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El "affaire cupón PBI" resquebraja al relato: ¿ahora se cae el mito de que el paí­s creció a tasas chinas?

Luego del cambio estadístico para medir el crecimiento de la economía, surge una pregunta todavía no respondida: ¿Es para festejar o para lamentar?
14/04/2014 - 07:04hs
El "affaire cupón PBI" resquebraja al relato: ¿ahora se cae el mito de que el paí­s creció a tasas chinas?

Hay una pregunta todavía no respondida en estos días de debate intenso: ¿es para festejar o para lamentar el hecho de que, tras un oscuro cambio estadístico, la Argentina quede exonerada de pagar u$s3.500 millones por el cupón del PBI?

Se han escuchado voces en todos los sentidos. Algunas opiniones bastante previsibles, como los lamentos de aquellos vinculados al sector financiero, que cuentan en sus portafolios de inversión con esos papeles y seguramente se sienten estafados.

Otros, posiblemente festejen ruidosamente, pero no porque el país se pueda beneficiar con esta decisión sino, más bien al contrario, porque puede quedar debilitado. Se trata de los "fondos buitres" y sus estudios de abogados, que ahora cuentan con un argumento inmejorable, servido en bandeja, para alegar que la Argentina no es un país confiable.

Pero acaso la reacción más interesante sea la de los seguidores del kirchnerismo. Sobre todo de sus economistas y usinas de pensamiento intelectual, que se ven enfrentados a un dilema:

Si aceptan que este cambio estadístico es correcto, entonces ponen en duda el gran argumento de que en la década K se produjo el crecimiento económico más fuerte de la historia del país.

• Por el contrario, si critican la medida, entonces aparecen como favorables a gastar un dineral para beneficiar a acreedores externos, justo en un año complicado.

En otras palabras, hay que elegir entre dos opciones "terribles": aceptar que se mentía antes -cuando se afirmaba que el país crecía a tasas chinas- o que se miente ahora, cuando se dice que la economía avanza a un ritmo modesto.

La queja de los "pagadores seriales"
"Más que deudores recalcitrantes, somos pagadores seriales". Esta frase -una de las destacadas del año pasado- había sido pronunciada por Cristina Kirchner, en el momento más caliente de la pelea judicial con los "buitres", con el objetivo de desmentir la mala imagen de la Argentina en el mercado financiero internacional.

La Presidenta consideraba que el país era castigado con un injusto estereotipo divulgado por los acreedores, las agencias de riesgo crediticio, algunos bancos de inversión y funcionarios de organismos multilaterales.

Según esa versión, el país era incorregible, incurría cíclicamente en rupturas de contratos y promesas y, por lo tanto, merecía que en los tribunales internacionales recibiera un castigo ejemplificador.

"Se podría ubicar a la Argentina como un caso del premio Guinness de países que más hemos pagado y cumplido con nuestras obligaciones en los últimos 10 años, sin acceso al mercado de capitales", protestaba Cristina en un mensaje en cadena.

Y lo cierto es que hubo un momento en que el mercado pareció tomarse en serio las palabras de la Presidenta. Tanto que quienes la criticaban apuntaban a que estaba pagando en exceso.

A mediados del año pasado, una de las inversiones más recomendadas en el mercado financiero era el "cupón del PBI", que subía más de 30% en un solo mes.

La explicación para semejante ganancia era que el Indec difundía datos sobre el crecimiento de la economía que hacían suponer que los poseedores de ese bono cobrarían un gran premio. Contrariando todos los cálculos de los consultores privados, la Presidenta indicaba que en mayo el PBI crecía a un ritmo de 7%.

Los críticos afirmaban que ese repunte sólo era explicable por la subestimación de las cifras de inflación, lo cual distorsionaba las estadísticas.

En consecuencia, se escuchaban quejas respecto de cómo, en aras de mantener un "relato", el país podía llegar a regalar un dinero que no correspondía pagar.

Lo cierto es que, desde hace al menos seis años, las cifras oficiales del crecimiento del PBI se ubican dos puntos porcentuales por encima de lo que calculan las consultoras.

Un debate con coincidencias inesperadas
Con esos antecedentes, se entiende la sorpresa que causó en el mercado el anuncio de que se había cambiado la metodología de cálculo del PBI y que, como la variación había dado 3%, entonces no correspondía pagar el polémico cupón.

Por más que había quienes alertaban sobre el contrasentido de erogar innecesariamente u$s3.500 millones -justo cuando el país sufre por la escasez de reservas y soporta presiones devaluatorias- se veía casi como imposible un "dibujo" estadístico que liberara al Gobierno de hacer el pago.

Pero en la política argentina es factible que ocurran situaciones que en otros lugares serían impensables.

No sólo se anunció que no se va a pagar, sino que se produjo un debate extrañísimo: los kirchneristas coinciden con los más acérrimos críticos en que el canje de deuda de 2005 no fue tan exitoso ni favorable para el país como Néstor Kirchner lo había presentado en su momento.

Así, en la polémica sobre si está bien o mal que no se le pague a los acreedores, el principal abanderado de que hay que hacerlo es Guillermo Nielsen, el ex secretario de Finanzas de Roberto Lavagna y principal negociador del canje.

Para Nielsen, lo que hizo la Argentina es lisa y llanamente una estafa que expone al país a ser objeto de litigios.

