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El nerviosismo domina al mercado, en medio de confusiones por "desmentidas" del Gobierno a las insinuaciones sobre la prohibición del "contado con liqui"
15/07/2015 - 10:23hs

Hasta el día de hoy sigue habiendo gente convencida de que el hombre no llegó a la luna y que el famoso alunizaje de Neil Armstrong fue filmado en un set de televisión. Para quien siempre se apega a la sospecha de algo oculto, le resulta difícil aceptar la verdad evidente.

De la misma manera resulta arduo persuadir a los fanáticos de las teorías conspirativas sobre que en la Argentina cada vez que sube el dólar es producto de una reacción natural del mercado y no por la trama oculta de un "círculo rojo" que se mueve en las sombras.

Pero lo ocurrido en las últimas horas demuestra que el Gobierno se está superando a sí mismo: ya no recurre a la teoría conspirativa para justificar un alza abrupta en la cotización sino que hasta la usa para explicar los errores de los propios funcionarios.

Un ejemplo de ello es el airado comunicado de la Comisión Nacional de Valores (CNV) en el que desmiente que exista una intención de prohibir la operatoria del "contado con liquidación".

Y, como contrapartida, pretendió atribuir a los medios de comunicación una noticia que, en realidad, fue sugerida por el propio fiscal general de la Procelac, Carlos Gonella.

Es cierto que la CNV no había vedado este mecanismo legal para hacerse de divisas, pero tanto de Gonella como del propio ministro Axel Kicillof hubo, en los últimos días, profusión de declaraciones en el sentido de que es utilizado por empresas e inversores que están al borde de la ilegalidad.

En definitiva, el "ruido" fue "fatto in casa", generado desde el propio Gobierno y el mercado, claro está, actuó en consecuencia.

De la misma manera, la contradicción entre los propios funcionarios -como la ocurrida el lunes entre Gonella y el titular del Banco Central, Alejandro Vanoli- siempre es tomada con nerviosismo en la plaza financiera.

Uno de los temas de análisis en las últimas horas en los cafés de la city porteña ha sido si el ministro de Economía había estado detrás de la presentación de la Procelac ante la Corte Suprema de Justicia para pedir la declaración de ilegalidad del "dólar liqui".

Por lo pronto esta situación abonó las versiones existentes desde hace tiempo en el sentido de miradas divergentes entre dos facciones del equipo económico, una liderada por Vanoli y la otra por Kicillof.

En todo caso, pierde el Gobierno en su conjunto: se sabe que el mercado puede tolerarle cualquier cosa menos la debilidad política. Y la muestra de fisuras no contribuye a la calma, en un momento de hipersensibilidad con la divisa estadounidense.Errores de diagnósticoEn las últimas dos jornadas financieras se dio esta situación que los economistas K deben observar con cierta sorpresa: los volúmenes manejados en la operatoria del "conta con liqui" se redujeron sensiblemente -por la autocensura de los propios inversores y brokers- pero simultáneamente subió la cotización del dólar blue. 

Ayer, la jornada siguió marcando fuertes alzas en el termómetro del humor social: el conta con liqui se mantuvo en los $13,26 del lunes, mientras que el blue rompió la marca psicológica de los $14.

De esta manera, la brecha que lo separa del tipo de cambio oficial ya se ubica en 55 por ciento

Es decir, se generó el objetivo absolutamente opuesto al que se estaba procurando.

"Todo esto es ridículo y absurdo, pero forma parte de la misma idea de que la gente no compra dólares porque el Gobierno hace malas políticas sino porque existen conspiraciones, por lo que dice la prensa crítica y demás", argumenta el economista Enrique Szewach.

En tanto, Miguel Kiguel, ex secretario de Hacienda y actual director de la consultora Econviews, califica de "ingenuo" el punto de vista gubernamental: "El Gobierno tiende a ver al contado con liquidación como una vía de salida de divisas, pero en realidad se trata de una puerta de entrada".

"En el fondo, el problema de todo lo que está pasando es el precio. Es lo único que le preocupa a los funcionarios", analiza Kiguel.

Y completa: "A nadie le molestaría la existencia del contado con liquidación si su cotización fuese cercana a la del tipo de cambio oficial. A fin de cuentas, son operaciones entre privados que no implican pérdida de reservas".

En definitiva, lo que perciben desde la city porteña es que el Gobierno no solamente está preso de su visión conspirativa, sino que también le atribuye poderes que no tiene a sus políticas represivas.

Como observa Luciano Cohan, director de la consultora Elypsis, hubo un error de diagnóstico respecto de qué fue realmente lo que en el primer semestre del año logró mantener cierta calma en el mercado cambiario."Creían haber sido ellos los que habían controlado al mercado apelando al poder de policía. Pero no, no fueron ellos, sino la expectativa de un recambio presidencial que podría traer mejoras y correciones a la economía", argumenta, algo que fue perdiendo intensidad a la par del crecimiento de la fórmula oficial en las encuestas y las afirmaciones de funcionarios en el sentido de que las cosas van a seguir "más o menos igual".

