Guillermo Moreno sorprendió a los banqueros con un anuncio inquietante, que formuló cuando intentó obligarlos a suscribir bonos para fortalecer las alicaídas reservas del Banco Central. Axel Kicillof estaba a su lado, presenciando la presión del secretario de Comercio contra los financistas. Todo fue muy reservado.

Según relata Clarín, Moreno escuchaba la férrea resistencia a sus ideas y para dar garantías políticas se animó a contar una infidencia: "Axel va a ser próximo ministro de Economía, después de octubre."

Y agregó: "Esta acá, junto a mí, porque comparte mi pedido para que suscriban BAADE". Moreno repitió el mismo anticipo en los cónclaves que mantuvo con petroleros y ejecutivos de las cerealeras internacionales.

Los hombres de negocios tradujeron la confesión de una sola forma: la Casa Rosada no va a corregir los desequilibrios económicos y, en caso de que Kicillof sea efectivamente ministro, la impericia y la mala praxis seguirán gobernando el Palacio de Hacienda, consigna el matutino.

Para todos, la información confidencial muestra el deterioro político que tiene Moreno: debe mostrarse con Kicillof y ponerlo como garante de pactos poco claros con hombres de negocios.

Antes no era necesario. Sus propias necesidades hicieron que el secretario de Comercio también vulnere una ley interna del cristinismo: la jefa decide los cambios de ministros y solamente ella los comunica.

La desobediencia interna se explica porque Moreno está desesperado por las versiones sobre su relevo y los fracasos continuos que colecciona.

De acuerdo al matutino, la confesión fue hecha primero ante tres directivos, durante una reunión en la cual amenazó con nacionalizar la banca si no suscribían u$s500 millones en Bonos Argentinos de Ahorro para el Desarrollo Económico.

Estaban Saúl Zang (Hipotecario), Ernesto Medina (Macro) y Luis Ribaya (Galicia). Los tres quedaron atónitos por las amenazas de Moreno: "Ustedes­ ganaron mucha plata y es hora de que empiecen a devolverla." Y agregó : "Tienen que suscribir BAADE por u$s500 millones." El trío de ejecutivos ­no había ningún dueño de banco­ intentó ex- plicar que la operación era imposible.

Medina expresó que "llevar adelante esa propuesta implica aceptar un quebranto del 40% para los bancos." El abogado Saúl Zang alertó: "Si aceptamos resentir el patrimonio del banco, abrimos la puerta a acciones penales contra los directorios por mala administración." Ribaya preguntó : "¿Y los bancos extranjeros también participarán en esto?" Moreno los descalificó, pero para beneplácito de las multinacionales las excluyó de su pedido: "Yo con la banca extranjera no hablo." Los financistas le dijeron que era improbable una suscripción de los bonos.

El secretario reaccionó mal y, ofuscado, los amedrentó: "Yo les recomiendo que hagan lo que les acabo de pedir".

Y concluyó a los gritos: "Si no lo hacen, vamos a impulsar un proyecto de nacionalización de la banca, para que los bancos sean del Estado." Unas horas después, Adeba respaldó la posición que anticipó el trío de ejecutivos y rechazó el pedido de Moreno y las supuestas garantías que Kicillof le daría al pacto.

En el encuentro de la entidad se habló de los ataques de la Casa Rosada a Sergio Massa por su posición sobre el régimen previsional. Los banqueros conocen que el candidato siempre estuvo a favor de la jubilación estatal, como escribió en 2006, en un libro editado por la propia agencia Télam.

También se ponderó la calidad del diálogo que los hombres de negocios tienen con intendentes como Joaquín de la Torre y José Eseverri. Ambos son interlocutores confiables también de los industriales. Pero el tema central fue el reclamo de Moreno.

Los banqueros rechazaron el pedido porque saben que la instrumentación del acuerdo tropieza, además, con la resistencia de Mercedes Marcó del Pont. La presidenta del BCRA ve débil a Moreno y quiere verlo caer. La pelea entre Marcó del Pont y Moreno es sin cuartel. El Banco Central no facilita ninguna resolución para viabilizar los planes Moreno y aún debe dar su aval para que se concrete el inusual manejo cambiario que implica el acuerdo con Bridas.

Ricardo Echegaray conoce la debilidad del funcionario y trató de diferenciarse con su postura sobre el blanqueo. Ahora, la AFIP y el BCRA le pusieron un pie a la negociación que Moreno lleva adelante con las cerealeras para que también suscriban los BAADE.

Marcó del Pont no autoriza que los bonos tengan un mercado secundario como quieren Bunge, Cargill, Dreyfus, Molinos y Aceitera Deheza.

Echegaray tampoco está dispuesto a cancelar deudas impagas que el Gobierno tiene con las multi y que las compañías exigen como requisito para complacer al secretario de Comercio.

Mientras Moreno les pide que se endeuden con sus casas matrices y traigan los u$s500 millones, Echegaray las descalificó diciendo que "las cerealeras son compañías fiscalmente no confiables." Enfrentó al secretario de Comercio y ratificó una denuncia contra ellas por una supuesta evasión de u$s500 millones.

Las fuertes contradicciones reflejan el desmanejo económico de la Casa Rosada y la pelea por espacios de poder, mientras la situación económica se deteriora.

El jueves en el Banco de la Nación daban por renunciado a Juan Carlos Fabrega. Moreno ve al BNA como un destino donde refugiarse, si lo sacan de la secretaria de Comercio.

Pero tendrá que enfrentar a Máximo Kirchner: el hijo de la Presidenta postula a su amigo Juan Forlón al frente del principal banco argentino, concluye Clarín este viernes.