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El mensaje a transmitir por ambos equipos es el de una rápida negociación con los fondos buitre y un país "market friendly" a partir de diciembre 
26/08/2015 - 09:59hs

Los argentinos se están acostumbrando al regreso de muchas cosas que parecían olvidadas en los archivos de los años '80. Desde los apagones hasta ver a River ganar la copa Libertadores, pasando por las escapadas del dólar paralelo y la vuelta de la palabra "indexación". La lista es larga y cada día se enriquece con un nuevo aporte.

Sin embargo, debe reconocerse que la década K ha dejado uno de esos viejos temas sin su correspondiente "remake": es el protagonismo del Fondo Monetario Internacional como jugador relevante de la economía nacional.

Como le gusta recordar a Cristina Kirchner en sus discursos, todos estos años han transcurrido sin que nunca haya sido noticia la llegada de una misión de funcionarios del FMI, para revisar las cuentas y poner sus condiciones antes de firmar uno de los otrora célebres acuerdos "stand by".

El precio de esa "autonomía" no ha sido barato, por cierto. Para empezar, implicó gastar u$s9.810 millones "de un saque", que salieron de las reservas del Banco Central. Aquel pago, anunciado con pompa en diciembre de 2005 por Néstor Kirchner, fue integrado a la mitología K como el inicio de la liberación de la economía respecto del mercado financiero global.

"El país será otro: tendrá soberanía política e independencia económica", dijo Kirchner en un eufórico acto realizado en la Casa Rosada, donde la noticia se celebró como un auténtico hito independentista.

No es que desde entonces el FMI haya desaparecido de la agenda nacional, pero su actuación ha estado más bien acotada a las críticas a las estadísticas de inflación y a las advertencias de "tarjeta roja" por parte de la directora del organismo, Christine Lagarde.

Hasta ahora. Porque todo indica que, con el trasfondo de la campaña electoral, esto está cambiando, de manera que en el futuro cercano, también la relación con el FMI volverá a ser un clásico de los '80 que regresa a su viejo estrellato.

Al menos, eso es lo que se desprende de la importancia que en los comités de campaña le están dando a la nueva Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial, donde viajarán los principales asesores de ambos candidatos.

La misión: entrevistarse con funcionarios de organismos internacionales y con jerarcas de bancos de inversión para transmitirles una visión optimista hacia el futuro de la Argentina.

Con pocas diferencias de matices entre los equipos de los candidatos, el mensaje será que después de diciembre habrá en la Casa Rosada un presidente que se fijará el objetivo de solucionar rápidamente el conflicto con los "fondos buitre", que adoptará una actitud "market friendly" y que tratará de normalizar los flujos de dólares para inversiones. Cita en Perú

Este año, la cita tendrá lugar en Limá, Perú. Los debates y análisis estarán centrados en el impacto de la ronda de devaluaciones en los mercados emergentes y la sensible caída en los precios de las materias primas. Paradójicamente, el país anfitrión aparece como uno de los menos golpeados por la crisis. Al menos por ahora.Daniel Scioli y Mauricio Macri ya decidieron los equipos que viajarán. En principio, el bonaerense designó a dos economistas de su máxima confianza -Gustavo Marangoni (titular del Banco Provincia), Silvina Batakis (ministra de Economía provincial) y a su asesor Mario Blejer-. Miguel Bein, por ahora, se quedará en Buenos Aires.Macri, por su parte, enviará a Rogelio Frigerio (presidente del Banco Ciudad) y a Adolfo Sturzenegger (diputado). Carlos Melconián, un hombre con amplios conocimientos sobre el funcionamiento de los organismos multilaterales, podría sumarse al equipo en las próximas semanas.

Más allá de los nombres, lo que está claro es que la Argentina se acerca a darle un giro de 180 grados a la posición que mantuvo con el FMI desde que gobierna el kirchnerismo.

Bajo la necesidad de conseguir dólares frescos para relanzar la economía, los principales candidatos a ganar las elecciones de octubre pretenden mostrarse como los garantes de reinsertar al país al mundo financiero.

Las Reuniones Anuales, que por lo general se llevan a cabo en septiembre-octubre, habitualmente se celebran en Washington durante dos años consecutivos y en otro país miembro el tercer año. Esta vez le toca a Perú. Es la primera vez que se organiza en América Latina desde 1967 (Rio de Janeiro).

