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El empleado de la casa de Gobierno asegura que la ex mandataria no saludó cuando se fue al terminar su mandato                 
28/12/2015 - 12:34hs

A Carlos Gómez, el empleado que lleva ya una antiguedad de 45 años como mozo de la casa Rosada, se lo recuerda como un hombre sensible.

Ejemplo de esta sensibilidad fecha el día 29 de octubre hacia 2010 cuando se emocionó al ingresar al Salón de los Patriotas, en Casa de Gobierno, para despedir los restos de Néstor Kirchner. Los camarógrafos captaron enseguida aquella imagen, pero no llegaron a tomar el audio que lo hizo quebrarse. "Gómez, gracias por la atención que tuviste con mi viejo", le dijo Máximo Kirchner, poniéndole una mano sobre el hombro.

Este tipo de historias se repiten en su vida que trabaja desde 1970 en la Casa Rosada cuando en Argentina el presidente se llamaba Alejandro A. Lanusse. A sus 77 años, con su uniforme impecable y bandeja en mano, va y viene por las galerías del Patio de las Palmeras. Lo hace con la vitalidad de siempre según relata un matutino porteño.

Por estos días comenzó a cruzarse con los funcionarios de la nueva administración. Gómez entra y sale de despachos donde ellos recién se están acomodando. Es una escena que vivió incontadas veces. "Si Gómez hablara...", repiten por allí muchos y él hace lo mismo de siempre: regala una sonrisa a cambio de contar algún detalle que pueda haber escuchado puertas adentro. "No me gusta ponerme en cartel de nadie", dice Gómez, quien confiesa no estar interesado en la política, pero que si tiene que elegir un partido, ese es el peronismo. "El peronismo de Perón", aclara enseguida.

El gobierno de Macri rompió con casi veinte años desde que un presidente no se presentaba para saludar a los empleados de la Rosada. "Desde la época de Menem creo que no hubo uno que hiciera eso", señala. "Lo único que faltó, como hizo hace muchos años atrás Perón, es alguna botellita de champagne o vino. Ahí estaba completo".

Consultado por el diario acerca de las diferencias entre la gestión kirchnerista y la macrista, Gómez indica que su mayor diferencia es la educación. En ese sentido, el empleado argumenta: "Un presidente que se presenta así, que presenta a los empleados, que reconoce los años que tenemos de servicio, eso lo hicieron pocas personas. El trato es distinto. La gente de la presidencia anterior no fue capaz de saludar a los empleados. La propia Cristina no saludó a nadie".

A Cristina Fernández de Kirchner, la considera una persona "brava y distante" y cuenta que su único diálogo era para saludarla pero que no había una charla sino que simplemente los empleados le servían y luego se retiraban.

En lo que respecta a los uniformes, Gómez confirma que hacía años no se los reponían, razón por la cual tuvieron que comprarlos ellos mismos. "Hace como cuatro años que nos decían que estaban pedidos en el presupuesto. Tuvimos que comprar nosotros las chaquetitas, las camisas, los zapatos", confiesa.

Sin embargo, el empleado distingue el trato que tenía con Cristina y el del difunto ex Presidente, Néstor Kirchner. "Con Néstor era distinto, hablábamos de fútbol. Mi hermano fue campeón del mundo con Racing y él siempre me hacía acordar que lo vio jugar. Era muy amable, siempre pedía una lágrima", recuerda.

Sobre este último punto, el mozo cuenta que Cristina tomaba un "té especial que le había dado su médico" y que Carlos Menem comía con los empleados en el office presidencial, de parado. "Le gustaba el asado, le traían a veces empanadas árabes. Lo considero un fenómeno, hacía chistes, trataba muy bien a todo el personal. Hacía lo mismo que hace ahora Macri, hablaba con todos, pedía opiniones. Era bondadoso", cuenta.

En tanto a lo que consume el actual mandatario, Gómez confiesa que es "muy sencillo" y que pide una ensalada y toma té Green Hills.

Pero si se hace un recorrido por estos 45 años de servicio, y se recuerda el retorno de la democracia hacia el año '83 Gómez define a Raúl Alfonsín como "un personaje bárbaro". De esta manera recuerda al ex Presidente y señala: "'¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?', me decía, como el tango. Tanto a él como a Menem tuve oportunidad de conocerlos más íntimamente. Fui valet de ambos y viajé por el mundo con ellos. Menem era el más coqueto. Tenía toda la ropa de primera marca", detalla.

Consultado por el matutino, sobre la veracidad de los rumores que indicaban que jugaba al golf con Menem, el mozo lo ratificó: "Cuando se enteró que yo sabía jugar (N. de la R.: Gómez es profesor de golf) un día vino y me dijo: 'Tocayo, ¿así que juega al golf? Necesito que haga de pareja mía este jueves'. Y me invitó a jugar a la Quinta de Olivos. De ahí en más jugué muchas veces, incluso estando de viaje".

De Fernando De la Rúa dice que su trato al comienzo era "muy distante". En esa misma línea señala: "Si veía más de cuatro mozos juntos, le pedía a su secretaria privada que los retire del lugar. Después cambió".

En lo personal, Gómez recuerda que lo más emotivo que vivió fue estar cerca de Perón en los últimos tres meses de su vida. Emocionado, el mozo dice: "Me mandaron a atenderlo a Olivos".

En cuanto a lo más difícil que vivió señala: "Durante la guerra de Malvinas estuvimos 15 días aquí, nos trajimos colchones para dormir. Galtieri comía mucho y tarde: pedía pizza y tomaba whisky".

"Ver, oír y callar", eso es lo que concluye Gómez que realizó y continúa haciendo durante estos 45 años de trayectoria.

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