"El Gobierno debería negociar voluntariamente el canje del cupón por un cierto pago al contado y por otros bonos. El resultado no puede ser otro juicio con los fondos buitre", argumentó Nielsen.

Algunos analistas coincidieron con su punto de vista, como los de la consultora Economía&Regiones, que alega que "se vuelve a malograr nuestra reputación como deudores, dejando entrever que las estadísticas oficiales pueden ser modificadas en función de las necesidades".

Y apoya el punto más polémico de Nielsen: que si se cambió la metodología para calcular el PBI, entonces también debería bajarse el nivel a partir del cual se "dispara" el pago del cupón.

Este es el tema que han insinuado directivos de bancos de inversión como el Credit Suisse y el Citibank, que anunciaron que sus departamentos de legales están poniendo la lupa sobre la letra chica del acuerdo del canje.

Para Jeffrey Williams, analista del Citi, el Gobierno debería llevar el nuevo "disparador" del cupón a 1,29% de crecimiento del PBI, incluso por debajo del 1,75% que calculó Nielsen.

En cualquier caso, lo que sostienen es que un cambio en la metodología estadística no debería ser excusa para que el país evite la cancelación de los u$s3.500 millones.

Lo cierto es que la mayoría de los economistas que habitualmente se muestran críticos del Gobierno han reprochado esta postura.

Entre ellos se destaca Alfonso Prat-Gay, quien ridiculiza el argumento de Nielsen: ¿Y si el Indec hubiera recalculado el crecimiento del 2013 en, digamos, 1,5%, ¿dirían que la tasa potencial de referencia es negativa? Un poco de cordura, por favor".

Su conclusión es que el Gobierno recién ahora está tomando conciencia de que la estrategia de ofrecer un cupón que pagara un premio cuando la economía creciera fuerte no ha sido una buena idea.

"Durante los últimos años, Lavagna y Nielsen se la pasaron criticando que el Gobierno del que ya no formaban parte ‘no recompró los costosos cupones del PBI'. Si era tan urgente hacerlo, ¿no hubiera sido mejor no emitirlos?", se pregunta este ex titular del Banco Central, para quien la "renegociación exitosa fue la primera gran mentira del relato".

Lo curioso es que quienes se muestran más coincidentes con esta visión son los analistas del ala izquierdista del kirchnerismo.

En un diario oficialista, se afirma que Lavagna y Nielsen cometieron "el error financiero de adicionar el Cupón PBI en la oferta de canje de la deuda en default". Y se alega que como el cupón no establece una suma fija sino que genera un efecto acumulativo, entonces "el aumento de esos pagos se vuelve exponencial".

La década récord, también en duda
En medio del ruido provocado por el debate financiero, todavía no se ha percibido lo que acaso sea el mayor costo que el "affaire cupón" tendrá para el kirchnerismo: un golpe mortal a su discurso sobre el crecimiento a tasas chinas.

Ocurre que, tras el cambio metodológico informado por el Gobierno (la sustitución de la base 1993 por la base 2004, que tiene nuevas ponderaciones para los diferentes sectores de actividad), la variación del PBI pasó a coincidir aproximadamente con el cálculo que venían realizando las consultoras privadas.

En los últimos años, esos mismos economistas que habían sido multados por el Ejecutivo han venido advirtiendo que el crecimiento del país es bien inferior al de las cifras oficiales.

El principal argumento tenía que ver con la inflación que determinaba el Indec.

Es que, como el PBI se mide en pesos producidos y luego ese número es ajustado por inflación, entonces si el IPC utilizado es menor a la inflación real, el resultado es que se mide un crecimiento mayor al verdadero.

Una de las investigaciones más completas al respecto fue la realizada por Ariel Corember, docente de la UBA, que trabaja en coordinación con un grupo internacional de economistas que revisan estadísticas de crecimiento en varios países.

Su revisión coincidió con las cifras oficiales hasta 2007, año en que el Indec fue intervenido por Guillermo Moreno. Pero descubrió que los números no solamente aparecían "inflados" por el efecto de la inflación mal medida, sino también por adulteración de los datos sobre el crecimiento en los volúmenes de producción de las diferentes ramas de actividad.

Según el cálculo de Coremberg entre 2007 y 2012 el crecimiento real fue de 15,9% -un promedio anual de 3%-, bien por debajo del 30% que midió el Indec y que suponía un promedio anual del 5,3%.

Coremberg también echó por tierra el mito de que la Argentina haya crecido más que los vecinos de la región: en el período 1998-2012, según sus cálculos, ocupa el penúltimo lugar antes de México.

Lo irónico del caso es que, a partir del cambio metodológico anunciado por Kicillof, da la impresión de que los números oficiales comenzarán a coincidir con los que manejan los privados.

Esto, de por sí, es todo un problema para el ministro, ya que en varias oportunidades ha destacado que la década kirchnerista fue la que registró el mayor crecimiento económico en la historia del país.

Aplicando el cambio de criterio con retroactividad, se llegaría a la incómoda conclusión de que ese gran crecimiento no fue tal desde el año 2007 en adelante.

No será fácil para el ministro alegar que el cambio económico que justificó la modificación en la medición del PBI recién ocurrió en 2013 y no era aplicable hace apenas siete años.

En definitiva, otro pilar del "relato" empieza a descascararse.

Y otra prueba de que, cuando se trata de elegir entre cuidar la caja o mantener la coherencia en el discurso, el Gobierno no tiene dudas sobre qué es lo que hay que privilegiar.

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