede cambiar de actitud y eso es algo que incluso un pesimista puede celebrar", concluyó en la nota de la BBC.

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