Soja y Brasil, dos escudos "anticrisis" que se agrietan y meten más presión al dólar en la Argentina
Este cierre de año es un momento crucial para el titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, empeñado en llevar tranquilidad al mercado, de la mano de un sostenimiento de las reservas.
Las consultoras, por el momento, le están dan algo de crédito.
Con la salvedad de que las tenencias que informa la entidad no están todas en "cash" y no son de rápida disponibilidad, los economistas vienen recortando las proyecciones de caída de las reservas, de cara a la recta final de este complejo 2014.
Claro que el trabajo para Vanoli no fue facil. Mientras intentó aquietar las agitadas aguas de la plaza financiera al descartar una devaluación brusca (si bien no desestimó pequeños "retoques"), paralelamente, debió operar en distintos frentes de acción para contener la sangría de las arcas.
Según estimaciones de la consultora Abeceb, entre la activación de los swap, el compromiso de mayor liquidación de las cerealeras y la licitación del servicio 4G, el BCRA podría embolsar unos u$s4.200 millones de aquí a fin de año y cerrar con tenencias incluso por encima de los u$s28.000 millones.
Sin embargo, a ojos de los analistas, el número proyectado luce exiguo de cara al 2015, dado que habrá que "bancar" el pago de importaciones, cubrir la sangría por "dólares ahorro", costear el déficit de turismo internacional y, como si esto fuese poco, hacer frente a los u$s15.000 millones en concepto de compromisos de deuda.
"Los desbalances que ocasionaron la recesión en 2014 tenderán a profundizarse el año próximo. Esto se debe principalmente a que los dólares disponibles se volverán todavía más escasos en relación con los pesos que serán volcados al mercado local para financiar el déficit fiscal", advirtió la economista Belén Olaiz.
Hablando en plata, ¿a cuánto ascendería ese desfasaje? Según la experta, "el déficit de divisas estaría en torno de los u$s12.000 millones".
El problema que enfrenta el Gobierno es que los dos principales "escudos" que hasta ahora le habían permitido sortear las crisis, soja y Brasil, hoy lucen totalmente resquebrajados.
El "yuyito", por un lado, se ve castigado por una fuerte caída del precio, lo que hace prever menos ingresos de divisas y una baja en la recaudación por la vía de las retenciones.
Las cosas tampoco lucen favorables por el lado de Brasil, el principal socio comercial, que también está enfrentando severos problemas por el creciente déficit fiscal y la escapada de la inflación.
En esta nueva etapa de Dilma Rousseff al frente a la presidencia, se espera un mayor control del gasto público y, por lo tanto, un menor dinamismo de su economía. Así, analistas prevén que las exportaciones argentinas seguirán "tibias", afectando la generación de divisas y los niveles de actividad.
Soja: auge y caída del "ángel guardián" del modelo K
En un contexto marcado a fuego por el fin de la política de estímulos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), sumado a un escenario en el que se prevé una "súper cosecha" a nivel mundial, los precios de las commodities están sintiendo el impacto.
Y la soja es una de las grandes perjudicadas. Si bien en las últimas semanas hubo altibajos, el precio que se está pagando para mayo de 2015 (mes clave para la Argentina porque es cuando saldrá por los puertos el grueso de la producción), no luce alentador.
Por el contrario: los u$s378 por tonelada lucen exiguos considerando que en mayo de este año se llegaron a pagar hasta casi u$s560.
Se trata de un desplome de más del 30%, justo en momentos en que el Gobierno más necesitado está de divisas y de caja.
"La resaca que nos deja el repliegue de los precios de las commodities es que llegamos muy rápido a un punto en el que las cuentas externas encienden luces amarillas, sin que la actividad esté en auge, ni mucho menos. El gasto público ha quedado en tal nivel que se consume los ahorros de la economía y esto lleva a una tendencia insostenible de las cuentas externas", advirtió Jorge Vasconelos, economista jefe de Fundación Mediterránea.
En la misma línea, desde Delphos Investments, advirtieron que "sin financiamiento externo voluntario, la evolución de las reservas dependerá del saldo comercial".
El problema, señalan, es que "la caída del precio internacional de la soja continuará golpeando al superávit".
Desde Abeceb estiman que este año, el saldo entre exportaciones e importaciones apenas dejará u$s7.000 millones. Y las perspectivas lucen más complicadas de cara a 2015, cuando la baja de la soja será mucho más perjudicial para el Gobierno que el beneficio que podría obtener por el abaratamiento del barril de petróleo.
Para Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, la Argentina dejará de exportar u$s7.000 millones el año próximo, "principalmente por la caída del precio de los granos y su impacto en la agroindustria".
Como contrapartida, consideró que el menor valor de los combustibles, permitirá un ahorro de "apenas" u$s2.400 millones.
Haciendo la cuenta, la economía resignará u$s4.600 millones.
"Es mucha plata la que va a perder el país", advirtió.
Así las cosas, sin perspectivas de una suba considerable del nivel de las reservas y en un contexto de creciente gasto público, desde Delphos advirtieron que "será muy difícil revertir la percepción de un permanente exceso de oferta de pesos y exceso de demanda de dólares", lo que volvería a encender la "mecha" de las presiones devaluatorias.