Debe ser difícil convencer de esto al Gobierno, dado que la escalada represiva de fin de año, que incluyó clausuras a firmas bursátiles, pareció en su momento que habían surtido efecto.

Pero la visión de la city era que la expectativa de un "fin de ciclo", sumada a una política de absorción monetaria comandada por Vanoli habían sido los verdaderos motivos de aquella paz cambiaria.Ahora, a pocas semanas de las PASO y con la fórmula oficial en ascenso, el contexto es diferente: la política económica que traerá el futuro Gobierno es pura incertidumbre mientras que, en el corto plazo, ya no se ve una profunda absorción de pesos.

Por el contrario, "la maquinita" sigue funcionando a full, a un ritmo del 36%. Hay una suerte de turbulencia preelectoral, la gente compra dólares para protegerse ", sintetiza Jorge Todesca, titular de la consultora Finsoport.

Y esta dolarización defensiva se hace evidente tanto en el frente de los particulares como en el de los grandes inversores.

En el primer caso, queda en evidencia por la fuerte suba de la demanda que se observa en el "dólar ahorro", que se compra legalmente al tipo de cambio oficial más un 20 por ciento.

En nueve días hábiles de este mes de julio ya se llevan adquiridos casi u$s400 millones. Y todo indica que se superará la marca récord de u$s512 millones que se había alcanzado en junio.

En cuanto a la vocación dolarizadora de las empresas, el síntoma principal es la demanda por los bonos nominados en moneda estadounidense y, en particular, la del Boden 2015, que debe ser rescatado por el Gobierno en octubre próximo, a un costo de u$s6.500 millones.La campaña y el temor al termómetro

Además de la dolarización típica de un contexto electoral, los analistas ven otro motivo en esta nueva preocupación del Gobierno por incrementar sus controles sobre el mercado.

Más allá del volumen que se maneja en la compraventa de bonos, hay un intento de actuar sobre el "efecto termómetro".

Es que el valor del dólar que surge de las operaciones de conta con liqui sirve como referencia para el blue y éste, a su vez, mete presión al tipo de cambio oficial. El mercado se mueve por expectativas.

Ahora la mirada de los operadores sigue atenta el rumbo de las encuestas electorales y el curso que pueda tomar la economía después del recambio presidencial de diciembre de este año.

Desde el anuncio de la fórmula presidencial Scioli-Zannini, el 16 de junio (cuando cotizaba a 12,85 pesos), el paralelo subió 9%, en línea con el salto que registraron los tipos de cambio implícitos en las transacciones que se realizan en la bolsa para hacerse de billetes verdes (10%).

En diálogo con iProfesional, un operador de la city explicó: "Al mercado le preocupa más lo que pueda pasar entre Scioli y Macri que las posibles inconsistencias dentro del Gobierno actual. Ya tiene la mirada puesta en 2016".

"Si Scioli cambia su discurso de alineamiento con el Gobierno y elige un tono más moderado en materia monetaria, es probable que el contado con liqui baje", aseguró otra fuente de la city.

De acuerdo con la visión que se maneja en las mesas de dinero, la volatilidad de los últimos días se explica, por un lado, por la desconfianza que genera la política de "continuismo" que propone la fórmula del Frente para la Victoria y, por otro, por la fuerte inyección de pesos a la economía.

Otro analista explicó: "El hombre de a pie lo que observa es que hay un exceso de pesos en la calle. Entonces, al ver esto y otras inconsistencias en la economía, decide a modo precautorio volcarse al billete verde en cualquiera de sus variantes".

Pese a la desconfianza que genera la posibilidad de que, en caso de ganar, Scioli no modifique el rumbo para corregir las distorsiones -por su marcado alineamiento con el actual Gobierno- el consenso en la city es que va a triunfar el "Teorema de Baglini".

Es decir, aquel que dice que siempre existe una relación inversa entre el grado de responsabilidad de las propuestas de un político y las chances con las que cuenta para alcanzar el poder.

A medida que un un candidato mejora sus posibilidades, modera sus promesas y aquellas iniciativas "alocadas" van dando paso a otras más "realistas".

La teoría concluye que, si finalmente llega a ser presidente, aumentan las probabilidades de que termine haciendo algo muy diferente a lo que había prometido en el fragor de la campaña.

"Scioli no va a cambiar su discurso hasta diciembre", considera un analista, quien cree que luego es la realidad la que se va a imponer y no le quedará otra que sincerar el tipo de cambio.

En definitiva, shock o gradualismo son opciones que no podrá elegir libremente. En gran medida será el mercado quien dictamine la velocidad de los cambios. Un mercado que ya ha comenzado a votar antes de tiempo y a tomar sus precauciones.

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