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Peligroso giro del relato: Cristina ensalza el turismo de la "plata dulce" ante una economí­a que se enfrí­a

Para la Presidenta, el movimiento turístico es una prueba indesmentible de que no hay enfriamiento de la economía. El argumento puede ser un boomerang
23/04/2014 - 06:49hs
Peligroso giro del relato: Cristina ensalza el turismo de la "plata dulce" ante una economí­a que se enfrí­a

"A mí me interesa que el país tenga producción, tenga trabajadores, inversión. Esto es lo que quiero dejar para el próximo Presidente, un país mucho mejor del que nos tocó encontrar a nosotros. Esa va a ser la mejor herencia que puedo dejar".

Las últimas apariciones públicas de Cristina Kirchner revelan que la Jefa de Estado está ingresando en esa etapa melancólica de los mandatarios en el final de su gestión: empieza a evidenciarse su preocupación por cómo la recordarán los libros de historia.Y en esa batalla por escribir el último capítulo del "relato" -y por imponer su versión ante las críticas de los medios de comunicación-, Cristina se ha encontrado con que los mejores argumentos para defender su modelo se parecen peligrosamente a los de los tiempos de la "plata dulce".

Es probable que a la Presidenta le hubiese gustado más echar mano a indicadores como el crecimiento económico, la industrialización o la creación de empleo. Pero la cruda realidad está mostrando una cara poco amable.

Ante las urgencias financieras, hubo que sincerar las cifras de crecimiento de la economía, de manera de no tener que pagar u$s3.500 millones por el "cupón del PBI".

Pero el efecto de cambiar la metodología estadística no implicó solamente reconocer que el año pasado el país creció 3% y no el 5% que se había anunciado semanas antes.

Peor aun, puso en duda la columna vertebral del "relato", porque si se aplica el nuevo método de medición, entonces se evidencia que desde 2007 en adelante no hubo "tasas chinas" sino un modesto promedio de 3% anual, bien por debajo del de los países vecinos.

De la misma manera, la "reindustrialización" -otra de las expresiones preferidas por la Presidenta- está severamente cuestionada.

Las estimaciones de los consultores privados indican que el peso relativo de la industria respecto del total de la economía se ubica en un 16%, lo cual la posiciona por debajo de la denostada década de los '90, cuando el promedio fue de 17,2%.Para colmo, aparecen noticias como el bochornoso caso de las "cosechadoras de Angola", que refleja cómo el "relato" oficial puede transformarse en un boomerang.

La empresa elegida por el Gobierno para ser expuesta como emblema de vanguardia tecnológica, reindustrialización del interior rural y pujanza exportadora, gracias al fomento estatal, terminó siendo protagonista de un escandaloso fraude.Otros indicadores también empiezan a jugar en contra, especialmente en el empleo. En este rubro los funcionarios deben hacer malabarismos retóricos para ocultar que la persistencia de una tasa de desempleo baja no se debe a la creación de puestos sino a la caída en la cantidad de gente que busca trabajo. Y que, durante la "década ganada", la nómina de empleados estatales se engrosó en 1.650.000 personas.

La debilidad del mercado laboral quedó en evidencia cuando el propio Gobierno tuvo que admitir, en uno de sus últimos proyectos de ley, que no ha logrado disminuir el nivel de trabajo informal, que persiste en un tercio de la población ocupada.Indicadores ingratos

Ante esta situación, uno de los recursos preferidos de la Presidenta ha sido destacar la masificación del consumo. El argumento de Cristina es que no hay mejor indicador sobre la economía nacional que ver cómo le va al bolsillo.

"Les pido que antes de dejarse llevar por lo que le plantean en la caja boba, que no sean bobos ellos y piensen cómo estábamos en el 2003 y cómo estamos ahora", planteó en su último discurso.

Pero también en este punto los indicadores se muestran ingratos. La última encuesta de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa -una institución a la cual nadie puede acusar de opositora, y cuyo relevamiento de mercado es tomado como un termómetro de las ventas por todos los analistas- marca una caída superior al 7 por ciento.

En cuanto a las cifras de actividad económica, estas confirman una contracción del 0,3% respecto del verano del año pasado.

"Lo más probable es que el nivel de actividad reincida en zona de cuasi-estancamiento como resultado de una demanda interna anémica y una externa que seguirá siendo afectada por el atraso cambiario y las medidas de racionamiento", afirma Gabriel Caamaño Gómez en el último informe de la consultora Ledesma.

Y ni siquiera los rubros estrella de la década K, como el automotor, dejan lugar para argumentar a favor de la bonanza. Tal vez, el caso paradigmático sea el de las motos.

A la Presidenta le gusta plantear cómo las ventas en este rubro son un síntoma de la redistribución de renta a nivel nacional, porque este producto es particularmente valorado en las pequeñas ciudades del interior del país."Es notable ver en las provincias del norte, en todo el NEA y el NOA, la cantidad de gente que va en moto. Una moto cada 64 personas y nos ha convertido en líder en la región", destacó Cristina en su mensaje del 1 de marzo ante el Congreso.

Curiosamente, no se ha expresado públicamente respecto de la crisis de esta actividad, que ha pedido que el Gobierno declare la emergencia sectorial luego de un desplome de 27% en las ventas.El peligro de ensalzar la "plata dulce"Ante la falta de los ejemplos que en otra época le permitieron elaborar su "relato", la Presidenta ha decidido una jugada peligrosa: mostrar al turismo externo como una prueba de que la economía va bien."Una amiga fue a Nueva York y me dijo que los aviones venían repletos de argentinos. En el país todas las plazas turísticas tuvieron plena ocupación, pero en las pantallas de televisión nos quieren mostrar un país diferente", señaló en su último discurso.