Por eso, ante una soja que flaquea, consideraron que se hará más imperiosa la necesidad de llegar a un acuerdo con los holdouts.
Y esta mayor presión ya se está trasladando a los productores, para que se desprendan de los granos "guardados" detrás de las tranqueras.
En efecto, el Gobierno está avanzando con diversas medidas para obligar a los ruralistas a comercializar la soja "encanutada".
En primer lugar, el Banco Nación comenzó a restringir el acceso crediticio y la renovación de acuerdos a productores agropecuarios que no hayan comercializado toda la producción. Entre otras cosas, limitó el uso de cheques y acuerdos de descubierto de cuenta corriente a 60 días, cuando lo usual es que sea a tres meses.
Además, en el caso de la tarjeta Agronación (utilizada por los productores para la compra de insumos), la vigencia continúa hasta el 31 de marzo de 2015, y el productor sojero no podrá renovarla en caso de mantener existencias de soja de la última campaña.
A través de un comunicado, Carbap expresó que ve "con asombro y preocupación las restricciones implementadas", e hizo un llamado a revertir dicha "disposición que va en contra de la expansión productiva".
Se estima que, en la actualidad, queda un remanente de 15 millones de toneladas por comercializar, valuadas en u$s4.300 millones a precios de hoy.
El problema es que el Gobierno se enfrenta a una gran resistencia, dado que, según el analista Salvador Di Stefano, los productores ya perdieron gran parte de la rentabilidad por la baja de precios y no están dispuestos a resignar más márgenes.
"Los ruralistas ven que tienen que vivir hasta el 2016 sin nuevos ingresos futuros importantes. Esto hace que ahorren al máximo y así aguantarán hasta que el mercado sea más rentable. Si el Gobierno bajara las retenciones, todos venderían. Como eso no ocurre, no lo hacen", sostuvo el experto.
Así las cosas, la necesidad de dólares frescos hace prever nuevos cruces entre la administración kirchnerista y el sector rural, de cara a los próximos meses.
Brasil, la "locomotora" que ya no empuja como antes
El comportamiento de Brasil preocupa a los funcionarios locales dado que es el principal comprador de un amplio abanico de bienes industriales.
En efecto, el país vecino adquiere casi el 90% de los autos exportados por la Argentina, el 62% de los derivados de caucho, el 60% de los productos plásticos, el 58% de los textiles nacionales y el 40% de los calzados que salen al mundo, entre otros bienes.
Primero, Brasil "asustó" al Gobierno de Cristina Kirchner con la fuerte devaluación de su moneda frente al dólar, que hace pocas semanas llegó a tocar el valor más bajo desde el año 2005, justo en momentos en que Vanoli venía planchando el tipo de cambio, que avanzó menos del 6% desde febrero.
Sin embargo, el debut del flamante ministro de Economía, Joaquim Levy, un profesional bien visto por el mercado financiero, sumado a las correcciones que prometió Dilma en materia fiscal e inflacionaria, llevaron tranquilidad y el real revirtió la tendencia.
Por el momento, estas son noticias alentadoras para Axel Kicillof y su equipo. Sin embargo, los vientos de cambio en Brasil tienen su "lado B": el paulatino cierre de la "canilla" del gasto público en Brasil hace prever meses pobres para la demanda y, en consecuencia, tiempos difíciles para las exportaciones argentinas.
"Los envíos hacia el país vecino van a seguir sufriendo, pero no sólo por el atraso cambiario sino también por el desempeño de su economía", advirtió Gabriel Caamaño Gómez, economista del Estudio Ledesma.
En este contexto, pese a que el Gobierno de Dilma asegura que están saliendo de la recesión, las proyecciones que trazan las consultoras no lucen optimistas.
El banco BNP Paribas prevé que el principal socio comercial de la Argentina mantendrá un pobre dinamismo en 2015.
"El crecimiento será muy bajo, próximo a cero, tanto para este año como para el que viene", aseguró Marcelo Carvalho, economista jefe de la entidad para América Latina.
Uno de los sectores que más está sufriendo el actual escenario es el automotor, que se está viendo castigado por una fuerte caída en el nivel de demanda.
Anfavea, la entidad que nuclea a las compañías de ese país, prevé que 2014 cerrará con una baja del 9% en el nivel de patentamientos, en momentos en que ya hay más de 400.000 vehículos varados en los patios de las automotrices y en los salones de los concesionarios, un stock que equivale a 40 días de ventas.
Las automotrices locales están padeciendo este menor dinamismo: este año, estarán exportando unas 93.000 unidades menos que el año pasado, lo que implicará una caída de más del 20%.
Y las perspectivas para el sector no lucen alentadoras. Según Gonzalo Dalmasso, economista de Abeceb, "para 2015 no prevemos un crecimiento significativo para la industria, sobre todo por el menor empuje de Brasil, cuya población está muy endeudada y tiene una menor predisposición a adquirir autos".
Así las cosas, los dos "escudos" que durante los últimos años permitieron "bancar" el modelo, hoy lucen agrietados.
El Gobierno debió despedirse de los precios de la "súper soja" y del empuje de la "locomotora" brasileña. Y por eso, a partir de ahora, los ojos de los economistas están puestos, más que nunca, en un acuerdo con los holdouts.