Las tarjetas sociales son herramientas implementadas por diferentes niveles del Estado (nacional, provincial y municipal) argentino para evitar prácticas de clientelismo político y aumentar la eficiencia en la asistencia destinada a las poblaciones más necesitadas.

Este sistema sumó en 2012 unos 5 millones de plásticos en la Argentina y movió en ese año más de 17 mil millones de pesos. Y en América latina existen implementaciones similares en Brasil (16 millones de tarjetas), Chile, Colombia y Venezuela.

Esta descripción del negocio fue provista por Leonardo Valente (en la foto principal), un emprendedor de 34 años, oriundo de la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, fundador y dueño de la compañía Gen Tecnológico.

Valente fue el ganador en marzo del concurso ImpacTec 2, convocado por el Gobierno porteño, por su desarrollo SocialPos, con el cual quiere "morder" parte del negocio de las tarjetas sociales a los jugadores dominantes de los plásticos, como Visa Argentina y MasterCard.

Bajo la consigna “una idea tecnológica que beneficie a un millón de argentinos”, el certamen premió a este joven con una beca que lo llevó este mes a Singularity University, la famosa universidad enfocada en la creatividad ubicada en un campus de la Agencia Nacional del Aeroespacio estadounidense (NASA), en el Silicon Valley californiano. 

Unas horas antes de viajar a los Estados Unidos, Valente ofreció una conferencia de prensa en Buenos Aires, en la que participó iProfesional, donde explicó que SocialPos se originó en un trabajo para un medio de comunicación bahiense, que quería formar un club de lectores similar al del diario La Nación. 

Para concretar el proyecto, había un cuello de botella: integrarse a una red POS (sigla en inglés de punto de venta), dominada por los actores tradicionales del sector.

Así, el sistema actual de pago “mejora la canalización y el destino de esos fondos, pero excluye al ecosistema de comercios barriales o de los lugares más humildes, donde generalmente residen las personas que utilizan esas tarjetas sociales”, apuntó Valente. 

Como esos comercios no cuentan con terminales POS, las transacciones se registran en otros supermercados fuera del barrio que tienen esos dispositivos.

Valente decidió tomar un “camino independiente” y generó su propia estructura con teléfonos móviles inteligentes, para lo cual importó esa tecnología y desarrolló un software sobre estándares abiertos.

La propuesta original se expandió con la inclusión de los comercios barriales que no estaban incluidos en el sistema de las tarjetas tradicionales por no poseer una terminal posnet. 

¿Qué es entonces SocialPos? Una plataforma de inclusión no bancaria de comercios barriales al sistema de tarjetas sociales. 

Esta tecnología, integrada por una plataforma basada en la web, se conecta a un “smartphone” a través de un dispositivo muy económico que cuesta entre uno y dos dólares, que permite su interacción con cualquier equipo con la versión 2.1 del programa operativo móvil Android.

El sistema incluye a los comercios que tienen una terminal POS, y permite que los fondos estatales continúen en la comunidad destinataria. 

El desarrollo tiene seguridad y encriptación de nivel bancario para resguardar la transacción y leer bandas magnéticas en el modo cliente-servidor para el registro de operaciones y para los pagos entre comerciantes.

Incluye una interfaz de programación de aplicaciones (API) para escalar módulos de buenas prácticas, como validez de identidad, soporte, entre otras.

Permite emplear el teléfono como una caja registradora, con herramientas para administrar stocks y fechas de vencimiento.

El sistema transforma la información de la banda magnética de la tarjeta a un código o número posible de lectura en cualquier equipo Android.

¿Cómo es el circuito de los fondos por fuera del aparato bancario? Valente explicó que la plataforma interactúa sobre el saldo a depositar el mes siguiente. 

Cuando el portador de la tarjeta usa el plástico, se genera una cifra adicional equivalente de giro comercial, porque el dinero queda para los comerciantes barriales.

Como el sistema no tiene relación con las plataformas bancarias, sino que opera sobre el saldo futuro, si se logra que los vecinos lo usen en promedio una vez, se genera una cifra adicional equivalente de giro comercial.

“El dinero finalmente queda para los comerciantes, que son vecinos del barrio, no multinacionales”, explicó Valente.

Luego de efectuar el proyecto privado, este emprendedor evaluó en 2013 la posibilidad de incluir esta tecnología a las transacciones con tarjetas sociales provistas por la Municipalidad de Bahía Blanca. 

Sin embargo, un cambio de autoridades en el área social de esa comuna frenó esta iniciativa, tras lo cual el empresario lo presentó en el concurso convocado por el Gobierno porteño.

Luego de ganar el certamen, inició tratativas con la administración Macri y con municipalidades del Gran Buenos Aires, aunque Valente apunta a toda la región, porque “es una herramienta que puede dar gran impulso las economías periféricas”.