Y agregó: "Hasta el que veranea a veces se lo cree. Se deberían preguntar: 'Si todo es tan horrible, ¿qué hago acá en Mar del Plata o en Nueva York?'".

El argumento de Cristina corre el riesgo de convertirse en otro verdadero boomerang, porque la historia argentina ha demostrado repetidas veces que no necesariamente hay una relación directa entre la pujanza de la economía y la cantidad de gente que pasa sus vacaciones en el exterior.Más bien, al contrario, a veces los récords turísticos han coincidido con los peores momentos para la industria y el empleo, una situación que ha quedado plasmada en diversas expresiones de la cultura nacional, como la película "Plata Dulce".

De hecho, en 2001, tras cuatro años de recesión profunda, viajaron 4,6 millones de argentinos, según las estadísticas oficiales. Esto lo constituía en el último récord antes del registrado en el verano 2014.

Lo que posibilitaba el boom turístico en aquellos años recesivos era, naturalmente, el grave atraso cambiario. Algo que queda en evidencia cuando se observa que, en 2002, tras la devaluación, los viajes cayeron a la mitad.

De manera que, más que el nivel de actividad, parece ser más directa la relación entre la predisposición de los argentinos a salir del país con el tipo de cambio real.

La característica imagen de los argentinos viajando en aluvión a Miami, patentando el "deme dos", ocurrió durante la vigencia de la "tablita" cambiaria en los años ‘70 y en el "uno a uno" de los '90.

La situación que celebra Cristina Kirchner -que implicó una salida neta de u$s8.700 millones por el gasto turístico en el exterior en 2013- puede ser interpretada no como síntoma de bonanza, sino de enfriamiento económico por suba de los precios en dólares.

Por lo pronto, el costo de un pasaje a Madrid significa hoy 1,5 sueldos -aun después de la devaluación de enero, y teniendo en cuenta el 35% de cargo de la AFIP-, mientras que en 2007, al inicio de la gestión de Cristina, ascendía a 2,3 salarios.

En otras palabras, el pasaje hoy resulta 40% más barato que hace ocho años, en relación con la remuneración promedio. Sería un dato para festejar si también las exportaciones mostraran pujanza, pero ello no ocurre.

Por el contrario, en el primer bimestre, las ventas al exterior cayeron 6% y se pronostica que quedarán estancadas todo el año.

"Pese a la devaluación, las exportaciones no mostrarán el dinamismo de otros años por el castigo sistemático de los últimos tiempos a la producción pampeana y regional y a la energía y la minería, algo que no se recupera de la noche a la mañana. En el caso de las manufacturas industriales, porque el control sobre las importaciones sigue en pie", afirma Juan José Llach, ex ministro y docente de la Universidad Austral.Comparaciones incómodas

De manera que la frase de la Presidenta corre el riesgo de quedar excesivamente emparentada con la defensa que Domingo Cavallo hacía de su régimen del "uno a uno" en plena recesión.

Esto se evidencia en la proliferación de críticas por parte de economistas que empiezan a comparar la situación actual con las políticas que se implementaban en los '70 y en los '90.

Como cuando Javier González Fraga, ex titular del Banco Central, critica la suba de tasas de interés como única herramienta para combatir la inflación.

"Los problemas fiscales no se resuelven nunca en el área monetaria. La inflación nunca se puede bajar subiendo la tasa. El costo de intentarlo, como hizo Martínez de Hoz o Cavallo en la convertibilidad, es llevarlas a niveles absurdamente altos, que hace que la gente empiece a especular", advierte González Fraga, destacando además el grave perjuicio que esto ocasiona en el sistema financiero. 

A esta altura, parecería que el "relato" pasa por su peor momento. A fin de cuentas, para un militante K no es ofensivo ser acusado de "chavista", pero ser comparado con el período de Martínez de Hoz parece más de lo soportable.

Sin embargo, hay más amenazas todavía. Porque el regreso de la especulación financiera y el récord turístico que celebra la Presidenta se da en simultáneo con nuevos indicadores de incremento de la pobreza.

Las entidades que hacen relevamientos paralelos a los del INDEC creen que, por causa de la devaluación y la aceleración inflacionaria, la pobreza ya estaría en torno del 30%.

Son días en los que el discurso oficial se pone a prueba como nunca antes. Y la elocuencia de Cristina, que tantas veces le ha dado rédito, puede también ser motivo de nuevos costos políticos.

A fin de cuentas, todos recuerdan su fallida gira por las universidades de Harvard y Georgetown, cuando frente a los estudiantes dijo que "si la inflación fuera realmente del 25%, el país habría estallado por los aires".

Hoy, cuando aparecen pronósticos de que la inflación se acercará al 40%, los funcionarios del área económica no dudarían en "firmar ya" por estabilizar la suba de precios en un 25%.

Como plantea Mario Brodersohn, ex funcionario del gobierno de Raúl Alfonsín, "no descartemos que sean ellos mismos los que primero justifiquen y luego fundamenten qual piuma al vento/muta d'accento e di pensiero, que el nuevo relato favorecido por los operadores económicos es para protegernos de futuros ataques cambiarios que desencadenen las corporaciones".

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