Es muy probable que éste sea el primer paso hacia una renovada relación con los organismos. En todo caso será un extenso camino por recorrer.

Lo primero que escucharán los técnicos argentinos es que el próximo inquilino de la Casa Rosada tendrá la obligación de llegar a un acuerdo con los "holdouts", bajo el auspicio del juez de Nueva York Thomas Griesa.

Hasta ahora, los candidatos tuvieron posiciones erráticas sobre la estrategia a seguir con los fondos buitres. Pero, a pocas semanas de las elecciones, coinciden en mostrarse dispuestos a negociar para hallar una salida al conflicto. Así se expresaron los referentes económicos tanto de Scioli como de Macri.Buscando inversores

El cambio de estrategia ya había sido evidenciado hace un año por el Gobierno nacional. A la última Asamblea del Fondo y del Banco Mundial asistieron Axel Kicillof y Alejandro Vanoli.

Es recordado el traspié sufrido por el entonces flamante presidente del Banco Central cuando, durante un encuentro reservado con inversores estadounidenses, organizado por el banco de inversión JP Morgan, se mostró flexible a un convenio con los "holdouts", lo que fue rápidamente desautorizado por el ministro de Economía.Este año será distinto. Tendrá menos relevancia lo que puedan hacer o decir los actuales funcionarios. Todos los focos estarán orientados hacia quienes podrían sucederlos en los cargos y tengan la responsabilidad de conducir la economía en 2016.

Según pudo saber iProfesional, varios fondos de inversión internacionales ya pidieron audiencias con los distintos equipos económicos. Las delegaciones comenzaron a completar sus agendas, aun cuando restan varias semanas antes de la cumbre.

Los economistas argentinos también deben lidiar entre ellos mismos. Existen celos entre uno y otro equipo para conocerse la agenda mutuamente. Todos saben que de los encuentros que logren programar pueden surgir propuestas satisfactorias para conseguir financiamiento.

"Si te perdés alguna reunión relevante te caés del radar de los inversores. Hay mucha competencia entre los distintos países y más en momentos de volatilidad en los mercados internacionales", confesó el economista de uno de los candidatos con grandes chances de llegar a Presidente.

También habrá que prestar atención a los vínculos que logren armarse con ministros de otros países. Tanto de América Latina como de los Estados Unidos. Está cada vez más claro que la intención es demostrar que la Argentina intentará un cambio (a fuerza de necesidades) a partir del próximo año.

Todo hace suponer que empezarán a quedar para la historia las fuertes críticas de Cristina y de Néstor Kirchner hacia el Fondo Monetario.

La última vez que CFK cuestionó al FMI en un foro internacional fue en la ONU, en 2012: "No escuché ninguna autocrítica del FMI de cuáles eran las estadisticas de España, Grecia o Italia que los llevaron al endeudamiento y al default", se quejó. "¿Por qué no se los controla? ¿Por qué se controla a unos y a otros no?", preguntó la Presidenta.

También son recordadas la participaciones de Néstor Kirchner en la Asamblea de la ONU, donde trató con dureza a las políticas ortodoxas del Fondo. Algún ex funcionario suyo aún recuerda cuando, en 2005, Rodrigo Rato, ex director gerente del organismo, se arrimó al Presidente argentino intentando un acercamiento. 

El encuentro duró tan sólo 15 minutos. Kirchner insistió ante el español con los mismos reproches que minutos antes había desplegado durante su discurso público: "Van a tener que cambiar la actitud para con la Argentina y modfiicar sus recetas del pasado. Prestaron plata que no sirvió para nada porque insistieron con las viejas recetas ortodoxas", le espetó.

La reunión informal finalizó de manera abrupta.

Con el FMI, Kirchner tuvo numerosos encontronazos, hasta que en 2006 el Gobierno pagó por anticipado el total de la deuda y sacó al organismo de crédito de la Argentina. Un poco antes se había acordado con el 76 por ciento de los bonistas, la mayor reestructuración de deuda de la historia.

Ya nada será lo mismo, al menos en la próxima cita con el FMI.

Ya no estará el apellido Kirchner. Ni Rato, preso en España acusado de estafas y corrupción. Las necesidades financieras obligarán a los economistas argentinos a tender la mano de los inversionistas y burócratas del Fondo.

Y, acaso como hace algunos años, las cámaras de televisión volverán a apostarse en Ezeiza para registrar la llegada de cada "misión".

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